Carta de un profesor universitario a su estudiante
06 jun 2015
Gerson Porcel Vargas
Estimado estudiante:
Por el cariño que me inspira tu presencia en la universidad y por la gratitud de proporcionarme la oportunidad de enseñarte en clases, para formarte como persona de bien, en la confianza que en el futuro inmediato serás un buen profesional, recibe estas palabras de honor para que fortalezcas tu espíritu de superación.
Entiende que soy profesor universitario con la misión de cumplir mi trabajo académico, puedo enseñarte los contenidos de muchos libros, no porque lo sepa, sino porque los he comprendido, por eso insisto en que leas todo el tiempo, y no solamente los textos, sino los contextos y la vida, pero no puedo enseñarte la moral, la ética y la buena conducta, tú vienes de casa con ese tesoro que debes lucir todos los días. Puedo ayudarte a desarrollar habilidades y competencias, compartir secretos laborales, para que puedas demostrar que eres especialista en la profesión que has elegido, pero no puedo enseñarte a saludar, a despertarte temprano, a dar la mano con firmeza, a prestar ayuda, a sonreír, a decir lo siento, a decir ¡buen trabajo!
Mi experiencia me dicta que debo enseñarte más de lo que he aprendido de mis profesores, mostrarte más ejemplos, explicarte mejor el objeto de tu carrera; la misión que tengo contigo es enseñarte, no mal educarte; ayudarte, no hacer las cosas por ti; guiarte y caminar a tu lado, pero no caminar por ti; mi conciencia me dice que debo formarte con dedicación, con profesionalidad y con calidad. Motivarte consecuentemente para que alcances tu independencia cognitiva y aprendas a aprender con autonomía y autogestión.
Puedo enseñarte a diferenciar lo bueno de lo malo, mas no puedo enseñarte a ser como Jesús. Puedo enseñarte a pensar en la libertad, mas no podré nunca enseñarte a ser como Mahatma Gandhi. Puedo enseñarte la paciencia y mostrarte la justicia, pero no a ser como Martín Luther King. Puedo alentarte a descubrir y conquistar lo desconocido como Cristóbal Colón, pero solo tú tendrás el desafío de descubrirte a ti mismo. Puedo enseñarte la ciencia de Albert Einstein, más no darte la sabiduría que necesitas para ser feliz, y la conciencia para evitar la guerra. Si quieres ser como ellos, comienza ahora cumpliendo tu verdadera labor de estudiante, respetándote a ti mismo y respetando a tus maestros, que viven contigo esta experiencia maravillosa que se llama universidad.
Tú eres como un hijo para mí, tienes el mejor trabajo del universo: estudiar. Tienes el don del sentido común, el discernimiento y la inteligencia para saber más, para aprender más, para ser mejor todos los días. Si ahora eres un buen estudiante, demuestras haber sido un buen niño en tu hogar, un buen amigo en el barrio. Si ahora eres un buen estudiante, en el futuro demostrarás ser un buen profesional, un buen esposo, un buen ciudadano y un buen hombre para la sociedad y el mundo. Nunca demuestres indisciplina, impuntualidad, rencor, desinterés, desprecio, y no te apegues a los vicios e inmoralidades actuales ni tengas enemigos. Un buen estudiante aprende de los aciertos y errores propios, y aprende de los equívocos de sus profesores, pero también aprende de los buenos y malos exámenes, de las prácticas y experimentos, pero el examen de conciencia nunca te será reprobado.
Ser estudiante es el mejor regalo de la sociedad para los futuros ciudadanos que sostendrán la vida de los que se jubilan, de los que renuncian a sus sueños, de los que mueren frustrados. Ser estudiante es ser amable y cariñoso con la sabiduría de los ancianos y el mensaje de los libros, es ser amante del significado de las cosas, curioso con los problemas y dedicado con los trabajos comprometidos, es tener la edad de oro de la razón y la dádiva maravillosa de la cientificidad y el descubrimiento.
Vive siempre en la sana inocencia pero no en la ignorancia y te darás cuenta que nunca dejarás de aprender, porque aun en la muerte se aprende a morir. Nunca renuncies a tus grandes sueños, a ser exitoso y solidario, nunca dejes que renuncien a sus sueños tus compañeros de curso, y nunca te olvides de Dios; mientras tanto estaré aquí, como tu profesor, padre, amigo y tutor, que solo quiere la satisfacción de verte realizado y cada día mejor que yo.
Con cariño, tu profesor.
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