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Domingo 19 de julio de 2015

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Cultural El Duende

Luis Ramiro Beltrán: 57 años cronista de la patria

19 jul 2015

Este artículo fue publicado por Patricia Urquieta C. en marzo de 1999, en la víspera de la entrega de dos libros suyos. Un título actualizado, si se escribiera hoy, diría más bien... 73 años de ejemplo de periodismo y comunicación

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Con la tinta de imprenta en las venas y Papeles al Viento son los títulos que Luis Ramiro Beltrán se apresta a publicar. El primero, muy próximo a salir, es una recopilación de sus publicaciones periodísticas desde 1953; y el segundo, que ojalá no demore en aparecer, un conjunto de textos más bien literarios. Sobre todo del primero, del periodista, escribo estas líneas, aventajada por una suerte de primicia, antes de que digan lo suyo quienes siguen de cerca los escritos del ejemplar comunicador.

De este orureño excelso se ha dicho y escrito mucho, con sobrada razón teniendo en cuenta que personifica la distinción más alta que haya logrado un boliviano, el premio McLuhan. A pesar de haberme impuesto la actitud de no hacer referencia a la persona sino a su faceta de periodista-escritor, confieso que recaigo en ello. Es inevitable. Para comprender cómo escribe nuestro autor, los temas que prefiere, las preocupaciones que le habitan y su estilo en general hay que escudriñar en su vida.

Acerca de Con la tinta de imprenta en las venas, José Luis Exeni dice, en la introducción, que es un rescate valioso de historias y perfiles humanos que se convierten en el libro en "homenajes a la memoria, enemiga de la renuncia y del olvido". Por su parte, Mariano Baptista Gumucio, desde su actual escritorio en Santiago, ha escrito sobre Papeles al Viento: "espléndida cosecha del florido huerto que sembró Luis Ramiro con su corazón de pan y sus manos de alfarero".

Los senderos anchos del texto

La iniciación de Beltrán como periodista está presentada en el libro con el texto "Quiere ser periodista" -como diría su madre al llevarlo de la mano a los 12 años al director de La Patria-, que es un testimonio además de informativo paradigmático para los jóvenes que siguen o se proponen seguir el oficio; hay en este escrito muestras de lo que logra la dedicación y la disciplina. Allí se funda para el autor, sin duda, ese bregar propio del periodismo que nunca lo ha abandonado. La experiencia periodística se completa con algunas historias sobre La Razón de entonces, y las pocas dedicadas a la fugaz vida de Momento.

El texto tiene un carácter diríamos humanista, abunda en los viejos valores. Beltrán nombra y recuerda a sus amigos; nombre y apellido son parte de la persona; sencillos y anónimos son los personajes (sujetos) del relato. Pareciera que estos héroes del periodismo hubieran sido construidos por el autor, por sus ojos que miran con acierto y profundidad los hechos simples y cotidianos de la vida, y los convierte, con las teclas, en historias a veces épicas, cargadas de principios humanos que él insiste en reconocer en cada uno de estos amigos del gremio. Así, los temas que ocupan el texto son las vidas de quienes compartieron con él la suerte de ejercer "el más lindo de todos los oficios".

Beltrán: orureño para variar?

Muchas razones hay para escribir bajo este rótulo, y parece ser ésta la ocasión propicia. Ser orureño es toda una categoría de connotaciones como la sencillez, la bondad y la hospitalidad. El libro citado se refiere repetidamente a los colegas y amigos paisanos, el orureñismo es casi una línea temática en la segunda parte del texto: "...no consiguieron desvincularme de La Patria. Fui su corresponsal desde la sede del gobierno enviando mis despachos por telegrafía y sin aspirar a más remuneración que el placer de seguir siendo periodista y de no olvidarme de que era orureño" (i).

En general, el autor expresa libremente sus sentimientos de gratitud y añoranza por Oruro, aquel terruño al que ha vuelto con la memoria cada vez que escribió uno de los muchos textos que aquí aparecen, y que se alegra de recibirlo de tanto en tanto, generalmente acompañado de algún visitante curioso de ver personalmente qué mismo es este Oruro del que Luis Ramiro tanto habla.

El estilo

La prosa de Beltrán es cotidiana, diáfana, en él hay una buena economía de lenguaje: precisión, austeridad. También es amena, cargada de palabras simples y giros propios como son los quechuismos de nuestra lengua. Hay humor, buen humor, como el del propio Beltrán que escribe jovial, bien intencionado y elegante aún en el mejor de sus momentos -como fue Momento, un periódico para morir de risa. Lenguaje festivo, a veces lúdico y siempre vibrante.

Se revela una subespecialidad en la escritura de este libro. Parecería que Beltrán es el experto en trazar, de manera exacta y sensible, la silueta de los que desaparecen. En la segunda parte del texto hay como diez escritos que bien podrían ser extensos epitafios. Tal vez por eso ha recibido y todavía recibe tanto homenaje, porque él mismo se relaciona con las personas que conoce a través del homenaje. Seguramente por lo desagradable que debe ser enterarse de la muerte de un amigo cuando se está lejos de la patria, surge el ansia de revelar por escrito el sentimiento íntimo; en vez de llorar la pérdida en silencio, Beltrán escribe y da testimonio público de quién fue aquella persona querida.

