Lunes 20 de julio de 2015
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Editorial y opiniones
A partir de los cincuenta llega la época para la reflexión
20 jul 2015
Maximiliano Corradi
Si sobrepasamos la edad de sesenta años, el tormentoso querer y el acuciar, que es propio de la juventud, debería haber disminuido. A partir de los cincuenta años la edad pasa a convertirse en edad madura; el verano tiende su mano al otoño. El hombre que ha madurado en el Espíritu vivirá, de acuerdo con el otoño que comienza, con más tranquilidad y cordura. Quien cree que tiene que recuperar algunas cosas, opinando que las ha omitido en la juventud, sucumbe al autoengaño. El autoengaño conduce a la decepción y a la resignación. Una ayuda para quienes están envejeciendo es: Aquel que desea recuperar la juventud envejece.
Sin embargo también en la vejez se pueden dar pasos de aprendizaje, pasos de la vida que al mismo tiempo pueden ser pasos de rejuvenecimiento. Deberíamos dar cada día un nuevo paso de aprendizaje, grande o pequeño, afirmando las fuerzas positivas que podemos extraer sobre todo de los Diez Mandamientos y el Sermón de la Montaña de Jesús. A partir de los cincuenta es el mejor tiempo para la reflexión. Quien ha pasado los 50 años ya no debería coquetear con el dejarse tiempo, sino que debería orientarse a los ideales espirituales, madurando para representar los valores correspondientes.