Grecia se hunde más y más en el pantano de la ruina
03 ago 2015
Adhemar Ávalos Ortiz
Es una verdadera lástima que la tierra que dio origen a la riquísima cultura occidental, la que aún hoy nos asombra con su profunda filosofía y su herencia democrática, se encuentre sumida en la crisis más grave de su historia después de la guerra civil de 1948. La crisis de la deuda fue provocada por la turbulencia generada por la del capitalismo en 2008, pero la causa raíz fue una combinación de debilidades estructurales en la economía griega junto con la preexistencia por más de una década de elevados niveles de deuda y en las cuentas públicas griegas.
Los gobiernos anteriores al de Alexis Tsipras del partido reformista llamado Syriza fueron grandes culpables del desastre por sus fraudes contables y falta de decisión en la gestión pública. Durante las dos legislaturas del Gobierno conservador de Konstantinos se realizaron falsificaciones de los datos macroeconómicos de la contabilidad nacional. Tras las siguientes elecciones en el año 2009, el candidato socialista obtuvo mayoría absoluta parlamentaria y continuó con la misma política.
El 2 de mayo de 2010, la , el (BCE) y el (FMI), más tarde apodados como la Troika, respondieron a la crisis con el lanzamiento de un préstamo de rescate de 110 000 millones de euros para sacar a Grecia del default soberano y cubrir sus necesidades financieras a lo largo de mayo de 2010 hasta junio de 2013, supeditado a la ejecución de , reformas estructurales y la privatización de activos del Gobierno. Y los tres posteriores programas de rescate, debido al continuo deterioro de la recesión, no solucionaron prácticamente nada.
La prematura convocada por el Parlamento griego en diciembre de 2014 y la consiguiente formación de un gobierno liderado por , cuya plataforma política se negaba a respetar los términos del rescate acordado, dio esperanzas al pueblo griego, pero los partidos reformistas prometen mucho y en los hechos acaban sometiéndose a una realidad de expoliación capitalista.
Luego de ganar un referéndum de forma abrumadora, el primer ministro Alexis Tsipras firmó un acuerdo humillante. Treinta y ocho de sus diputados no lo apoyaron, entre ellos el ex-Ministro de Finanzas Yanis Varoufakis, así como la Presidenta del Parlamento. Varios altos cargos renunciaron. Tsipras dice que no cree en el acuerdo que firmó, en el que tampoco creen Francia y el FMI, porque no va a sacar a Grecia de la crisis y va a profundizar la pobreza. Las concesiones que hizo el Gobierno griego son las siguientes: aumento del IVA, reducción de pensiones, independencia de la Oficina de Estadística, controles a la evasión tributaria y la peor: privatización de empresas públicas; condiciones humillantes que llevarán a Gracia al desastre.
Todos los programas de salvataje han implicado exclusivamente contraer nueva deuda para pagar viejas deudas con la consiguiente carga de intereses, no se han dirigido a reactivar la economía impulsando la generación de empleo y por ende el ingreso de la población y su consiguiente consumo. Salir de la cárcel del euro, la que impide al régimen griego asumir medidas soberanas para salvar a su país es una condición necesaria e imprescindible para superar la crisis, pero sería fundamental soportar muchos años de privaciones ante la probable venganza de la Troika, no obstante, si existiera la suficiente valentía de Syriza y el consecuente apoyo del pueblo griego, el que fue demostrado rotundamente en el último referéndum, sería posible salir adelante. Después de una larga noche de privaciones los griegos, ya independientes, podrían reconstruir económicamente su país y demostrar que la Unión Europea no es más que una trampa geopolítica que solamente sirve a los intereses de Estados Unidos y Alemania con políticas económicas imperialistas que han demostrado su fracaso rotundo.
En este contexto difícil se ha demostrado que el verdadero socialismo no era tan malo como se intentó hacer ver y que la única garantía de solución de los problemas mundiales pasa por reconocer la caducidad de un sistema capitalista que privilegia los intereses de una minoría y que si bien en determinados periodos puede asegurar un nivel de vida digno para las mayorías esto es a costa de pueblos periféricos que ya no apuestan a seguir sosteniendo con sus recursos a economías sangradoras que conducen a la Humanidad al desastre ecológico, moral, económico y político. Grecia se merece mejor suerte.
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