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Domingo 21 de junio de 2015

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Cultural El Duende

Por qué me gusta Benveniste

21 jun 2015

Roland Barthes

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1. Algunos se sienten molestos por la preeminencia actual de los problemas del lenguaje, en lo que ven una moda excesiva. Sin embargo, tendrán que tomar partido sobre el asunto: probablemente no hemos hecho más que empezar a hablar del lenguaje: la lingüística, acompañada de las ciencias que hoy en día tienden a aglutinarse con ella, está entrando en los albores de su historia: estamos descubriendo el lenguaje como estamos descubriendo el espacio: nuestro siglo quedará, quizá, marcado por estas dos exploraciones.

Así pues, todo libro de lingüística general responde hoy día a una necesidad imperiosa de la cultura, a una exigencia de saber formulada por todas las ciencias cuyo objeto, de cerca o de lejos, tiene algo que ver con el lenguaje. Ahora bien, la lingüística, dividida entre una especialización necesaria y un proyecto antropológico que está a punto de salir a la luz del día, es de difícil exposición. Además, los libros de lingüística general son poco numerosos, al menos los que están en francés; están los Elementos de Martinet y los Ensayos de Jakobson; pronto estarán traducidos los Prolegómenos de Hjemslev. A partir de hoy contamos también con la obra de Benveniste. Se trata de una colección de artículos (las unidades normales de la investigación lingüística), algunos de los cuales ya son célebres (sobre la arbitrariedad del signo, sobre la función del lenguaje en los descubrimientos de Freud, sobre los niveles del análisis lingüístico). Los primeros textos constituyen una descripción de la lingüística actual: hemos de recomendar el bellísimo artículo que Benveniste consagra a Saussure, que, de hecho, no ha escrito nada después de su memoria sobre las vocales indoeuropeas, incapaz, según creía, de llevar a cabo, de una sola vez, la subversión total de la lingüística anterior que necesitaba para edificar su propia lingüística, y cuyo "silencio" tiene la grandeza y el alcance del silencio de un escritor. Los siguientes artículos ocupan los puntos cardinales del espacio lingüístico: la comunicación, o incluso el signo articulado, situado en relación con el pensamiento, el lenguaje animal y el lenguaje onírico; la estructura (ya he evocado el texto básico sobre los niveles del análisis lingüístico: hay que señalar también el texto, de fascinadora claridad, en el que Benveniste establece el sistema sublógico de las preposiciones en latín; cosa que no se nos explicó cuando traducíamos latín: todo se aclara gracias a la estructura); la significación (pues Benveniste siempre interroga al lenguaje desde el punto de vista del sentido); la persona, parte decisiva de la obra, a mi parecer, en la que Benveniste analiza esencialmente la organización de los pronombres y los tiempos. La obra termina con algunos estudios sobre el léxico.

Todo ello constituye el balance de un saber impecable, responde con claridad y energía a las cuestiones, de hecho, que todos los que tienen algún interés por el lenguaje pueden plantearse, pero eso no es todo. Es un libro que no solo satisface una demanda actual de la cultura, sino que se adelanta a ella, la conforma, la dirige. En resumen, no es tan solo un libro indispensable; es, además, un libro importante, inesperado: es un libro muy hermoso.

Es muy tentador defender celosamente la especialidad cuando la ciencia de la que se es especialista se encuentra desbordada por la curiosidad de los aficionados de todo tipo. Muy al contrario, Benveniste tiene la valentía de situar deliberadamente la lingüística en el punto de partida de un movimiento muy amplio y de adivinar ya el futuro desarrollo de una auténtica ciencia de la cultura, en la medida en que la cultura es esencialmente lenguaje; no duda en señalar el nacimiento de una nueva objetividad, impuesta al sabio por la naturaleza simbólica de los fenómenos culturales; lejos de abandonar la lengua en los umbrales de la sociedad, como si no fuera más que uno de sus instrumentos, afirma con esperanza que "es la sociedad la que comienza a reconocerse como lenguaje". Ahora bien, es fundamental para todo un conjunto de investigaciones y de revoluciones que un lingüista tan riguroso como Benveniste sea consciente de los poderes de su disciplina y que, rehusando la idea de constituirse en su propietario, reconozca en ella el germen de una nueva configuración de las ciencias humanas.

Este valor va acompañado de una profunda visión. Benveniste -y ahí reside su éxito- capta siempre el lenguaje en ese nivel decisivo en el que, sin dejar de ser plenamente lenguaje, recoge todo lo que estamos habituados a considerar como exterior o anterior a él. Tomemos tres de sus más importantes contribuciones: una sobre la voz media de los verbos indoeuropeos, la segunda sobre la estructura de los pronombres personales, la tercera sobre el sistema de los tiempos en francés; las tres tratan de manera diversa de una noción fundamental de la psicología: la de persona. Ahora bien, Benveniste consigue de manera magistral enraizar esta noción en una descripción puramente lingüística. De una manera general, al colocar al sujeto (en el sentido filosófico del término) en el centro de las grandes categorías del lenguaje, al mostrar, con ocasión de diversos hechos, que este sujeto no puede distinguirse jamás de una "instancia del discurso", diferente de la instancia de la realidad, Benveniste fundamenta lingüísticamente, es decir, científicamente, la identidad del sujeto y de su lenguaje, posición que está en el puro centro de muchas de las investigaciones actuales y que interesa igualmente a la filosofía y a la literatura; tales análisis quizás están señalando hacia la salida de una antigua antinomia, mal resuelta: la de lo subjetivo y lo objetivo, el individuo y la sociedad, la ciencia y el discurso.

Los libros de saber, de investigación, también tienen su "estilo". El de este libro tiene una gran categoría. Hay una belleza, una experiencia del intelecto que da a la obra de ciertos sabios esa especie de claridad inagotable de la que también están hechas las grandes obras literarias. Todo está claro en el libro de Benveniste, todo puede reconocerse inmediatamente como cierto, y, no obstante, nada en él ha hecho otra cosa que empezar.

1966, La Quinzaine littéraire. Con motivo de la aparición de los Essais de linguistique générale

Roland Barthes. (1915-1980)

Filósofo, escritor,

ensayista y semiólogo francés.

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