Jugadores en colores, jugadores en blanco y negro?
10 jul 2015
José Luis Bolívar Aparicio
La televisión en colores era en Bolivia tan novedosa, que cuando empezaron a aparecer en los cielos paceños esas antenas como esqueleto de pescado sin duda alguna cambió el paisaje urbanístico de la ciudad, muy de a poco, pausadamente, pero con paso firme y así se quedaría hasta mediados de los 90´s cuando la televisión por cable también cambió el paisaje de las alturas de la ciudad, sólo que esta vez a través de los millones de postes que generan esas particulares "ch´ipas" negras que tan mal se ven pero que son una característica tan propia de nuestras urbes.
Mi mamá hizo unos esfuerzos enormes para que a mediados del año 1982 vayamos a la calle Eloy Salmón, donde en aquellos tiempos, unos precarios puestitos callejeros ofrecían al público sobre todo radios a transistores, qué diferente era esa ruta entonces, con las casi 5 cuadras de hoy llenas de galerías enormes que ostentan los más modernos equipos electrónicos al alcance de quien pueda comprarlos. Los pocos puestitos que ofrecían televisores no pasaban de 10 y el más grande a la venta sería uno de 21 pulgadas. Era demasiado para nosotros, así que mamá optó por comprar un NEC ColorNec de 12" que para mí era lo más parecido a la misma gloria. Esta compra ostentosa sin embargo, tenía un objetivo, ver el mundial que se venía en los próximos días en tierras españolas y que captarían la atención de medio mundo durante el próximo mes.
Mi televisor era a colores pero nunca pude ver ni uno, puesto que al vivir en Miraflores, este barrio se conocía por aquel entonces como "zona negra" debido a que el cerro a nuestras espaldas nos ocultaba de la única antena en la Ceja de El Alto y por lo tanto la señal llegaba en condiciones deplorables a ese sector de la ciudad. La intención fue buena pero ella no alcanzó y, aunque mi aparatito era a todo color vi el Mundial ´82 en blanco y negro como seguramente la gran mayoría de bolivianos de aquel entonces.
Pero este detalle visual no fue óbice a la hora de disfrutar del que, según yo, fue uno de los mejores mundiales de la historia, jugado a pleno con equipos maravillosos, con selecciones que por primera vez llegaban a la cantidad de 24 y sobre todo con figuras que destacarían tanto dentro como fuera de la cancha. Tuvo sus cosas buenas, como sus cosas malísimas, como aquel empate entre Austria y Alemania -a la larga vice campeón de este torneo - para dejar fuera de la competencia a una sorprendente Argelia y puntos altos como la Francia de Platiní o la última selección del Perú que era un gusto ver jugar, aunque le vaya tan mal como le fue.
Pero el equipo a ver, el equipo a disfrutar, el encargado de dar el show y llamado a ser el campeón del torneo era sin duda O Time, O rei do jogo bonito, la selección verde amarela de Tele Santana cuyas fulgurantes estrellas estaban entre Carlos, Toninho Cerezo, Eder, Junior, Edevaldo, Socrates, Falcao y Zico, entre otros y que realmente llenaba los ojos de fútbol. Lastimosamente este equipazo se fue temprano, en un partido que a nosotros nos tocó ver al mediodía y en el que un 3 a 2 como marcador señalaba el camino de quien iba a seguir en competencia y se llamaba Italia.
Si, el equipo que a la postre se coronaría como rey del mundo del balompié destrozaba las ilusiones del pueblo brasileño gracias al Hatch Trick, el goleador del campeonato, un Paolo Rossi imparable, dueño de una delgadez extraña pero con una gambeta y un remate seco formidable que muchas alegrías le dio al país de la bota.
Este Paolo Rossi, luego venerado como debía ser por su pueblo, tiempo antes, había sido suspendido por dos años por la Federación Italiana, por un acto que en la actualidad gracias a la influencia de la redes sociales y la mediates del deporte, le habrían costado la carrera y el futuro y, probablemente no hubiera jugado aquel mundial, o quizás sí, pero en otras condiciones. Un escándalo que además les costó la categoría al Lazio y al Milan lo alejó de las canchas, ¿su pecado?, apostar contra sí mismo en las quinelas deportivas (loterías de apuestas muy populares en aquellos momentos, incluso en nuestro país), afortunadamente para su patria y los fanáticos del buen fútbol llegó justo al torneo, y pese a no estar muy despierto en la primera ronda, cuando lo hizo destrozó a quien se puso en su camino y pasó a la historia como lo hacen los grandes, en los partidos donde sólo ellos saben jugar y soportar el peso de este tipo de encuentros, estando a la altura de los acontecimientos y mostrando su temple de grande.
Hoy en día un país entero está en un debate futbolero de no entenderse, y es my difícil hacer números a la hora de saber quién está de que lado y quién apuesta por quién. El protagonista del debate tiene un nombre escrito con letras de oro hace mucho tiempo, Leonel Messi y la polémica desatada también tiene su argumento. Debe seguir formando parte de la Selección Argentina, quién ya dio muchas muestras de que aun siendo (sin lugar a duda alguna) el mejor jugador del mundo, no rinde a su nivel cuando viste la albiceleste y no puede ganarse a sí mismo antes de ganarle al rival.
En lo personal, no creo tener una respuesta, nisiquiera, de entender qué es lo que le pasa, pero sí sé lo triste que es verlo en los partidos donde es el llamado a liderar y dar de sí lo mejor, demabulando por el terreno sin norte ni sentido. En la final ante Chile, en la Copa América reciente, me hacía recuerdo a aquella escena en la película de Spielberg, Salvando al soldado Ryan, durante la toma de la playa en Omaha, Normandía, el Capitán Miller cae víctima del estruendo de una explosión, y ensordecido por el impacto, queda tendido en la arena y divisa a lo lejos, un soldado tan perdido como él, levantando su brazo y caminando sin sentido, sin conciencia, hasta que un proyectil lo alcanza y lo mata. Messi estaba igual, no sabía lo que le pasaba y esperaba que el silbato arbitral también mate el partido para que acabe su suplicio.
El final de ese partido lo conocemos todos, y la tristeza argentina durará hasta que le llegue la revancha, quizás esté Messi o quizás no, y el tiempo dirá si él mismo se da la oportunidad de una revancha, mientras tanto su deuda con su pueblo y con el fútbol es tan grande como la vitrina de trofeos que luce o la cuenta bancaria que sigue, crece y crece, pero los que entendemos algo de fútbol, sabemos que a la altura de los verdaderos grandes como Rossi, nunca va a poder estar.
(*) Es paceño, estronguista y liberal
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