Sirva el presente artículo para poner en el tintero un tema que se ha vuelto muy recurrente: el contenido de los discursos que pronuncia el Primer Dignatario del Estado Plurinacional de Bolivia, de las expresiones que vierte en encuentros con representantes de la Cooperación Internacional y con periodistas de diversas latitudes, y en situaciones de “lobby” político con sus bases. Independientemente de si el presidente Evo Morales Ayma sea o no izquierdista-indigenista o populista al estilo de Chávez o Perón, quizás más parecido al primero, la expresión de sus ideas deberían responder a una línea sobria, racional y que, fundamentalmente, deje en un buen lugar a una persona de su investidura. Al final su prestigio e imagen son las que deben contar para su propio bien y del país.
El Presidente de la extinta, ¿o no?, república formada por Bolívar y Sucre, y al margen de lo que hicieron o no sus predecesores -los que ineludiblemente deberán ser sometidos al juicio de la Historia más que al de los levantiscos y subjetivos seres humanos, entes que cambian según las circunstancias y al avatar de las coyunturas políticas-, está obligado a ser prudente en su discurso político ya que representa no solamente a su militancia, ni siquiera exclusivamente a los que votaron por él en repetidas elecciones, sino esencialmente a todos los bolivianos por nacimiento o adopción, a esos más de 9 millones de ciudadanos que viven en el país y en el exterior, los últimos fundamentalmente por razones de trabajo.
Se ha ido notando que el entorno del Presidente, que participa de la definición de políticas públicas, está fallando en la orientación de un discurso que, en ocasiones, se dispara y no le ayuda al Presidente a mejorar su imagen, no ante la mayoría de sus votantes, los que no están obligados a entender las connotaciones de las palabras ya dichas, pero imposibles de ser regresadas, sino ante la gente pensante de Bolivia y el exterior del país. El vicepresidente García Linera, los asesores de cabecera y los ministros, por su cualificada formación académica e intelectual, están puestos en sus cargos no solamente para acompañar y adular a su Jefe, sino para engrandecerlo ante la opinión pública, para dotar a su discurso de un contenido inteligente y destacado, sin picos que desmerezcan sus esfuerzos programáticos en función de la transformación de la Patria y en el hecho estratégico de reivindicar a los excluidos durante tanto tiempo.
Lo cierto es que tenemos Evo para rato y, en función de esto, existe preocupación por el rumbo del país. Sería mejor, y razonablemente recomendable, sin pretender definir la línea presidencial, lo que no correspondería en absoluto, que el equipo que rodea al Primer Mandatario asuma sus elevadas funciones con despliegue de mejores esfuerzos para que al exterior salgan expresiones sencillas, pero dotadas de la sabiduría milenaria que tanto se pregona. Evidentemente, hay gente que -en funciones ejecutivas, legislativas y judiciales- ha hecho mucho daño al país, pero no es necesario mencionarlo a cada rato y con epítetos subidos de tono contra ex dignatarios de Estado que no corresponden en absoluto. Que sean las instancias jurisdiccionales las que definan con juicios apegados al debido proceso su participación en supuestos hechos dolosos y que no se los condene anticipadamente.
En esta línea, las expresiones del presidente Evo, vertidas en fecha 17 de marzo del presente, como respuesta al informe de la JIFE, Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes dependiente de la ONU, en el que se pide al Gobierno Nacional que “enseñe a su población a no masticar la hoja de coca”, resultan, si bien respetuosas, poco apegadas al conocimiento científico y desmerecen cualquier esfuerzo en el sentido de frenar la producción de estupefaciente en el país. El Primer Mandatario recomendó: “Que vengan a pijchear, acullicar a Bolivia, porque cuando pijchen y aculliquen serán más sanos y más inteligentes, y así respetarán y entenderán la diversidad social del mundo y respetarán nuestra identidad”.
El respeto a la identidad de los bolivianos y a la diversidad social del mundo es una premisa vital de convivencia civilizada en el planeta, hecho que depende del respeto al otro y que no está relacionado, en absoluto, con el tipo de alimentación de las personas, y, fundamentalmente, de funcionarios internacionales que están obligados a someterse a los principios y normas que rigen las relaciones internacionales y la diplomacia por sí misma. Pero, esta verdad, por demás legítima, no debe conducir a confundir las propiedades alimenticias y farmacológicas de la coca, como fuente de nutrientes y sustancias sedantes (tranquilizantes), con el desarrollo de la inteligencia, cualidad innata principalmente ya que viene inserta en la información genética con la que un ser humano viene al mundo y que se puede mejorar con buena alimentación y educación de alto nivel, pero nunca recrear a partir de un bajo cociente intelectual.
(*) Politólogo
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.