La idea, y la razón de haber nacido en un territorio, implica una condición necesaria donde la cultura es un fundamento del ser humano. El idioma es una identidad que trasluce creencias y objetivos, que conduce a objetivos ciertos que representan un paradigma con el que las personas, independientemente de su origen, hacen posible un espacio, el que se encuentra definido por su identidad y que se debe defender a rajatabla. El autor no aprenderá aymara porque mis convicciones me lo impiden, no por capricho, sino por sentido común. Mis lecturas teóricas me obligan a rechazar una práctica maligna de un ente bárbaro: el MAS. Y en esta coyuntura no transaré de ningún modo.
Lamentablemente el actual Gobierno nacional, que no plurinacional, se ha atrevido a obligar a servidores públicos a aprender un idioma supuestamente originario violentando los derechos de ciudadanos que no se sienten identificados con etnias ajenas a su cultura. En esta política desconoce el mestizaje de prácticamente toda la población boliviana. La identificación con una cultura no debe ser forzada negando el Art 46.I.1 de la Constitución de Bolivia que señala: "Toda persona tiene derecho al trabajo digno, con seguridad industrial, higiene y salud ocupacional, sin discriminación, y con remuneración o salario justo, equitativo y satisfactorio, que le asegure para sí y su familia una existencia digna". Qué dignidad puede haber si a la persona se le obliga a detentar un idioma ajeno a su integridad a la fuerza. Se habla alegremente de que Bolivia es un Estado Plurinacional y no se reconocen las premisas y condiciones de nacimiento de los mestizos basados en raíces españolas, aunque no se quiera reconocerlo. Los aymaras, quechuas, guaraníes son identidades culturales y no nacionales, por su origen. Si quieren asumir una identificación étnica que lo hagan, pero que no obliguen a los demás.
Existe una norma fundamental que el actual régimen incumple, motivo por el que las autoridades deberán ser sometidas a juicios de responsabilidades. Y es pertinente referirse puntualmente aspectos específicos Para empezar, en el Art. 21.1 de la misma Constitución se afirma que las bolivianas y bolivianas, a pesar de su contradicción de género, tienen derecho a la autoidentificación cultural, hecho que implica el reconocimiento del idioma materno, no sujeto a no aprender otro, a no ser que sea voluntario. Los mestizos, por más que lo niegue el Vicepresidente de la República, no deben aprender otro idioma ajeno a su forma de ser.
En el Art. 15-I de ese texto se señala: Toda persona tienen derecho a la vida y a la integridad física psicológica y sexual". ¿Cómo puede se posible esta condición, si se obliga a lo contrario? El derecho a la vida no pasa por la imposición fascista. Desde la Revolución Francesa los individuos tienen derechos inalienables. Lo peor de todo es que los monstruos totalitarios incumplen su propia Constitución que no es más que un mamotreto. ¿Acaso en este país, ya suficientemente maltratado, se tiene la posibilidad de vivir en condiciones decentes?
En el Art. 26-I se manifiesta: "Todas las ciudadanas y los ciudadanos tienen derecho a participar libremente en la formación, ejercicio y control del poder político?" lo que significa el derecho a hablar el idioma que uno reconozca como propio, independientemente del lugar donde uno haya nacido a partir de su origen. Y en qué radica la perfidia, en imponer criterios fascistas, de algo que se falsea como socialismo comunitario degradando a Marx y Lenin.
Hablo un idioma, el ruso, porque me formé en la Unión Soviética por voluntad propia. Sé algo de inglés y alemán, pero no aprenderé una lengua que no tiene que ver con mis raíces, en realidad sería traicionarme, no por la necesidad, sino por la obligación. Y le reto al Viceministro de Descolonización, Félix Cárdenas a un debate sobre historia, pero universal a partir del origen del Universo y de la Humanidad.
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