Después de una serie de hechos que tienen que ver directamente con la economía de la población e indirectamente con los planes financieros del Estado para regular cuestión de precios, abastecimiento de insumos, elaboración de productos, caso de la harina y el pan o en su caso compra y venta de alimentos como la carne y de por medio el componente del pago de los impuestos, se han generado algunas reacciones lógicas entre quienes utilizan sus salarios para cubrir las necesidades que importa la canasta familiar que pese a ciertas previsiones sigue en desequilibrio entre lo que se gana y lo que se gasta.
A este desajuste innegable en materia económica, debido a la desaceleración en la percepción de ingresos por la caída en los precios internacionales de materias primas, caso del gas, principalmente pero también de los minerales, la figura de la bonanza fiscal se mantiene en un nivel de enorme expectación por parte de la ciudadanía, pensando que este problema cíclico podrá ser combatido y neutralizado utilizando parte de esos recursos inscritos como la reserva estratégica del país.
Frente a estos hechos la reacción de las autoridades que manejan las finanzas públicas apunta a ciertas soluciones de orden práctico, como plantear en el caso de la extracción de materias primas un incremento en los volúmenes productivos como lo han entendido en el ramo minero, mientras que en el campo gasífero el fuerte apoyo estatal permitirá conjurar la situación, más aún con el hallazgo de otro pozo petrolífero que asegura ingresos extraordinarios.
Otro aspecto que emerge de la situación crítica, es la posibilidad de ejercer cierta presión fiscal en materia impositiva, aunque el asunto estaría dirigido a quienes en la actualidad cumplen con sus tributos y no a un enorme contingente de comercio que alineado en la informalidad es el mayor evasor de tributos al Estado.
Se observa que una medida de fácil aplicación, puede ser la de incrementar los impuestos, pero deberá cuidarse de no afectar a los contribuyentes que pese a muchas restricciones cumplen sus obligaciones. La solución debe partir de aplicar políticas más agresivas para reducir la evasión y aumentar la recaudación pero con más contribuyentes que los hay por miles y que siguen mimetizados en el Régimen Simplificado o peor aún, son informales completos, aunque sus operaciones demuestran todo lo contrario.
Hay que ampliar el universo de contribuyentes incorporando al sistema a los escurridizos comerciantes y gremiales que manejando grandes capitales, se mimetizan entre los "pequeños" vendedores en las ferias de mercado cuando son parte de un sector que opera con grandes capitales y lo muestra en la mercadería que vende, línea blanca en toda su variedad, electrodomésticos, sofisticados equipos de sonido, modernos y gigantes televisores, computadoras y celulares, es decir mercadería de alto valor, no precisamente del régimen simplificado.
En esa materia de mejorar los ingresos vía impuestos, la solución está en generar más impuestos con mayor número de contribuyentes, pero también se menciona la necesidad de aplicar normas especiales para reducir el gasto público y destinar los recursos a cubrir prioritariamente lo que demanda la población y que se trata de servicios públicos, agua, luz, alcantarillado, calles en buenas condiciones, centros educativos y de salud, áreas de esparcimiento, en el orden enumerado.
Hay que aplicar una política de restricciones en los gastos del Estado, de modo que se cumplan los fines de equidad y responsabilidad social para equilibrar las obligaciones y aprovechar los beneficios.
Fuente: LA PATRIA
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