Domingo 12 de julio de 2015
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Después de la última victoria en las elecciones generales, militantes y simpatizantes del partido de gobierno comenzaron a soñar en la eternidad del poder para el MAS. Ciertamente con un 60 por ciento en las urnas, cualquier partido puede soñar que su vigencia estará asegurada por mucho tiempo.
Lo anterior es legítimo pero tiene sus límites. Límites que la militancia masista no puede o no quiere considerar.
MESIANISMO POLÍTICO
De un tiempo a esta parte, las loas, alabanzas y consideraciones hacia el líder indiscutible del Instrumento por la Soberanía de los Pueblos ha ido subiendo de tono. Si bien su excelencia es legítimo merecedor de diferentes alusiones y adjetivos positivos por parte de admiradores nacionales y también internacionales, estas deberían ser moderadas y cautas, porque el exceso lleva a cierto tipo de endiosamiento, y esto último alimentado por ceremonias de entronización y bendición propias de la cosmogonía andina en Tiwanaku.
El evidente liderazgo que ejerce el presidente sobre muchos sectores sociales, crece desmesuradamente con declaraciones como las del vicepresidente cuando señala que la vigencia de su excelencia en el país mientras duren las acciones jurídicas en La Haya es imprescindible. Entonces se hace ver al primer mandatario como un mesías o un enviado divino. Pero, además el último spot radial y televisivo señala que junto a su Santidad Francisco, Don Evo es un líder mundial que coincide en sus afanes con el Papa. Esto último es altamente discutible, pero a la vez es sólo una muestra de cómo se maneja la propaganda.
