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Domingo 28 de junio de 2015

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Revista Dominical

Ese misterio llamado muerte

28 jun 2015

Ximena Miralles Iporre - Directora de LA PATRIA

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Una chica decide suicidarse y alguien cuelga por ella las fotografías, con la imagen de antes de hacerlo y después, donde supuestamente ya está muerta, presuntamente porque una muerta no podría tomarse fotos, mucho menos subirlas al Facebook.

Fuera de la discusión de si la foto era o no auténtica, en la red social se desató otro debate, pues algunos repudiaron a la persona que compartió la foto, que además justificaba y apoyaba la decisión de quitarse la vida, otros rechazaron el hecho del suicidio y algunos más expresaban su lástima por la chica.

Aún está en discusión el hecho de que el suicidio es de cobardes o de valientes, porque para asumir la determinación de quitarse la vida hay que tener coraje, pero el hecho de hacerlo para escapar de los problemas que a todos se nos presentan en la vida también es una cobardía, pues para eso estamos en este mundo, para enfrentar los dilemas, superar los obstáculos y con todo ello ser felices.

La muerte es un misterio y desde siempre ha causado curiosidad, porque los humanos no sabemos qué hay más allá, algunos no quieren ni mencionar el tema, otros sienten curiosidad y algunos ven el asunto con temor, lo cierto es que para muchos es un enigma por resolver.

Se dice que hay gente que presiente su muerte y aprovecha para despedirse, otros más, como los enfermos con patologías terminales ya saben que tienen los días contados en este mundo, existen quienes se deprimen, pero otros aprovechan hasta el último minuto para no dejar cuestiones pendientes.

Todos y cada uno de los seres vivos tenemos al lado a la muerte, como compañera permanente, pues nunca sabemos qué día nos llevará a sus dominios, es por eso que debemos vivir cada segundo, cada minuto, cada día, como si fuera el último, disfrutar de lo que hacemos y a nuestros seres queridos, decirles frecuentemente lo que sentimos por ellos, no guardarnos un te quiero o un te amo, que salga desde nuestro espíritu con sinceridad y espontaneidad, porque cuando alguien muere ya es tarde para arrepentirnos.

No sabemos a ciencia cierta lo que ocurre o lo que hay después de la muerte, lo cierto es que el cuerpo descansa finalmente, pero quienes quedamos vivos sufrimos porque extrañamos a la persona que nos dejó, porque no la veremos más y todo lo que se compartió con ella viene a la memoria dejando una especie de vacío en los corazones es por eso que lloramos, añoramos y experimentamos melancolía.

Sin embargo, la vida continúa y quienes quedamos tenemos que continuar, no podemos morir en vida porque si estamos en este mundo es porque nuestra misión aún no se completó, por lo que se debe pasar por todas las etapas del duelo para superarlo y seguir viviendo.

Según la psicóloga Pilar Sordo, en su libro Bienvenido dolor, existen cuatro etapas en el duelo, que son: el shock, la rabia, la pena y la reconciliación, las cuales se deben ir superando una a una para dejar atrás el dolor, para que este sentimiento no nos invalide y nos paralice. Sin embargo, cuando más se sufre una pérdida es cuando dejamos algún asunto pendiente con el o la que se va, por lo tanto, es útil seguir el consejo de decir a quienes amamos lo que sentimos, lo que esperamos y disfrutar de su compañía todo el tiempo posible, debemos concentrarnos en lo que es importante, más que en lo urgente.

Sordo asegura que el cáncer sana, porque sostiene que al que la padece y a quién acompaña a la persona enferma, se les da la oportunidad de concentrarse solamente en lo que es importante, de cerrar ciclos, de dejar los asuntos terminados y no pendientes, de afianzar las relaciones y de brindar y obtener calidad de vida mientras todavía tenemos a nuestro lado a quienes amamos y sabemos que un día, próximo, se irá.

A quienes se quedan en este mundo se les presenta la ocasión para disfrutar de la persona que pronto dejará de existir, de expresarle el afecto y amor que necesita, de brindarle calidad de vida, porque cuando aquella ya no esté quedará el consuelo de haber compartido momentos que quedarán imborrables en la memoria individual, es una satisfacción íntima de haber cerrado un ciclo y no quedarse con la frustración de haber podido darle más a quién ya no está.

Quizás nunca desentrañaremos el gran misterio que significa la muerte, pero por lo menos podemos disfrutar la vida al máximo, como si cada uno fuera el último día y regocijarnos con las personas que amamos, dejar lo urgente para deleitarnos con lo importante y ser felices a costa de todo, aunque tengamos problemas, agradecidos por lo que poseemos en lugar de sufrir por lo que no tenemos o por lo que perdimos.

Dios nos dio la vida y es el único que puede decidir cuándo, dónde y por qué quitárnosla, ganémonos la muerte viviendo al máximo, y a quienes ya se fueron, que el Señor los tenga en su santa gloria.

Para tus amigos: