Cuidemos el Parque Bolívar

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Desde la entrega de la primera fase de refacción del tradicional Parque Bolívar, centenares de familias llegaron a éste lugar de recreación, y de manera paralela a la sana diversión, la mayoría dejó su basura expuesta en el césped sintético e incluso en resbalones, columpios y la misma fuente de agua que adorna el espacio público.

Mucho se ha dicho respecto al cuidado que deben tener los visitantes para preservar el lugar que por sus remozadas características es visitado con más frecuencia por personas de todas las edades, pero casi nadie se toma la molestia de cuidarlo evitando dejar basura.

Quienes llegan al parque con sus mascotas, en su generalidad perros de diversas razas, tamaños y colores, permiten que sus animales defequen y orinen en el césped sintético que a diferencia del césped natural no tiene la capacidad de absorción y por tanto la contaminación es mayor.

Este remozado escenario se constituye en uno de los pocos que tiene Oruro, hasta donde masivamente llega la población, más que todo en fin de semana, pero si no se practica un adecuado cuidado, tanto de sus áreas de esparcimiento como del contexto en general, la infraestructura se deteriorará con prontitud.

Vecinos del lugar y otros que celebraron la iniciativa municipal de cambiar el aspecto del parque, cuestionan la actitud de ciudadanos, entre ellos niños y jóvenes que optan por dejar su basura en cualquier parte. Es cierto que no existen basureros próximos, pero a pocos pasos sí se pueden encontrar los recipientes instalados precisamente para el depósito de desperdicios que generan los transeúntes.

El Parque Bolívar data de 1926 y fue instalado con juegos traídos desde Argentina, tuvo dos denominativos, primero "Avaroa" y luego "Calama". Antes de la actual refacción, en 2004, también durante la gestión de Edgar Bazán como alcalde fue remodelado, pero se mantenía el piso de arena que ahora fue sustituido por uno de césped sintético.

Desde la entrega de la primera fase de refacción del tradicional Parque Bolívar, centenares de familias llegaron a éste lugar de recreación, y de manera paralela a la sana diversión, la mayoría dejó su basura expuesta en el césped sintético e incluso en resbalones, columpios y la misma fuente de agua que adorna el espacio público.

Mucho se ha dicho respecto al cuidado que deben tener los visitantes para preservar el lugar que por sus remozadas características es visitado con más frecuencia por personas de todas las edades, pero casi nadie se toma la molestia de cuidarlo evitando dejar basura.

En más de una ocasión se pudo advertir la presencia de familias que encontraron en el Parque Bolívar, un lugar para hacer su día de campo y por ello se asientan en estos predios y comparten comidas distribuidas en platos o sándwiches, refrescos y otros bocadillos; pero el lado feo de lo que debía ser el sano esparcimiento es la falta de cuidado de la mayoría de éstas personas que dejan sus desperdicios en el parque, tales como: bolsas, botellas, papeles, restos de comida y cuanto desecho se les ocurre.

Quienes llegan al parque con sus mascotas, en su generalidad perros de diversas razas, tamaños y colores, permiten que sus animales defequen y orinen en el césped sintético que a diferencia del césped natural no tiene la capacidad de absorción y por tanto la contaminación es mayor.

Este remozado escenario se constituye en uno de los pocos que tiene Oruro, hasta donde masivamente llega la población, más que todo en fin de semana, pero si no se practica un adecuado cuidado, tanto de sus áreas de esparcimiento como del contexto en general, la infraestructura se deteriorará con prontitud.

Vecinos del lugar y otros que celebraron la iniciativa municipal de cambiar el aspecto del parque, cuestionan la actitud de ciudadanos, entre ellos niños y jóvenes que optan por dejar su basura en cualquier parte. Es cierto que no existen basureros próximos, pero a pocos pasos sí se pueden encontrar los recipientes instalados precisamente para el depósito de desperdicios que generan los transeúntes.

El Parque Bolívar data de 1926 y fue instalado con juegos traídos desde Argentina, tuvo dos denominativos, primero "Avaroa" y luego "Calama". Antes de la actual refacción, en 2004, también durante la gestión de Edgar Bazán como alcalde fue remodelado, pero se mantenía el piso de arena que ahora fue sustituido por uno de césped sintético.

Fuente: LA PATRIA