La Paz mantiene encendida la "tea" que dejó Murillo
06 ago 2015
Fuente: LA PATRIA
Por: Deyvid Rocha Sánchez - Periodista
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Al pie de la horca, a punto de ser ejecutado, Murillo clamó lo que es una verdadera profecía: "Compatriotas, yo muero, pero la tea que dejo encendida ya nadie la podrá apagar". Hasta la actualidad, ese lema dejado por don Pedro Domingo, mantiene su esencia en el espíritu de todos los paceños.
Alonso de Mendoza fue un protagonista en la fundación de La Paz, pues fue quien el 20 de Octubre de 1548 fundó el departamento con el nombre de Nuestra Señora de La Paz en la localidad de Laja que luego de tres días fue trasladada al valle de Chuquiago provisionalmente.
La fundación se consolidó siete años después, cuando el Rey Carlos V envió un escudo para ser considerado como emblema en cuyo interior tenía la inscripción: "Los discordes en concordia, en paz y amor se juntaron y pueblo de paz fundaron para perpetua memoria", leyenda que se mantiene en el borde de ese escudo hasta la actualidad.
Cuenta la historia que la revolución de La Paz se da la tarde del 16 de Julio de 1809, durante la tradicional celebración de la festividad de la Virgen del Carmen, cuando los revolucionarios, aprovecharon que se realizaba una procesión y tomaron el cuartel de Veteranos, exigiendo un cabildo abierto o una junta tuitiva de la que la presidencia y jefatura fue encomendada a Pedro Domingo Murillo posteriormente.
Ese escenario se desenvuelve con los patriotas, quienes serían los conspiradores y declaran como finalidad del movimiento defender los derechos del Rey Fernando VII y por medio de ella, a la corte de Portugal exiliada en el Brasil. Las acusaciones se dirigieron contra el obispo de la ciudad, Remigio La Santa y Ortega, quien procedía de acuerdo con el obispo de Moxó y el presidente Pizarro.
Murillo fue reconocido como caudillo pues tenía como antecedentes, el haber actuado durante la sublevación de Túpac Katari, prestando sus servicios al ejército realista, además de ser parte de los revolucionarios en cuyas filas existían españoles como Pedro de Indaburo, Saturnino Castro y Sebastián de Figueroa.
Pasaban los días de una extrema tensión y el 24 de julio se formó la denominada Junta Tuitiva, la que empezó a trabajar junto al cabildo que ejercía las funciones de gobierno en el que Murillo fue nombrado presidente. Tenía 12 representantes entre otros tres representantes indígenas. Por ese entonces ya circulaban en La Paz, manifiestos o proclamas cuyo texto señalaban: "Hasta ahora hemos tolerado una especie de destierro en el seno mismo de nuestra patria".
Ante situaciones de enfrentamiento, el caudillo Pedro Domingo Murillo fue apresado en Zongo, los primeros días de diciembre, cayendo con anterioridad algunos de sus seguidores.
La fecha fatídica fue el 29 de enero de 1810 pues se cumplió la sentencia de muerte para nueve patriotas que por la historia fueron conocidos como protomártires de la Independencia, Pedro Domingo Murillo, Basilio Catacora, Mariano Graneros, Juan Antonio Figueroa, Buenaventura Bueno, Juan Bautista Sagárnaga, Apolinar Jaén, Melchor Jiménez y Gregorio García Lanza.
Al pie de la horca, a punto de ser ejecutado, Murillo clamó lo que es una verdadera profecía: "Compatriotas, yo muero, pero la tea que dejo encendida ya nadie la podrá apagar".
Fuente: LA PATRIA
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