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Sábado 04 de julio de 2015

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Jesús y la purificación del cuerpo

04 jul 2015

El Alquimista

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Transcribimos del "Evangelio de La Salud", por el apóstol Juan, contenido en los "Rollos del Mar Muerto", enseñanzas de Jesús sobre la purificación del cuerpo humano.

"Ante todo buscad al Ángel del aire, el aire fresco y puro de los campos, de las arboledas, montañas y playas. En verdad os digo, el aire es el principal alimento del hombre. Muchos días podéis soportar sin comer, mas unos pocos segundos sin aire, bastan para que os muráis.

Descalzad vuestros pies y desvestid vuestro cuerpo, para que el aire puro bañe vuestra piel. Este baño de aire debéis tomarlo lo más frecuentemente posible, pues, desde el principio del mundo, la piel está habituada a ser bañada por el aire. Respirad larga y hondamente, para que el Ángel del aire penetre en vuestros pulmones y cargue vuestra sangre con la energía vital y con sus saludables componentes. Debéis saber que el Ángel del aire limpia vuestra sangre y todas vuestras entrañas, eliminando las toxinas e impurezas, que son la causa precisa de las enfermedades y dolores que os aquejan. Así como el aire y el fuego queman las malolientes basuras, así el aire y el calor queman dentro de vosotros las fétidas impurezas, tornándose el aliento en perfumada fragancia.

En verdad os digo, ningún hombre puede llegar jamás a la presencia de Dios si el Ángel del aire no le permite el paso. Es decir, si no se ha sometido previamente a una prolija depuración física y moral. Así, inmaculadamente limpio de cuerpo y alma, el hombre puede presentarse dignamente en la Corte Celestial, ante el Trono del Rey de los cielos.

Después del Ángel del aire, buscad al Ángel del Agua. Descalzad vuestros pies, desnudad vuestros cuerpos y sumergíos en el líquido elemento, para que el Ángel del agua bañe toda vuestra piel, con benéfica influencia sobre todos los órganos internos. De cierto os digo, que el Ángel del agua aseará todo vuestro cuerpo, quedando limpio de manchas e impurezas hasta las profundidades de los poros. Así como las veloces aguas del río lavan la suciedad de la ropa, de la misma manera la viva corriente del agua, limpia y asea vuestro cuerpo de todas las manchas e impurezas. Pues grande es el poder del Ángel del agua, cuando esté corriendo libremente en veloces arroyos y ríos, donde ella se oxigena, santifica y depura al chocar de continuo con obstaculizantes rocas, para ofrecerse como la más sana de las bebidas al hombre, prestándole, además, sus dinámicas fuerzas para mover sus molinos, los cuales muelen el trigo de vuestro pan cotidiano. Pero no es suficiente que el Ángel del agua os asee sólo exteriormente; el aseo interno es más importante.

En verdad os digo, así como el Ángel del agua asea y estimula el cuerpo externo, de esta misma manera el agua fresca y pura, refresca y asea el cuerpo interno. Debéis beberla en abundancia y preferirla ante cualquier otra bebida, pues el agua es preparada por Dios y jamás puede ser superada por ninguna bebida artificial hecha por el hombre. El agua pura y cristalina no sólo os apaga la sed, sino también os alimenta y estimula por los numerosos ingredientes que contiene. Además, os refresca, lava y asea vuestros órganos digestivos, normalizando la temperatura interna, evitando la fiebre interna, estimulando la digestión y la pronta evacuación. Esta explicación os convencerá: más importante es el agua pura y fresca por adentro que por afuera, pues, las impurezas internas del cuerpo son mucho mayores que las externas. De allí que aquel que sólo asea el cuerpo exterior y deja sucio el interior, se asemeja a aquellos sepulcros blanqueados, limpios por afuera y sucios por adentro, llenos de inmundicias y abominaciones. Pues es preciso que el Ángel del agua os bautice tanto por afuera como por adentro, para que estéis completamente limpios y libres de focos infecciosos, causantes de graves enfermedades. Es muy conveniente, que periódicamente os hagáis lavados intestinales mediante delgados caños, unidos a un recipiente colgado en lo alto, por donde el agua penetre con facilidad dentro de vuestras entrañas. Dejad permanecer el agua un buen rato adentro del intestino para que alcance a ablandar y despegar los excrementos adheridos a las superficies intestinales, suplicando al Ángel del agua para que asee prolijamente vuestras entrañas y desaloje de ellas todas las impurezas que, al permanecer adentro, infectan todos vuestros órganos, que no tardan en funcionar mal, ocasionándoos enfermedades, dolores y una muerte prematura. Dejad que el agua se desaloje de vuestras entrañas y arrastre consigo todas las inmundicias que os ensucian. Luego arrodillaos agradeciendo al Padre por haberos enviado al Ángel del agua, el cual os ha librado de vuestro desaseo interno y externo, y os concederá el pase, para que podáis presentaros dignamente ante el Trono del Altísimo.

Si tenéis la fuerza de voluntad de ser perseverantes en vuestro propósito de no pecar más contra la Madre Natura, los divinos Ángeles del aire y del agua os servirán durante toda vuestra vida, la que se desenvolverá plácidamente, gozando de una buena salud, de prosperidad, de una larga vida y de una inefable dicha de vivir".

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