Jueves 25 de marzo de 2010

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Editorial y opiniones
Mujeres privadas de libertad y también de sus Derechos
25 mar 2010
Por: Mariel Andrea Torrejón Encinas
A lo largo de los años, la lucha por la reivindicación de las mujeres ha logrado que se reescriban muchas leyes en defensa de sus Derechos, que se instituyan otras nuevas a favor de las mismas; pero aún así, todavía vemos que no es suficiente, las desigualdades están tan enraizadas en la sociedad que es muy difícil poder cambiar.
En la sociedad boliviana aún está vigente el imaginario histórico-cultural en el que el varón ejerce poder, control y dominio sobre la mujer.
En el Penal de San Pedro en Oruro, la mujer es considerada un ser inferior, “reservado” para roles que (casi) siempre se refieren a tareas domésticas: lavandera, cocinera, entre otros o un trabajo con ganancias inferiores con respecto al del varón (vender golosinas, tejer, etcétera.). El hombre, en cambio, se encuentra más relacionado con el público (trabajo manual que se vende fuera de la cárcel, mayor espacio físico).
Estas condiciones de inequidad, de subvaloración de la persona, en suma, de injusticia, provocan en la mujeres privadas de libertad, una merma en su capacidad para la toma de decisiones, para el uso de las oportunidades y las aptitudes que se le puedan presentar; también se ven afectadas en cuanto los procesos de adaptación sociocultural se deterioran, entrando en una espiral que se caracteriza por una actitud de resignación fatalista, que termina menoscabando la dignidad de la mujer, la hace vulnerable y temerosa, marginándola así de la sociedad; al interior de un cárcel, estos tópicos se ven muy acentuados, y las consecuencias repercuten de manera alarmante en las mismas mujeres y sobre todo en sus hijos, quienes viven en la misma cárcel que su madre.