Jueves 06 de agosto de 2015
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La relación afectiva del hombre con el caballo es ancestral. En la mitologÃa, Belerofonte le dio muerte a la monstruosa Quimera, montado en su caballo alado Pegaso. Bucéfalo acompañó a Alejandro Magno en la mayorÃa de sus batallas. Mahoma peregrinó a La Meca en Lazlos, aunque manteniendo cerca a Al Qaswá, su camello favorito. El Cid Campeador tenÃa en alta estima a Babieca. Incluso el disoluto CalÃgula tuvo una relación especial con Incitatus (Impetuoso). Más de dos millones de años después de la llegada del caballo, se ha descubierto que también puede curar o por lo menos contribuir con el tratamiento terapéutico de una afección o discapacidad.
Varias cosas de sentido común apuntan hacia los beneficios de montar a caballo, bajo la vigilancia de un terapeuta, en el tratamiento de personas discapacitadas. Las primeras son elementales pues muchas de estas personas tienden a hacer una vida en extremo sedentaria y a autorecluirse.
El sedentarismo debilita los músculos y el sistema óseo, con consecuencias negativas en la salud. La autoreclusión afecta la salud mental y también la fÃsica, ya que se pasa poco tiempo al aire libre. El movimiento tridimensional del jinete sobre un caballo (adelante y atrás, arriba y abajo, izquierda y derecha) exige atención y concentración, lo cual es favorable para las personas que padecen discapacidades.
Fuente: Ojocurioso.com