No hay más que recordar los acontecimientos acaecidos en algunos paÃses de la Unión Europea, como en la siempre temida Alemania unificada, donde los neonazis dicen que ellos ejecutan acciones que son determinadas por los propios ciudadanos, quienes son potencialmente xenófobos en el silencio. Por ejemplo, en Rostock, ante los turbulentos atentados racistas, las mismas fuerzas del orden parecÃan tener más simpatÃa por los neonazis que por las manifestaciones de la izquierda; lo mismo sucedió en Lichtenhagen, donde miles de habitantes prorrumpieron en aplausos y gritos a favor de los energúmenos fascistas, quienes lanzaron piedras y explosivos de fabricación casera contra los albergues de los inmigrantes.
Sin embargo, estoy seguro de que mi hijo, como otros niños que nacieron en el exilio, un buen dÃa sabrá que a los ciegos de hoy les quitaremos la venda de los ojos para mostrarles que la realidad de un paÃs no es lo que ellos quieren ver, sino otra cosa, un enorme abanico que compendia todos los colores, olores, sabores, lenguas, credos y culturas, y que el proceso de la democracia, asà no haga milagros ni estragos, es algo que debemos de aprender a defender, para que el sueño de la libertad y la justicia no se haga añicos por la sola presencia del exacerbado nacionalismo xenófobo, que no tiene más importancia que la que en realidad tiene: primero, porque no representa a una opinión mayoritaria; y, segundo, porque son una pandilla de cretinos que no merecen el respeto ni el perdón.
La preocupación de este padre es comprensible desde todo punto de vista, pues se trata de un individuo que, huyendo de una sanguinaria dictadura militar, buscó refugió en Suecia, con la esperanza de ofrecer un futuro mejor a sus hijos; un sueño que parece haberse roto en pedazos y se convirtió en pesadilla la vez en que su hijo llegó a casa hostigado por una pandilla de neonazis, que lo acosaron desde la escuela, gritándole al unÃsono: "¡Cabeza negra, fuera de nuestro paÃs!".
Estos pandilleros, cuyos Ãdolos son Hitler, Mussolini y Franco, fueron reclutados desde los 14 años de edad por organizaciones de extrema derecha, con el propósito de crear una corriente de opinión destinada a desbaratar la polÃtica de inmigración de cualquier gobierno democrático y, enarbolando las banderas del nazismo, oponerse a la mezcla de razas y culturas.
Los judÃos fueron amedrentados y asesinados por bandas de fascistas armados. Sobre los letreros de las tiendas, que habitualmente eran concurridas por todos, se pusieron advertencias que decÃan: "Prohibido el ingreso de perros y judÃos", y sobre las ropas de los judÃos se cosió la estrella de David para que sean fácilmente identificados a la hora de ser deportados a los campos de concentración y exterminio.
El racismo, que no es una rara perversión diabólica ni un fenómeno natural del instinto humano, es una teorÃa que admite la existencia de "razas dominantes" y "razas dominadas"; y, lo que es más grave, es una teorÃa que algunos la llevan a la práctica de manera brutal, como sucedió en una pequeña ciudad de Suecia, donde la sola presencia de un 9% de inmigrantes (en una población de menos de 18.000 habitantes), fue suficiente para despertar los instintos gregarios de un grupúsculo de muchachos neonazis que, luciendo cruces esvásticas, vestimentas del Ku Kux Klan, botines de caña alta y cazadoras americanas, aterrorizaron a varias familias de inmigrantes, quemando cruces, pintarrajeando paredes, destrozando las tiendas y los restaurantes administrados por "extranjeros".
Lo que más extraña de esta actitud pasiva y contemplativa, que puede tornarse en un arma tan peligrosa como el acto mismo de ejecutar un crimen frÃamente planificado, es el hecho de que ningún polÃtico de la cúpula gubernamental haya dicho: "esta boca es mÃa" ni que este caso haya sido motivo suficiente para generar una protesta nacional contra los asesinos, quienes, con el cinismo, la impunidad y la insensatez que caracterizan a los criminales en potencia, usaron a la prensa sensacionalista para difundir su propaganda de intimidación contra los inmigrantes, quienes, según ellos, son los causantes de todos los males sociales y económicos que aquejaban al paÃs.
Por lo demás, pienso que la consigna de resistencia es clara y contundente: no debemos dejarnos intimidar por las bravatas ni fechorÃas de estas pandillas de antisociales; por el contrario, debemos cerrar filas en torno a las organizaciones que no están dispuestas a tolerar el racismo, "la exaltación del poder blanco" ni la propaganda neonazi, que se distribuye abiertamente en los establecimientos educativos a nombre de la democracia y la libertad de expresión, aun sabiendo que el totalitarismo fascista, que reconoce al individuo solo en la medida en que sus intereses coinciden con los del Estado absoluto, no tiene lugar en un sistema polÃtico pluralista y democrático, basado en el respeto a los Derechos Humanos y la diversidad de razas, lenguas y culturas.
Los inmigrantes estamos en el deber de esclarecer que la crisis económica de un paÃs, como la crisis estructural del sistema capitalista, no se resuelve con la discriminación y la expulsión de los "extranjeros", sino con la participación colectiva en las decisiones del Estado y con la distribución equitativa de los recursos, que hoy están concentrados en pocas manos.
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