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Domingo 31 de mayo de 2015

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Revista Dominical

Chilenos expuestos en zoológico humano

31 may 2015

Márcia Batista Ramos - Escritora

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La historia se hereda al tiempo que se la construye. No de todas las herencias se puede tener orgullo o al menos catalogarlas como un grato recuerdo. Existen las herencias absurdas, tristes y vergonzosas que representan cargas que algunas personas o algunos pueblos tendrán que lidiar en el futuro; por una parte, para asombrarse siempre que rememoren la etapa de indignantes situaciones a que su nación se sometió; por otra parte, para jamás, bajo ninguna circunstancia, ni de excepción, volver a repetir los actos pusilánimes que sus gobernantes y antepasados cometieron.

A nombre de la ciencia o de lo que fuere, nadie en absoluto tiene derecho de subyugar a otro ser humano. Y la esclavitud, disfrazada bajo otro nombre, siempre será esclavitud.

Así, que al recordar la herencia histórica de nuestra Latinoamérica, siempre tendremos que recordar las tristes páginas escritas con la sangre de los pueblos originarios de nuestro continente y de igual manera, tendremos que lamentar los cuatrocientos años de esclavitud, en nuestra Latinoamérica, de pueblos de África negra. Porque, independientemente, de los factores de enriquecimiento cultural que ocurrieron "a posteriori", son las lágrimas y la humillación de otros seres humanos lo que debe indignarnos eternamente.

Una de las más tristes herencias que recibió el pueblo chileno, fue la exportación de compatriotas suyos, para que sean expuestos en zoológicos humanos en Europa a partir de la década de 1870, como si de objetos se tratara y no de seres humanos, que merecen respeto en todos los ámbitos intrínsecos a la humanidad.

Los gobernantes de la época perdieron el norte de la cordura, y en una franca demostración de abuso de poder, permitieron la caza y la exportación de ciudadanos chilenos originarios de Tierra del Fuego. En franca negligencia a sus funciones y con total falta de respeto hacia los pueblos originarios

Imagino el dolor e impotencia de esas personas, cuando les agarraron por la fuerza y las arrancaron de la tierra de sus ancestros; de su tierra. Para enjaularlos, llevarlos al otro lado del mundo y exhibirlos ante miradas curiosas, burlonas, "superiores"? También imagino, que en la cacería humana, algunos murieron. Otros se quedaron mal heridos. Y la historia se olvidó de registrar esos muertos y heridos, tampoco hay registro de los corazones partidos.

Los envíos humanos contaban con la autorización del Estado de Chile. Como se si tratara de mercancía, ya que el gobierno, entonces rebajó a los seres humanos a la categoría de cosa, porque pertenecían a una minoría étnica y no había quién los defienda. Además, ese gobierno, en su miopía, compartía la idea de seres superiores e inferiores por el color de la piel o por el "modus vivendi".

Sin ponderar que no existen razas, que solo existe una humanidad que debe evolucionar espiritual, social y científicamente. Sin ponderar que era su pueblo y que estos actos quedarían escritos en las páginas de la historia de Chile. Sencillamente, los negoció. Los detalles del negocio no quedaron registrados, pero, hombres, mujeres y niños fueron expuestos en Europa con un rótulo de: "salvajes".

Por su parte, el Estado chileno de entonces, develó con su actitud la mediocridad y servilismo de que estaban imbuidos sus gobernantes, que en detrimento de su mismo pueblo, tuvieron actitudes de alabanza hacia un simple domador de circo europeo, que contaba cuentos de exposiciones etnográficas para traficar a seres humanos.

Mediocridad por, no comprender el significado de conceptos básicos como la libertad, la igualdad y la fraternidad. Demostrando eso, al no respetar sus propios compatriotas y creerse dueños de su vida y muerte, con la potestad de intervenir en su destino y negociar con la dignidad que es inherente a los seres humanos, al permitir que los cacen, los aprisionen y los lleven a Europa contra su voluntad para que sean exhibidos y tratados como animales.

En una muestra completa de servilismo ante el europeo que buscaba ganar dinero mostrando "razas inferiores," que exhibía en sus exposiciones etnográficas, con un intuito de reafirmar su supremacía racial y justificar la expoliación de las tierras y gentes americanas y africanas; perpetuando la idea de desigualdad entre las masas poco esclarecidas de la Europa de la época.

Los registros mencionan que, infelizmente, esa fue la suerte que corrieron, entre 1878 y 1900, tres grupos de originarios de sur de Chile, pertenecientes a las etnias Tehuelche, Kawésqar y Selk´nam.

Esas personas fueron fotografiadas, medidas y obligadas a actuar en público; para que los científicos de aquellos días, puedan averiguar si eran o no el eslabón perdido entre el ser humano y el simio; además, para que curiosos y morbosos, los observen y sepan cómo era el mundo primitivo.

