A propósito del inicio de la vacación de invierno para el sector estudiantil del país, que resulta más un periodo de previsión y cuidado para la salud de los estudiantes y un descanso obligado de medio año en las actividades educativas, es al mismo tiempo un corto descanso pedagógico que favorece al sector docente.
La vacación que mencionamos puede empero ser también un motivo de especial movimiento para algunas familias que buscan "escapar" del crudo invierno de la zona occidental y gozar de buen clima en los valles o el oriente, lugares donde se programan viajes y amplía la idea de incentivar en el país una política de turismo interno que permita cumplir objetivos más amplios y no sólo el cambio de clima en cortos periodos.
En realidad en nuestro país, salvando algunas excepciones muy reducidas, no existe la "cultura vacacional", es decir que no se practica a nivel familiar y menos en orden colectivo planes de vacaciones internas, vale decir en nuestro mismo territorio, para aprovechar no sólo las ventajas de clima, sino de cubrir la ansiedad de conocer el país, sus bellezas, sus sitios culturales, históricos o expresamente de atracción turística, es decir de reposo, y el descubrimiento de la riqueza que tenemos, incluso sin salir de los límites departamentales.
No se propugna desde ningún nivel institucional la posibilidad de programar para ciertos periodos del año, según se presenten las oportunidades de descanso y realizar viajes debidamente organizados, planeados con suficiente tiempo, de modo que inclusive se planifique en el núcleo familiar la costumbre de crear un ahorro común para el tiempo de las vacaciones, una actividad que en otros países es parte de una política de Estado y muy bien practicada por la comunidad que sabe del beneficio de darle reposo al cuerpo y al espíritu, que mejor si se cumple tal programa familiarmente.
Hay varios aspectos que todavía influyen en desanimar a realizar viajes vacacionales, uno principal es el de orden presupuestario, en muchos casos los ingresos cubren casi de manera regular las más premiosas necesidades de la manutención familiar, alquileres, alimentación, salud y educación, vestimenta y otros detalles como transporte y mínima diversión, por lo mismo no se puede hablar de ahorro y menos pensar en un gasto extraordinario de un viaje de vacaciones de orden familiar.
Hay diferencias socio económicas, especialmente aquellas que marcan el nivel de vida en el país y que están por debajo de las posibilidades de crear presupuestos extraordinarios para satisfacer la ansiedad de viajar, descansar y gastar, lo que hace más difícil pensar en gastos que resultan extraordinarios y que ejecutados fuera de orden alteran los presupuestos de los clanes familiares.
Sin embargo hay una eventual solución al tema a través de la aplicación de programas de turismo interno, incluso primero local y más adelante nacional, pero bajo una debida planificación profesional, que tome en cuenta tiempo, recursos y posibilidades económicas en cada caso, pero inicialmente generando una motivación colectiva por el uso de una merecida vacación.
Hay necesidad de abrir puertas al desarrollo del turismo local y doméstico como una oferta de temporada, estudiando segmentos económicos de la colectividad para inducirla a descansar conociendo las bellezas de su distrito a precios accesibles a un ahorro metódico que puede ser parte de una costumbre que arraigándose paulatinamente produzca un doble efecto, bienestar de la gente y una nueva forma de hacer turismo social.
Fuente: LA PATRIA
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