Miercoles 29 de julio de 2015
ver hoy
Se suele decir que hablando la gente se entiende; pero hay opiniones de buena tinta que relativizan o ponen sus reparos. Ciertamente, no todas las gentes saben hablar si hablar significa entenderse; ni todos los que hablan son "gentes" por lo que hace a la índole moral. De todo hay en este valle de lágrimas, y es antiguo como la planta humana en la insólita tierra que habitamos.
El diálogo auténtico, diálogo de buena fe, como el que Bolivia busca en Holanda para hablar con Chile, es siempre una relación horizontal. No puede haber cuando una de las partes subestima a la otra, como los "originarios" al resto de la población. Hay también instituciones donde por naturaleza el diálogo está proscrito. En la Policía y en el Ejército hay una jerarquía vertical con cadena de mando que sólo se rompe en situaciones especiales, como en Chaparina, para sofocar con violencia una marcha indígena. Y decir después: yo no fui.
Hablamos del diálogo común, del que se entabla entre gentes civilizadas para dirimir sus diferencias, hablando. Esto no quiere decir que sólo con palabras hay diálogo. Hay también ese otro que se expresa sin el lenguaje verbal. Adolfo y Claudina en La Chaskañawi "cruzaron sus miradas como el resplandor de dos aceros: en aquel momento se hablaron sus almas". Y en la actitud, ni que se diga. Ver las espaldas del desdeñoso, el gesto displicente del que se cree un dios, del que prefiere distraerse a cumplir su deber, esos, son también lenguajes que se entienden.