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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 La profesión de enseñar - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
El 6 de junio recién pasado y la polémica sobre cómo hacer de cualquier profesional un docente universitario, dan cierto carácter de oportunidad a estos apuntes. Sólo se toca la visión corporativa del magisterio, y la parte esencial que define la naturaleza de su labor en el aula.
Así como son de forma nítida la abogacía, la ingeniería o la medicina, la docencia no es una profesión. Los dirigentes sindicales se oponen a que el magisterio sea tratado igual que las "profesiones liberales"; luchan por seguir dependiendo del Ministerio de Educación en forma total. No quieren que el maestro se parezca a las profesiones donde se conquista la reputación individual en el mercado, en competencia abierta.
Esa tuición paternalista del Estado limita drásticamente su iniciativa en el aula; no puede hacer lo que quisiera sino lo que está establecido. (el "recetario pedagógico" de las reformas es humillante). Por propia tradición y decisión corporativa, carece de soberanía profesional. Es una masa cuyo signo parece ser la mediocridad trasmitida por los que la dirigen.
Pero el maestro acepta pasivamente. No reclama ni aspira a ser diferente: "con mi mal estoy contento". Nunca surgirá de sus filas un "revolucionario". Los innovadores no están afiliados a ningún sindicato. No hay sindicato de científicos ni de investigadores. Los dirigentes defienden al maestro, pero no les interesa mucho la educación. Como en los años 50, creen que ésta es para los maestros igual que las minas para los mineros.
El otro aspecto es casi desconocido. Con sólo el conocimiento de su gremio, cualquiera se siente capaz de dictar clases. Todos los "dictadores", así sean de la Universidad, creen que eso es suficiente. Sin embargo, la verdadera profesión del maestro es saber enseñar; la metodología didáctica es la especialidad que califica su competencia. Una institución formadora lo respalda. Mal que bien, alguien le otorga el derecho a ejercerlo.
En los años 90 se planteó un cambio radical. El maestro tradicional tenía que convertirse en facilitador de aprendizajes, un programador de actividades en el aula para aprender. "Nadie enseña a nadie; todos aprenden". Parece más fácil; sin embargo, exige más preparación y entrenamiento técnico. Al evaluar a los alumnos se evalúa a sí mismo; el aprovechamiento de éstos es una medida de su idoneidad profesional. Hay un modelo pedagógico a seguir y una teoría psicológica del aprendizaje que orienta.
Los políticos no entienden. A los maestros los quieren volver licenciados. Ignoran que el educador, antes que un dómine o un erudito en cualquier ciencia, debe ser una gran personalidad, un paradigma ejemplar con fuerte y disciplinada voluntad al servicio de valores y principios. Lo que él es, son sus alumnos. Claro que ésta es una aspiración idealizada. La realidad es distinta. Los maestros en ejercicio no se parecen al modelo.
Pero por tiempo indefinido, con esos "bueyes" tenemos que arar la dura tierra de la pedagogía nacional. A esos seres de mentalidad masificada confiamos, ingenuamente, la más grande apuesta de la vida que son nuestros niños y nuestros jóvenes.
(*) El autor es profesor, por la Escuela Nacional de Maestros de Sucre
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