Con mucha frecuencia se observa que una serie de proyectos quedan postergados en su inicio, otros en el proceso de su realización y una buena cantidad no son terminados, peor aún, se cuenta de algunos que con pago anticipado y debidamente financiado, después de la "piedra fundamental" no recibieron ni un ladrillo.
Estos hechos negativos son el resultado de la falta de coordinación entre autoridades, instituciones y empresas que tienen que ver con algunos emprendimientos planteados por los vecinos por necesidades de servicios básicos pero que no son aquilatados en su justa proporción por autoridades y funcionarios y por lo mismo están fuera de la coordinación de empresas, algunas que se presentan legalmente a las licitaciones, que se adjudican contratos, cobran adelantos y lamentablemente, no cumplen responsabilidades asignadas.
Se demora mucho en tomar decisiones y cualquier obstáculo por insignificante que fuera se transforma en una gran barrera para encarar los trabajos y ejecutar los proyectos, todo por falta de coordinación entre niveles superiores con organismos de base y de ambos con los responsables de ejecutar contratos.
Parecería que por esta secuencia de los procesos de licitaciones, contrataciones y ejecución de obras, todas con una serie de alternativas burocráticas, pesadas cargas en trámites y en costos, se hacen proyectos, se los promociona ante la comunidad como soluciones a problemas reales, pero los mismos no avanzan por la costumbre de buscar lo más fácil, sin enfrentar y eliminar trabas que son en su generalidad, las mismas piedras que ocasionan frecuentes tropezones.
Lo que mencionamos es parte de lo observado en varios intentos de realizar proyectos, varios que comenzaron, se prolongó su ejecución por muchísimo tiempo y no concluyeron felizmente. Caso del distribuidor vehicular y la doble vía hacia Vinto u otros que no pasan de la buena intención, como el Puerto Seco con un avance mínimo en su infraestructura o el Mercado Central que teniendo los predios definidos sólo quedó en una antigua maqueta, mientras los comerciantes han convertido las calles en un gran mercado persa.
Pero el tema nos lleva a otro proyecto sumamente importante y que hasta fue objeto de promoción proselitista de candidatos a los cargos de autoridades, el embovedado del canal Tagarete, el mayor foco de contaminación que amenaza la salud de la población, divide la ciudad y frena el desplazamiento vehicular en un extenso espacio de la zona Este, cuando podía ser una moderna avenida que facilite el tráfico de motorizados en cuatro direcciones y deje de ser un maloliente canal de aguas servidas y una trampa al crecimiento urbano.
Se menciona ahora que el financiamiento para embovedar el Tagarete estaría condicionado a la construcción de una planta de tratamiento de aguas ácidas que se originan en la mina San José, fluidos que recorren por todo el canal hasta desembocar en el lago Uru Uru sin un tratamiento adecuado.
El asunto tiene indudablemente un sentido estrictamente técnico por lo mismo debe ser considerado en esa dimensión, pero el hecho no debe ser impedimento para postergar el proyecto en sí, pues ambas cosas pueden marchar de forma paralela, aunque lo primero debe ser salvar el financiamiento de la CAF y lograr un soporte especial para establecer la planta de tratamiento de aguas ácidas. Técnicamente según se estima, embovedar el canal demandará cierto tiempo que puede ser aprovechado para habilitar la planta de tratamiento. El problema es financiero y a eso deberían dedicar su atención nuestras autoridades y técnicos. Lo importante es que se coordinen tareas sin postergar el proyecto.
Fuente: LA PATRIA
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