Camboya es un país enclavado en el Sudeste de Asia. Su origen como Estado se remonta al Siglo IX a partir de la etnia khmer, ligada por diferentes vínculos a Laos, Tailandia y Vietnam. Después de muchas vicisitudes, en 1953 se proclamó su independencia. En principio se constituyó una monarquía, pero el desarrollo de su historia se convirtió en el mayor genocidio después de los horrores nazis, mucho más de lo que después pasó en la desaparecida Yugoslavia. Las ciudades fueron desocupadas a la fuerza por huestes de corte maoísta y la gente trasladada al campo en una suerte de colectivización forzosa totalmente ajena a la naturaleza del marxismo y de los principios comunistas (1975-1978).
Los hechos hablan con claridad diáfana de algo frecuente en los siglos XX y XXI. Referirse a situaciones de hace 40 años podría parecer anacrónico, pero si no hablamos de ellas, entonces podrían repetirse con toda su brutalidad. Con la participación de China, cuya Revolución Cultural de 1966-1976 merece un análisis particular, en Camboya se repitió, con sus particularidades, un experimento social criminal a nombre del comunismo.
La camarilla de Pol Pot y Ieng Sary exterminó a más de 3 millones de seres humanos. En las cárceles del régimen fueron atormentados hasta morir más de 300 mil obreros y funcionarios del Estado. Al genocidio en masa fueron sometidos las minorías nacionales, el estudiantado y la intelectualidad, además de la clase obrera. El siniestro experimento social implicaba construir la nueva sociedad a partir de cero, desechando los principios marxistas que hablan de que una nueva estructura socialista se hace posible a partir de lo que ya está hecho, respetando las leyes objetivas del desarrollo social. Hubo una distorsión grave del paradigma marxista. Fue la exteriorización de un dogmatismo reaccionario. Se liquidaron las ciudades y sus habitantes, tipificados de burgueses, se destruyeron las estructuras económicas, se suprimió el comercio y el dinero, volviendo al pasado de hace 10 mil años. La sociedad debía ser de corte militar, basada en cooperativas falsas y en el trabajo manual, poco tecnologizado y por ende improductivo. El consumo se redujo al mínimo. En realidad, el Manifiesto Comunista fue reducido a un panfleto sin valor.
Los vecinos de las ciudades fueron obligados a viajar al campo con sus escasas pertenencias, obligados a un proceso de "reeducación cavernaria". Pero también hubo privilegiados del primer nivel: los funcionarios afines al régimen despótico, los que gozaban de prebendas, los del segundo escalón estaban relativamente beneficiados y los del tercero en condición de esclavos. Casi todos los intelectuales fueron exterminados sistemáticamente en campos de trabajos forzados sin las mínimas condiciones de sobrevivencia. Los horrores llegaron al extremo: los cadáveres mutilados se acumulaban en cantidades deplorables fuera de los lugares de trabajos forzados.
Al liquidar a la intelectualidad vieja, los polpotianos hicieron lo posible para que no pudiera surgir una nueva llevando al extremo el oscurantismo teórico y político. El sistema de educación en el país se redujo a media hora al día. En las clases, los alumnos coreaban consignas pseudo-revolucionarias y el resto del tiempo lo dedicaban a trabajos agrícolas. La práctica de la explotación inhumana se reveló en cooperativas creadas en tierras vírgenes donde la gente trabajaba hasta 16 horas al día con una mísera ración de arroz con agua. Los famélicos y desnutridos que no podían cumplir labores de esclavos eran asesinados. En el terreno de la política exterior provocaron a Vietnam y finalmente las huestes polpotianas fueron aplastadas por la resistencia popular y la intervención militar de este país en 1979.
En base a estos hechos horrorosos se debe entender que la culpabilidad de China nunca fue castigada en tribunales internacionales. Ellos armaron a los criminales y después se lavaron las manos. Los horrendos actos de exterminio fueron castigados sólo levemente y los grandes culpables como Pol Pot y Ieng Sary fueron protegidos cínicamente. Definitivamente, se debe afirmar que el comunismo está para redimir a la gente y no para maltratarla, que no es un regreso al pasado, sino la construcción del presente y futuro en base al respeto a la libertad humana. Lo demás son deformaciones fascistas.
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.