El trabajo no puede ser una ley sin ser un derecho, escribÃa VÃctor Hugo porque, al igual que los sueños, el trabajo no es una concesión, sino un derecho. El hombre necesita soñar tanto como trabajar para sentirse pleno. En la actualidad, el valor del trabajo se reduce al cumplimiento de un contrato legal, al ejercicio correcto del deber. Pierde asà su dimensión de derecho inalienable del hombre, de valor en sà mismo para completar la condición humana.
Desde entonces las cosas han cambiado mucho. El avance de las tecnologÃas, la precariedad de los contratos laborales y la de las empresas hacen que asistamos a una creciente desvalorización del trabajo. Prima una concepción legal del trabajo pero no podemos perder de vista que, ante todo, es un derecho. En ese sentido el trabajo debe recuperar su valor, legal y etimológico.
El primer paso para revalorizar el concepto de trabajo es comenzar por su etimologÃa. La palabra trabajo tiene su origen en el tripalium romano, un instrumento de tortura compuesto por tres palos a los que se ataba al reo para azotarlo. De ahà que se asocie al trabajo con el dolor y el esfuerzo. Esta concepción negativa nos lleva a esa visión del trabajo como contrato que nos ata, como actividad que implica sufrimiento. Si recuperamos la concepción del trabajo como work, "hacer" en el sentido de una actividad creativa, recuperaremos la dignidad que encierra. El trabajo como "quehacer" que da sentido a la vida porque el hombre no está completo sin una dedicación. Esto conllevará a que el hombre valore su trabajo como oportunidad de realizarse y no sólo como fuente de ingresos. El trabajo como fin más que como medio.
En la revalorización del trabajo dentro del marco legal, el Estado juega un papel muy importante. Debe equiparar el derecho al trabajo con el deber de trabajar, porque descompensación entre deber y derecho es igual a la injusticia social.
Cada mes asistimos a un recorte de personal dentro de una gran empresa. El objetivo siempre es la reducción de gastos para mantener el margen de beneficios. Lo curioso es que los últimos estudios sobre los sueldos de las grandes compañÃas estadounidenses demuestran una diferencia del 200 por cien entre el sueldo más bajo y el más alto.
Si renunciamos a nuestro derecho al trabajo, perdemos una parcela de nuestra dignidad. Valorar el trabajo es el primer paso para reivindicar su mejora. Sentir que el trabajo te pertenece, forma parte de ti, porque sólo se defiende aquello que tiene valor, aquello que nos aporta felicidad. Si pasamos más tiempo trabajando que durmiendo, será mejor disfrutar de ese espacio, que del dinero que nos resta para el tiempo libre. Y como decÃa Goethe "Cuando he estado trabajando todo el dÃa, un buen atardecer me sale al encuentro".
(*) Director de cine
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