Ya fueron posesionados oficialmente los Asambleístas en la Gobernación y los Concejales en el Gobierno Municipal, pero una vez más comienza su trabajo con una serie de trabas puestas por ellos mismos, en los dos casos, mostrando que si bien se alteran algunos aspectos relacionados con las mayorías y las minorías, ese hecho genera perjuicios en los acuerdos que tendrían que ser prioritarios para comenzar gestiones de servicio a Oruro, por supuesto respetando derechos de los ciudadanos electos por el soberano.
Todas las gestiones con cambio de éstas autoridades se inician con el mismo tipo de problemas, reclamo de los menos en función a la presión que ejercen los más para el manejo de comisiones, anteponiendo intereses partidarios y olvidando compromisos electorales.
Por donde y como se vea el asunto, se trata de la pérdida de un valioso tiempo que podría ser utilizado para encontrar puntos de avenencia dejando de lado las divergencias partidarias o de movimientos ciudadanos que en cada caso y lugar llevan a enfrentamientos que pueden eliminarse si se dialoga, partiendo del respeto fundamental de la democracia.
Todos han sido electos por el voto ciudadano y la lógica consecuencia es que unos recibieron más apoyo que otros, pero finalmente el conjunto de personas tienen las mismísimas obligaciones y deberes para trabajar por Oruro, desconocer esa relación querría decir que las mayorías están obligadas a trabajar más permitiendo una labor más reducida de las minorías, y la cosa no es así.
Es importante que en la Asamblea Departamental como en el Concejo Municipal se limen aristas y se intercambien ideas, pues resulta que los menos y los más tienen la gran responsabilidad de exponer sus planes, sugerir la elaboración de normativas, encarar la difícil pero necesaria tarea de fiscalización, sin que esos hechos interfieran el desarrollo de iguales obligaciones para todas esas autoridades que más tarde o más temprano tendrán que rendir cuentas al soberano sobre su accionar desde las instancias decisorias, sabiendo que no se olvidará el rosario de ofertas en las campañas preelectorales.
La ciudadanía espera mucho de las nuevas autoridades en conjunto, las que quiérase o no deben responder a la confianza del voto y en ese proceso es su obligación hacer uso de las instancias que corresponden para ejercer sus cargos con alta responsabilidad y practicando el respeto mutuo que es parte ineludible de un estado de derecho, que no se puede alterar por presión mayoritaria o por caprichos minoritarios.
Las instituciones locales deben velar también por el buen desempeño de los nuevos elegidos en la conducción de los destinos del departamento y la ciudad y deben hacer uso de sus atribuciones para fiscalizar el desempeño de los representantes electos de modo que estos pongan las cartas sobre la misma mesa, para jugar limpio, en pos del desarrollo y el bienestar de Oruro y sus habitantes.
Hay algo más que mencionar sobre este tema de confrontaciones "iniciales" y es que no se puede permitir más pérdida de tiempo, tomando en cuenta por ejemplo que la tarea de los que dejaron sus cargos no tiene objetivos concretos, muchas cosas han quedado en el tintero, no se trabajó en armonía y el resultado es que hay muy poco por mencionar como hecho favorablemente colectivo de un periodo que merece auditorías de gestión para sancionar a quienes perdieron el tiempo en necedades.
Fuente: LA PATRIA
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