Los recreos que nos daban los papás allá por los años 70´s eran realmente una muestra médica comparada con la que los niños tienen que llevar hoy si quieren comer al menos una empanada, sin embargo alcanzaba, sobre todo si es que queríamos que alcance para comprarnos un sobre de figuritas del álbum de moda. He debido tener durante mi infancia unos 50 pero por razones que no recuerdo sólo pude llenar tres de ellos, el del mundial 78, uno fabuloso sobre la historia de Bolivia y el que más me gustó, El Maravilloso Mundo de la Ciencia.
Lo particular de éste álbum fue que se hizo muy popular, (no sé exactamente si por su interesante contenido o porque el primer premio era una mini moto), tanto así que el sorteo de los premios se transmitió "en vivo y en directo" a través de la añorada y casi desaparecida Radio Nueva América.
Esta emisora dominaba la mayor parte de la audiencia radial de aquellos tiempos y todo se debía no solo a su interesante programación en la que protagonizaban voces de la calidad de los desaparecidos Walter Peña o Lalo Lafaye entre muchos, sino porque era dirigida por Don Raúl Salmón de la Barra. Un periodista de enorme calidad, equilibrado y con alto raigambre en la población, tanto que las dictaduras de aquellos tiempos lo imponían como Alcalde de la ciudad de La Paz (antes de que hayan elecciones para estas autoridades) aprovechándose de su popularidad y logrando así algo de aceptación en la población.
Por su calidad profesional no sólo era protagonista frente a los micrófonos, ya había demostrado su talento antes, en las tablas de los teatros, escribiendo obras que hasta hoy son interpretadas, también destacó como autoridad edil.
Hombres así sólo abandonan la tierra en cuerpo, pues su legado perdura para siempre en la memoria de quienes tuvimos el gusto de conocerlos y disfrutar sus talentos puestos al servicio de la sociedad, y más cuando destacan en un área tan maravillosa como es la radiodifusón.
Son esas emisoras, cuya calidad van de la mano de quienes las comandan, las que traspasan los años como cuchillo a la mantequilla y sobreviven a la tecnología simplemente adaptándose a ella, en muchos casos aprovechándose de la misma para poder alcanzar más público y abarcar espectros que antes eran impensados.
Eso mismo hizo Radio Panamericana, que desde su creación en 1972 no dejó de trabajar hasta lograr ser hoy en día la radio bandera del país, y ampliando su audiencia al planeta entero gracias al Internet, manteniendo una línea periodística ideal, del lado de la justicia, imparcial políticamente y reflejando permanentemente la realidad nacional, sin necesidad de adornarla de acuerdo al color del poder de turno.
Todo esto fue posible gracias también a un hombre que vio en las ondas radiales la oportunidad de hacer Patria, y en su caso, de unirla, llegando a todos los confines con un solo propósito, integrar Bolivia.
Don Miguel Dueri fue modelo de boliviano, dejó también su legado a través de los micrófonos pero tampoco se quedó en ellos como única función, ya desde los 50´s con Discolandia dio a la música boliviana una oportunidad maravillosa de profesionalizarse, y a quienes disfrutamos de ella gozar con su mejor producto, sus discos de vinilo y casettes en aquel entonces hasta los Cd´s del presente. También demostró sus dotes de administrador en la hotelería y hasta sirvió al Estado como embajador.
Ya no escucharemos su carraspeado pero acertado comentario los domingos por la mañana, cuando atinaba a dar luces sobre temas de coyuntura y nos alentaba siempre a esperar mejores días para Bolivia. Don Miguel, su ausencia se sentirá enorme como la de todos aquellos que se fueron dejando su legado, sin embargo sabemos que lo que dejó es tan grande que su presencia se recordará eternamente. Que el Señor lo reciba donde llegan los grandes como usted y, que a quienes deja por ahora, sepan guardar su legado como usted supo mantenerlo.
(*) Paceño, stronguista y liberal
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