El Evangelio de San Marcos (6, 30-34) nos presenta a los discípulos del Señor, como continuadores de su obra, quienes al regreso de su apostolado, son invitados a retirarse a un lugar tranquilo para sopesar con calma los resultados de su misión, disfrutando de la intimidad del Maestro y, asimismo "porque eran tantos los que iban y venían, que ni aun tiempo de comer les dejaban". Así y todo, "como al irse los vieron y observaron muchos, de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel sitio, y llegaron antes que ellos".
"En desembarcando vio Jesús la mucha gente, enterneciéronsele con tal vista las entrañas, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a instruirlos en muchas cosas". La caridad del Buen Pastor es la norma del actuar evangelizador de Jesús que se olvida del reposo que buscaba, interrumpe el descanso, sin siquiera haberlo comenzado y emprende la ardua tarea de hacerse oír del gentío, les instruye, curando a los enfermos, bendiciendo a sus niños, consolando y animando, fortaleciendo la fe, pero asimismo llamando a la conversión, al cambio de corazón. Las multitudes parecen no saciarse de Jesús, y el Señor no se cansa de prodigarse. Él es el Buen Pastor.
Es fascinante atractivo hasta el extremo el retrato que Jesús nos hace de sí mismo, al presentarse como Pastor, a cuyo rebaño pertenecemos por el Bautismo. El capítulo X del Evangelio de San Juan es de un atractivo insoslayable, ya que empuja fuertemente al alma sincera a enamorarse de un Pastor que presenta tan excelentes características, porque es el mismo Cristo el que subraya 6 elementos que son típicos del Buen Pastor:
1. Conoce a todas sus ovejas, su carácter, sus cualidades, sus defectos y sus necesidades. Nos conoce en nuestros pensamientos, deseos, palabras, actos inclinaciones buenas y malas, flaquezas, necesidades. Lee con claridad en lo íntimo y secreto de nuestro ser.
2. Guía a sus ovejas, por el camino de la verdad y del deber, evitándoles todos los peligros, y si se extravía, la busca y la lleva suavemente sobre sus hombros, hasta el lugar seguro.
3. Va delante de sus ovejas, enseña el camino, la modestia, la mansedumbre, la obediencia, la paciencia, la caridad, el perdón de las injurias, y lo enseña más con sus actos que con sus lindas palabras.
4 Guarda y defiende a sus ovejas, vela día y noche sobre su rebaño contra los animales feroces y contra los ladrones.
5. Alimenta a las ovejas, busca para ellas los mejores pastos, les lleva a las fuentes más cristalinas y de aguas más sanas.
6. Da su vida por sus ovejas. El Buen Pastor nunca huye por grande que sea el peligro.
El ladrón, a diferencia del pastor, sólo viene para matar y robar (Jn 10,10). ¡Como ovejas sin pastor!, lo había escrito el profeta Ezequiel (34, 5): "se han dispersado faltas de pastor". Se cumplía la profecía: "Yo suscitaré sobre ellos un Pastor que las apaciente"... "He aquí que Yo mismo cuidaré de mi ganado y lo visitaré" (23, 11).
Frente a los malos pastores que dispersan a las ovejas porque buscan sin interés (Jeremías 23, 1-6), los discípulos de Jesús deben servir con la misma solicitud que el Maestro.
Las notas de los Malos Pastores que dio Cristo son éstas: 1) No son de ellos las ovejas; 2) no las conocen una a una por su nombre; 3) ellas no los siguen y se apartan de ellos; 4) no les importa mucho de las ovejas; 5) si ven venir al lobo, disparan; 6) lo que quieren es medrar o lucrar con las ovejas y aun a costa de ellas; 7) no hay el menor peligro que vayan a morir por sus ovejas. Y en otro lugar dijo que en el fondo son ladrones, que no entran en el redil por la puerta sino saltando la ventana, y que son como lobos disfrazados de ovejas -o de carneros-; aludiendo a la costumbre de los pastores palestinos de ponerse una chaqueta de piel de oveja (zamarra) para hacerse seguir por el olor. Él se puso la zamarra de nuestra carne para que lo siguiéramos; pero en Él no era disfraz, era realidad. El Mundo, que es el Mal Pastor por antonomasia, cuando usa palabras cristianas, fórmulas religiosas o chácharas altisonantes, es el gran lobo con piel de oveja (Las parábolas de Cristo, P. Leonardo Castellani).
Son muchos los obispos en los rebaños a ellos confiados para apacentar, que son permisivos con quienes han entrado a su grey como falsos pastores, mercenarios y salteadores, ladrones de almas, estos malos pastores dejan así a las ovejas que les han sido confiadas a merced de los lobos que se introducen a ellas (Cf. Infidelidades en la Iglesia, P. José María Iraburu).
Si tenemos malos pastores, es porque somos malos cristianos, mediocres y tibios, porque somos indiferentes al amor de Dios, orgullosos, con amor propio, pusilánimes, negligentes y cómodos. Si no suplicamos incesantemente al Buen Pastor que nos dé "pastores según mi corazón" (Jeremías 3, 15), los rebaños quedan a merced del Diablo.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
german_mazuelo_leyton@yahoo.com
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