Como es de suponerse, muchos de ellos no lograron volver a la tierra de la que fueron arrancados, porque, sencillamente, la muerte prematura, consecuente de los malos tratos y humillación, les alcanzó antes.

En junio de 1883, dos familias de Mapuches fueron exhibidas en el Jardín de Aclimatación en París: era un grupo de seis hombres, cuatro mujeres y cuatro niños. Fueron llevados hasta el lugar por el alemán Richard Fritz.

Después de París, la gira continuó rumbo al zoológico de Berlín y a una feria navideña en Hamburgo y terminó en el Palacio de la Moneda en Chile. Haciendo suponer que los "salvajes", del alemán Richard Fritz, volvieron a casa.

Desde el 6 de mayo hasta el 31 de octubre de 1889 se celebró en París el centenario de la revolución francesa en una Exposición Universal.

Maurice Maître raptó en la bahía San Felipe - Chile, a toda una familia, a quienes llevó atados con cadenas para exponerlos en París, en el año de 1889, en la Exposición Universal y lucrar a costa del sufrimiento de esas personas, ya que la feria era muy concurrida.

En el marco de la celebración de igualdad, fraternidad y libertad, se exhibieron a los indígenas selk´nam, la familia cazada por Maurice Maître.

Ante las inhumanas condiciones de la exposición, la Missionary Society comenzó a exigir la liberación y el retorno de esta familia a Tierra del Fuego. Fue tal la presión que obligó a Maître a cancelar la gira por Inglaterra y se fueron a Bélgica.

En Bélgica, el grupo selk´nam fue encarcelado por la policía, en la sección de extranjeros. Tras este episodio, Maître y el grupo de indígenas selk´nam, volvieron a Inglaterra desde donde se embarcaron de regreso a Tierra del Fuego. De los once que fueron capturados para ir de gira por Europa, regresaron seis con vida.

Otro ejemplo, ocurrido unos años antes, de la misma miseria humana: en 1881 secuestraron un grupo de once personas de la etnia kawésqar, entre hombres, mujeres y niños, de la zona austral de Chile; ellos fueron llevados a Europa para ser exhibidos en jaulas; en dicho peregrinaje por diversas partes de Europa, sufrieron vejaciones físicas y sexuales, muriendo de enfermedades e inanición. Y nadie oyó sus gritos de socorro, pues, su gobierno los había negociado y el Estado que supuestamente, los protegía o tendría la obligación de hacerlo, brilló por su omisión. Mientras unos cuantos hombres que dejaron sus nombres escritos en la historia de la República de Chile, y que alguna vez se les rinde homenaje colocando sus nombres en alguna calle o plaza: seguramente lucraron con unas cuantas libras esterlinas u otro tipo de favores, para tener que envilecer de tal manera la vida humana.

Los originarios, fueron presentados tras rejas como caníbales; como si fuera poco, todas las tardes les arrojaban carne cruda de caballo suponiendo que esa era su dieta alimentaria; y además, cuentan que entre tantos abusos los mantuvieron sucios y sin posibilidades de higiene, para que tuvieran la apariencia de salvajes, todo para obtener mayores beneficios comerciales, ya que gran cantidad de público pagaba para verlos y fotografiarlos.

Estas tristes exhibiciones se produjeron en lugares como la Torre Eiffel, el barrio de Westminster y el Parque Léopold, a los pies de la sede del actual Parlamento Europeo. Dejando un rastro amargo en el tiempo, que afirma que la humanidad tiene que evolucionar y entender la premisa: de que no existen razas, solo existe una humanidad que debe ser respetada, independiente del color de la piel o lugar de origen; pues, el etnocentrismo es otro de los absurdos de la sociedad occidental.

Hans Mülchi, académico del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, hizo un documental titulado "Calafate", donde muestra a lo insólito, de una parte de la historia insospechada; y que además estuvo oculta durante muchos años; la historia de los zoológicos humanos, donde reveló la historia de los indígenas chilenos que fueron llevados a Europa.

El documental de Hans Mülchi fue bastante reconocido y fue presentado en festivales de Chile, Bolivia, Argentina, Brasil, Ecuador, Taiwán, Italia, Cuba, México entre otros.

El episodio de los ciudadanos chilenos expuestos en zoológicos humanos en Europa, en las grandes ferias de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, nunca debió ocurrir, ni con ellos, ni con ningún otro pueblo.

La memoria es frágil, por eso, no debemos perder de vista la dignidad humana, no podemos suponer que somos inmunes al dolor que otros sufrieron, porque todo es pasible de repetirse; además hay hombres que cuando llegan al poder pierden la perspectiva del otro y la vergüenza ajena no es suficiente para reparar los daños causados. Especialmente porque la vida no se repara.

La historia que estamos construyendo, debe ser de más compromiso con los derechos del otro, porque los derechos del otro son nuestros derechos. Una afrenta a un ser humano es una afrenta a la humanidad. Y nadie más debe estar expuesto en un zoológico humano.

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