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Domingo 21 de junio de 2015

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Cultural El Duende

BARAJA DE TINTA

Por qué no fuimos al Chaco

21 jun 2015

Carta abierta de José Antonio Arce y José Cuadros Quiroga

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Lima, 11 de abril de 1934

Al señor Director de "La Noche"

El Consulado de Bolivia acaba de publicar en "La Crónica" un llamamiento a varios de los bolivianos residentes en esta capital, para que se presenten en el término de ocho días, a fin de embarcarse con destino a la guerra del Chaco. Como ahora se trata de un llamamiento con cita de nombres y como se han incluido entre ellos los nuestros, estamos en situación de afirmarnos una vez más en la misma actitud -de abierta oposición a la guerra- que tuvimos al iniciarse el conflicto, y que habíamos expresado ya, públicamente, al dictar conferencias en memorable actuación de la Universidad Mayor de la Paz, pocos días antes del 27 de julio de 1932.

No será esta la ocasión de analizar lo que significa la guerra del Chaco ni de referirse a las consecuencias que ha de traer, pero ante la tragedia boliviana cuyas inquietantes noticias son apenas reflejos pálidos del verdadero estado de cosas, es preciso decir una vez más que el peor daño que han podido hacerle a Bolivia, es arrastrarla a una acción bélica injustificable y de la que ahora no se sabe cómo ha de salir.

Hubo en Bolivia quienes, enfocando el problema con amplitud de criterio, condenaron los aprestos bélicos y señalaron el desastre. Escritores e intelectuales y también varios políticos de los partidos militantes, denunciaron en alta voz los móviles oscuros de la guerra. Pero pudo más la obsesión de "pisar fuerte en el Chaco", y aunque día a día los acontecimientos muestran los desastrosos efectos de la locura bélica, se sigue forzando la voluntad del país y aniquilando sus últimas energías.

Hay, sin duda, una funesta obcecación en ese afán de sacrificio cruento que no puede ser ninguna prueba de amor al bienestar de los pueblos, y que parece obedecer a un estímulo insano de exterminio, que ha comprometido a la mayoría de la juventud y que está sumiendo a la población en miseria más cruda que la que antes sufría.

La guerra ¡no! Deseando fervorosamente la cesación de hostilidades y el pacífico arreglo del conflicto en condiciones estables, en diciembre pasado enviamos a don Julio Álvarez del Vayo, presidente de la Comisión Investigadora a la Liga, un amplio documento en que se proponía una fórmula de solución sobre la base de un plebiscito en Bolivia y el Paraguay, bajo patrocinio de la Sociedad de las Naciones.

No pertenecemos a ningún partido político dentro ni fuera de Bolivia, y ahora que se llama para alistarse en el ejército, nuestra actitud de ayer sigue siendo la de hoy. Actitud de hondo y verdadero pacifismo en los días de la guerra misma y de protesta enérgica contra sus inhumanos conductores.

Una intensa corriente de paz se agita en lo íntimo de la conciencia boliviana, porque los pueblos no pueden encontrar ninguna fruición en los padecimientos y en la muerte. Y esa corriente que es la más vital y valiosa de Bolivia se opone a la guerra contra el Paraguay, nación de pueblo sufrido y a la que no es posible odiar; como opondría también si se tratara de una agresión contra el Perú o contra cualquier otro país.

Para no abusar de la hospitalidad de su prestigioso diario, no podemos decir todo cuanto quisiéramos en la brevedad de esta carta que mucho le agradeceremos publicar, y que está escrita de manera accesible al elevado carácter de "La Noche".

Nos suscribimos de usted, señor Director, muy atentamente SS.SS

José Antonio Arze

José Cuadros Quiroga.

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