Jueves 06 de agosto de 2015
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La soberbia, uno de los siete pecados capitales, es la conducta prepotente de los que ocultan complejos, debilidades, carencias y responsabilidades. Es el sÃndrome de hubris o hybris, (viejo concepto griego que significa "desmesura") que ahora también se considera como un exceso de confianza en sà mismo, siempre en desmedro de los demás. Esto identifica al soberbio que deforma la realidad, y al arrogante, que se precia de una condición que no le cuadra.
Son soberbios los alardes de un lÃder que cree que es juez de conductas. Peor aún, si intenta justificar los excesos de él y de sus allegados, todos confiados en su poder -que creen ilimitado- y que supuestamente nunca tendrán que dar cuentas a nadie. Esta prepotencia también se pone en evidencia cuando un lÃder, investido del poder público, pretende que toda iniciativa diferente a su polÃtica es perversa, que toda protesta es subversiva, que toda convicción diferente está equivocada. Es el dueño de la verdad.
El caudillo populista que dice que es creador de todo lo bueno que sucede -lo que generalmente es muy poco- muestra esa acusada soberbia. Y esto llega a tal punto que se apropia de éxitos y procura mostrarse como conductor iluminado e irremplazable de los ciudadanos.