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Domingo 07 de junio de 2015

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Revista Dominical

Dedicado a los maestros bolivianos:

Sin amor, nada soy

07 jun 2015

Ximena Miralles Iporre - Directora de LA PATRIA

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Un estudio realizado por la Organización No Gubernamental Plan Bolivia, en 2012, se llegó a la conclusión de que más de la mitad de los niños y jóvenes en edad escolar en el país sufren violencia en la escuela, de parte de sus compañeros o de sus profesores.

El estudio tuvo otra conclusión y es que cuando los compañeros de clase ejercen violencia contra otro es porque en su hogar viven situaciones similares, por lo que reproducen esas conductas en la escuela y descargan sus frustraciones, miedos y agresividad contra quienes consideran que son más débiles.

Pero lo realmente preocupante es que los maestros ejerzan violencia contra los estudiantes, sea física, psicológica o emocional, porque se suponen que los alumnos son personas en formación y quienes están educando con el ejemplo son los profesores, que en el fondo están moldeando personalidades agresivas o violentas.

En Bolivia, una característica de la sociedad es la creencia de que "la letra entra con sangre" y se ejerce la intimidación impunemente, porque se supone que con eso se está formando el carácter y la personalidad de los estudiantes, sin embargo, la violencia llama a la violencia, por lo tanto no se puede solucionar nada con agresividad, al contrario se debe usar el diálogo, pero estamos hablando de una plática constructiva, con reflexión.

No obstante, la forma más efectiva de educar a los niños, adolescentes y jóvenes, es a partir del ejemplo, por lo que los maestros, padres y todos los demás adultos del entorno de los niños deben observar sus propias actitudes y forma de actuar en todo momento porque los pupilos están observando e imitan todo.

Una historia que llamó mucho la atención de la autora de esta nota es la que se presenta a continuación, porque situaciones como ésta se repiten constantemente en las escuelas orureñas y quizás también en las repartidas por todo el territorio boliviano.

Dicha historia comienza con la clásica situación que se vive en nuestras unidades educativas, pero su final es feliz y su mensaje poderoso, por lo que nos prestamos el título de la historia para este artículo, que es "Sin amor, nada soy", extractada del tomo I de la colección Rayos de Sol (Anécdotas para el alma), y a continuación les presentamos la narración de la misma:

El primer día de clase dona Tomasa dijo a sus alumnos de quinto grado que ella trataba a todos los alumnos por igual y que ninguno era su favorito. En la primera fila estaba sentado Pedrito, un niño con una actitud intolerable, el cual siempre andaba sucio y todo despeinado.

El año anterior, doña Tomasa había tenido a Pedrito en una de sus clases. Ella lo veía como un niño muy antipático. Le daba mucho gusto poner con grandes letras rojas DESAPROBADO a todo trabajo que Pedrito entregaba.

En la escuela donde enseñaba doña Tomasa era un requisito, por órdenes de la nueva directora, revisar el historial de cada alumno y el de Pedrito fue el último que revisó.

Cuando empezó a leer el archivo de Pedrito, se encontró con varias sorpresas. Su maestra de primer grado había escrito: "Pedrito es un niño muy brillante y muy amigable, siempre tiene una sonrisa en sus labios. Hace su trabajo a tiempo y tiene muy buenos modales. Es un placer tenerlo en mi clase".

La maestra del segundo: "Pedrito es un alumno ejemplar, muy popular con sus compañeros porque su mamá padece de una enfermedad incurable".

La maestra del tercer grado: "La muerte de su mamá ha sido muy difícil para él. Trata de hacer lo mejor que puede, pero sin interés. El papá no se preocupa en absoluto por su educación. Si no se toman pasos serios, esto va afectar la vida de Pedrito".

La maestra del cuarto grado: "Pedrito no demuestra interés en la clase. Cada día se cohíbe más. No tiene casi amistades y muchas veces duerme en clase".

Después de leer todo esto, doña Tomasa sintió vergüenza por haber prejuzgado a Pedrito sin saber las razones de su actitud. Se sintió peor cuando todos sus alumnos le entregaron regalos de Navidad envueltos en fino papel, con excepción del regalo de Pedrito, que estaba envuelto en una bolsa plástica de la tienda. Doña Tomasa abrió todos

los regalos y cuando abrió el de Pedrito, todos los alumnos se reían al ver lo que contenía. En la bolsa había una botella con un cuarto de perfume y un brazalete al cual le faltaban algunas de las piedras preciosas. Para suprimir las risas de sus alumnos, se puso inmediatamente aquel brazalete y se echó un poco del perfume en cada muñeca.

Ese día Pedrito se quedó después de la clase y le dijo a la maestra: "Doña Tomasa, hoy usted huele como mi mamá". Después de haberse ido todos, doña Tomasa se quedó llorando por una hora.

Desde ese día empezó a darle mas atención a Pedrito. Ella notaba que mientras más ánimos le daba, más entusiasmado reaccionaba él. Se convirtió en el alumno más brillante de la clase y a pesar de que doña Tomasa había dicho el primer día de clase que todos los alumnos iban a ser tratados por igual, Pedrito era su preferido.

Pasaron cuatro años y doña Tomasa recibió una nota de Pedrito, la cual decía que había terminado la secundaria y que había obtenido el tercer lugar en su clase. También le decía que ella era la mejor maestra que él había tenido.

De ahí pasaron seis años cuando volvió a recibir noticias de Pedrito. Esta vez le escribía que se le había hecho muy difícil, pero que muy pronto se graduaría en la universidad con honores y le aseguró que ella todavía seguía siendo la mejor maestra que había tenido en su vida.

Cuatro años más tarde doña Tomasa vuelve a saber de Pedrito. En esta carta él le explicaba que había obtenido su postgrado y que había decidido seguir con su educación. En esta carta Pedrito también le recordaba que ella era la mejor maestra que había tenido. Esta vez la carta estaba firmada por "Dr. Pedro Altamira".

Bueno, la historia no termina ahí. En la primavera, doña Tomasa volvió a recibir una carta de Pedrito donde este le contaba que había conocido a una muchacha con la cual se iba a casar y quería saber si doña Tomasa podía asistir a la boda y tomar el lugar reservado usualmente para los padres del novio. También le contó que su papá había fallecido varios años atrás.

Doña Tomasa aceptó con mucha alegría y el día de la boda se puso aquel brazalete sin brillantes que Pedrito le había regalado y también el perfume que la mamá de Pedrito usaba.

Cuando se encontraron, se abrazaron muy efusivamente y el Dr. Altamira le dijo en el oído muy bajito: "Doña Tomasa, gracias por haber creído en mí. Gracias por haberme hecho sentir importante".

Doña Tomasa, con lágrimas en los ojos, le respondió: "Pedro, tú fuiste el que me enseñó. ¡Yo no sabía enseñar hasta que te conocí a ti".

Esta historia va dedicada a los maestros de las escuelas de Oruro y de Bolivia, con la esperanza de que su poderoso mensaje llegue a sus corazones y antes de asistir a las aulas a enseñar piensen en ser los mejores profesores, quienes se ganen el corazón de sus alumnos y realmente formen personas de éxito, compasivas, solidarias, positivas, asertivas, humildes y amorosas, es decir líderes que guíen a la sociedad por el camino, quizás más tortuoso, pero que sea el correcto.

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