El sacerdote Eugenio Wittersheim, misionero redentorista de Alsacia, sembró en mí el interés por Francisco Tito Yupanqui, hoy uno de mis personajes favoritos, ya por su tierna y sincera devoción a María Santísima, ya por ser el escultor de las veneradas imágenes de Nuestra Señora de Copacabana en Bolivia, y de Cocharcas en Abancay, Perú, y otras, y asimismo por su celo apostólico, es que, la devoción a María debidamente encauzada conduce sin lugar a dudas al ejercicio del deber y el derecho de evangelizar, propio de los bautizados fervorosos.
Desde su llegada al Santuario de Copacabana, la Sagrada imagen de Nuestra Señora de Copacabana se convirtió en un faro evangelizador, apostolado iniciado cosa curiosa, por su escultor mismo, descendiente de los incas.
Calancha describe la imagen: "No se parece en lo hermoso y deífico al original sacrosanto, sino en lo amable, en lo apetecible, en el robo que hace de los deseos y en la piedra imán con que atrae las almas, en el respeto que influye, y en el amor espiritual que engendra".
Es que Copacabana situada a orillas del lago Titicaca, como escribió Fray Pedro de Anasagasti OFM, "era morada de dioses antes de que pisaran tierra americana los hispanos. Era una región sagrada, en la que sentía un continuo temor reverencial el nativo. Era el ara multiplicada, en la que se perpetuaban los sacrificios purificadores y reparadores de generaciones anteriores ya al dominio de los incas llegados del Perú.
Junto al misterio y a la veneración del nativo por el lago y sus contornos sagrados, el indígena contemplaba a la Pachamama -la diosa madre de la tierra, la productora de sus alimentos y animadora de sus ganados" (Copacabana, Nuevo Diccionario de Mariología). El obispo Julio María Elías OFM, complementa: "Copacabana, por hallarse en un lugar estratégico y por su inigualable belleza natural, fue un lugar de culto mucho antes de pertenecer al imperio inca; los incas aprovecharon el culto a las deidades aymaras para darles una interpretación incaica", es decir que impusieron su culto sobre las culturas conquistadas.
En octubre de 2012, la Conferencia Episcopal de Bolivia re-inició la Causa de Canonización del "Inca santo", que de acuerdo al escrito de Marcelo Arduz Ruiz, "Tito Yupanqui, el San Francisco de los Andes": "aunque en 1618 el Virrey Príncipe de Esquilache instruyó la postulación del escultor de Copacabana, la causa no llegó a prosperar por los prejuicios imperantes en aquella época", ya que "por esos años a nadie le interesaba la santidad de un indio".
El mismo autor, en la citada obra señala que hubiera sido "conveniente" que la causa de Tito Yupanqui debió plantearse mediante el procedimiento conocido como "culto inmemorial, para que se le otorgue un tratamiento similar al del vidente de la Virgen de Guadalupe", pero, los detractores de algunos de los últimos procesos de canonización que han sido rápidos, podrían poner en tela de juicio la validez de cualquier beatificación o canonización, que aunque éstas tuvieran el aval de la fama de santidad de los candidatos a los altares, podría alegarse en contra de ellas la excesiva rapidez, o peor aún el haberse saltado las etapas y las exigencias eclesiales.
Así y todo, el tiempo que ha pasado desde 1618, es excesivamente largo, como largo fue el tiempo transcurrido hasta la beatificación de San Juan Diego, que tuvo que esperar hasta el 31 de julio de 2002, para que el Papa Juan Pablo II lo elevara a los altares. En otros casos de videntes, místicos y estigmatizados, que fueron beatificados o canonizados, los tiempos transcurridos no fueron excesivos, incluidos los beatos Francisco y Jacinta de Fátima.
A pesar de los entusiasmos iniciales del Obispo de la Diócesis donde se encuentra el Santuario, hoy Diócesis de El Alto, y de otros, parecería que ha quedado en statu quo el proceso mismo.
El hecho es, que mientras no se haga conocer la vida santa de Francisco Tito Yupanqui de una manera amplia y sistemática, y no se conciencie de la necesidad de la oración confiada de los fieles, pidiendo al Cielo que haga conocer su santidad de vida mediante gracias y milagros que puedan ciertamente acreditar cualquier decisión pontificia futura, su causa de santificación no avanzará como no avanzará ningún proceso similar. Tal el caso del Venerable Fray Vicente Bernedo, "Apóstol de Charcas".
Dios permita que un día no muy lejano, la Iglesia eleve a los altares al Siervo de Dios Tito Yupanqui para que inscrito en el catálogo de los santos sea un modelo evangelizador a partir de la verdadera devoción a María, para tantos bautizados que olvidan la urgencia de conquistar almas para Cristo.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
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