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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Nacieron antes que Bolivia - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
De niño mi padre me dejaba en manos de las monjitas de Santa Ana, huérfano ya de madre, que atendían el hospicio de Ancianos en Potosí, (San Roque) situado justamente al lado del Regimiento Colorados por aquel tiempo (década de los 40) destinado en la Villa Imperial.
Recuerdo bien el toque del clarín, ordenando despertarse en el cuartel, a las 6 de la mañana, por cierto extenso de tres cuadras que con la fachada en calle Bustillos colindaba con calle La Paz al norte en cuyos extremos existían "miradores" torres pequeñas para su control por los centinelas de servicio. Desde San Roque, a lo largo de todas las mañanas oía las voces de mando que están en el subconsciente "al hombro, arrr", "con compás, march", "bayoneta calada, yaa!" y ya por la noche, posiblemente a las 20:00 hs., el "toque del silencio" tristón y solemne del vibrante clarín.
La vida del cuartel me llevó al apasionamiento de modo que mis juegos solitarios con carretes de hilo, tapacoronas y unos pocos soldaditos de plomo, hicieron nacer en mí, una marcada vocación por las Fuerzas Armadas, que como sostenía mi fraterno amigo el general Eufronio Padilla, "nacieron antes que la Patria" lo que tiene una explicación lógica. La guerrilla por la Independencia se dio nada menos que 15 años antes de la proclamación del nacimiento de la República el 6 de agosto de 1.825. Vocación que no podía ser, puesto que habiendo nacido con los pies convexos por una mala conformación en las entrañas de mi madre, estéticamente no era aceptable mi presencia en filas militares. (Operado de los pies en 1955 por los médicos Juan Gamarra y Jacinto Ibáñez el defecto casi desapareció)
Me quedó sin embargo esa gran simpatía por los uniformados y su esforzada vida en los cuarteles donde instruían a los mostrencos en la disciplina, el manejo de armas y la sobrevivencia en casos necesarios. Cuán lejos estaba de imaginar que la orden de un militar Luis García Meza de ser detenido y deportado a Buenos Aires, llegaría a cambiar el curso de mi existencia. Sin embargo y habiendo perdonado al hoy, reo rematado en Chonchocoro por tamaña injusticia, mi respeto y admiración por el Ejercito se conservan intactos.
La simpatía original que todos tuvimos por la Revolución Cubana y sus líderes Castro y el Che, fue cediendo paso a una realidad abrumadora. Ni la demagogia impulsada por un tremendo aparato de inteligencia y otro de publicidad, pudieron ocultar la verdad. Muchas cosas cambiaron en Cuba, pero ha subsistido la pobreza, la injusticia y la represión de un régimen intolerante que jamás perdonará a sus opuestos que acaban en la cárcel o fuera de la Isla. Sin embargo, en Bolivia con las excepciones que la historia registra nuestras Fuerzas Armadas se han mantenido en su rol institucional, resguardar las fronteras, preservar el orden y especialmente formar a los jóvenes en los insustituibles valores de la disciplina, el civismo y en general en los marcos de la ética y la moral.
Los intentos de todos los gobiernos han tratado de copar a sus uniformados para colocarlos por debajo de sus consignas y actividades. Que sepamos, dignos oficiales en el marco de la disciplina y la obediencia, han resistido aquellos embates. Unos pocos de ellos, se han sometido al régimen de turno y han preferido el interés propio, al colectivo de las tres armas, ellos los que denigraron el papel fundamental de una Institución que nació a la vida antes de agosto de 1825 están marcados por el estigma de la traición al uniforme y la ciudadanía toma nota de sus nombres y apellidos.
Si revisamos nuestra historia, tarea insoslayable de todo boliviano, encontraremos que las Fuerzas Armadas siempre terminan obedeciendo al pueblo, cuando los déspotas pretenden que las armas que la Constitución pone en sus manos, se usen para conculcar los derechos ciudadanos. Más aún, para preservar a Bolivia de daños mayores que podrían ocasionar eventuales confrontaciones con vecinos poderosos. Esta posición de defensa permanente tiene un costo, en hombres, en armas, en vituallas que todos los Estados sufragan para preservar a sus comunidades del mal mayor.
Rendimos homenaje a todos los militares de honor que hacen de su carrera profesional, una vía de auténtico servicio a la comunidad boliviana, a pesar de todas las tentaciones, de las dádivas y halagos o de amenazas y chantajes que el poder constituido utiliza para su permanencia al mando.
Tomado de hoybolivia.com
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