Un apunte más sobre este aspecto. Hay en la prosa del autor algo así como un estilo cinematográfico -por usar una figura-, parecería que su narrativa transcurre en un tiempo real, va contando pausadamente, sin apuro, llano a momentos...

El compendio es de casi 50 años, sin duda que hay una amplia variedad en la escritura, sin embargo el estilo es siempre el mismo: elegante, sencillo, profundo, muy periodístico sí, y con profundos trazos literarios.

Sin embargo...

Lo más saliente e insistente en el texto en cuestión es su vena periodística. Él tiene definitivamente aquello que da nombre al libro: la tinta de imprenta en las venas. Es el afán investigador lo que hace de fondo en todo lo que escribe, el denominador común en los textos es la profundidad, el dato, el cúmulo de información. Beltrán es un especialista en la investigación. El discurso con que recibió el Premio Nacional de Periodismo 1997 es una muestra de esta característica suya: estadísticas y cantidad de datos pertinentes a lo que desea transmitir, la situación comunicacional del país, en aquel caso. Fruto de la investigación son también su Panorama de la poesía boliviana (publicada en Colombia por la SECAB en 1982), obra de 710 páginas, cuyo aporte es -según Armando Soriano- una bibliografía de 400 fichas que versan sobre nuestra poesía; y lo mismo El gran comunicador Simón Bolívar (editada por Plural en La Paz y ya agotada), calificada por su prologador, el venezolano José Luis Salcedo-Bastardo, como el estudio más moderno, científico y extenso sobre el tema; Salcedo-Bastardo llama al autor experto, tras admirar el entramado teórico y esquemático de la obra.

Finalmente, y también muy vinculado al quehacer periodístico, analicemos la titulación. Beltrán cae en lo que debe ser vicio para muchos; el libro entero está colmado de ellos, cada capítulo se inicia con un antetítulo. Algunos subtítulos muy divertidos: "Peligro, leche a la vista", "Y de yapa, hasta varita", "Primicia con la Nemesia", "Maaaaaaambo", en fin.

Periodista, la condición irrenunciable (ii)

¿Qué tenemos antes de Beltrán-MacLuhan? Un periodista. ¿Qué hay después de Beltrán-MacLuhan? El mismo periodista. Las memorias de papel sábana de Luis Ramiro Beltrán, que conocemos con el título Con la tinta de imprenta en las venas son -Exeni nuevamente- un libro especialmente sabroso para gozar de la historia del periodismo boliviano. Así como Nacionalismo y Coloniaje de Carlos Montenegro muchos considerarán éste como otro texto obligatorio para los comunicadores y periodistas universitarios.

Algo más. Resaltar que en su estilo y habilidad para escribir no ha habido mucho cambio en los 45 años de escritura que encierra este su libro, de 1953 a 1998. ¿A qué se debe? Sin duda a la disciplina y autoexigencia propias de él, pero también al talento que devino en el gran periodista.

En un texto dedicado a su padre (iii), que es el primero, escrito a los 13 años se anuncia un gran escribidor, el que hace pocos meses, más de medio siglo después, al recibir el Premio Nacional de Periodismo 1997 dijo: "Desde que comencé en La Patria de Oruro a los 12 años de edad como aprendiz de reportero no he dejado de ejercer -en un grado u otro y en diversas formas- el más lindo de todos los oficios... Hijo de periodistas como soy, debo haber llegado al mundo -como dicen- ´con la tinta de imprenta en las venas´ porque sigo tocando a menudo y con pasión los teclados que anuncian cotidianamente al alba". Ya no solo para el periódico orureño, sino para todos los bolivianos, Luis Ramiro Beltrán sigue escribiendo, medio siglo y más de buen periodismo.

(i)Tomado de "Quiere ser periodista", en Parte I de Con la tinta de imprenta en las venas.

(ii)Tomado del discurso al recibir el Premio Nacional de Periodismo 1997.

(iii)"Padre, un vago recuerdo de tu figura conserva mi memoria entristecida. Era tan niño cuando se realizó tu partida, que apenas logro bosquejarla, pero lo que jamás se borrará padre mío, es el ejemplo de tu vida, olvidando acaso de los tuyos para defender la bandera de tu patria. Y los hijos que dejaste no podrán menos que seguir tu huella, siendo hombres leales, trabajadores y valientes. Hoy que recordamos ya con la conciencia formada el décimo aniversario de tu fallecimiento, he querido dedicarte mi primer trabajo y creo que tú que desde el cielo nos miras has de sonreír viendo que si tu sacrificio fue estéril para la patria, no ocurrirá lo mismo con tus hijos que tratarán de poner bien en alto el nombre glorioso que por herencia les dejaras. Paz en tu tumba fría y gloria a Ti en el corazón de tus hijos". La Patria, 1943.

Patricia Urquieta Crespo. Comunicadora y especialista en temas de la cultura.

Docente investigadora de CIDES-UMSA.

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