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Jueves 28 de mayo de 2015

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Ecológico Kiswara

Justicia y cambio climático

28 may 2015

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El cambio climático debería estar presente en los planes de desarrollo de los gobiernos, ya que representa actualmente la mayor amenaza al desarrollo y a la vida misma, esto es planeado por Madeline Mendoza a través del texto "Justicia climática: una tarea pendiente".

Mendoza señala que en las últimas décadas, el cambio climático ha recibido la atención de la Comunidad Internacional, que en el marco de Naciones Unidas ha venido desarrollando negociaciones en búsqueda de soluciones al problema, por ello en 1992 se dio la firma de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (Cmnucc) y posteriormente el acuerdo para la reducción de gases de efecto invernadero (GEI) conocido como el Protocolo de Kyoto en 1997.

"La implementación de los mecanismos acordados en Kyoto ha significado la aparición de iniciativas de cooperación y financiamiento en los países del Sur, que lejos de responder a las necesidades reales de los países en desarrollo, han ingresado a formar parte de los instrumentos de enriquecimiento que mantienen al sistema de injusticia hegemónico. Las iniciativas de la cooperación internacional para enfrentar el cambio climático priorizan los intereses económicos de las naciones industrializadas, que se empeñan en evadir sus compromisos y el pago de la deuda histórica, ecológica y social que tienen con el Sur", expresa la autora.

Quedó planteada la necesidad de un cambio de paradigma de desarrollo y de búsqueda de un modelo de cooperación alternativo que responda a las necesidades de los pueblos, en vez de estar alineado a los intereses del neoliberalismo.

"El cambio climático es una crisis que en el fondo constituye un asunto de justicia global. Especialmente nos ha interesado explorar las implicaciones para la justicia climática que tiene la ejecución de proyectos de mitigación o adaptación en países del Sur, financiados con la cooperación internacional", refiere Mendoza.

Y sostiene que las respuestas al cambio climático deben ajustarse a los principios de justicia que hemos reiterado a lo largo del documento: fundarse sobre la base de un sistema de toma de decisiones verdaderamente democrático, en el que los pueblos del Sur tengan participación activa; manejo de los recursos de la naturaleza desde la perspectiva de derechos humanos; el reconocimiento y compensación por la deuda ecológica del Norte con el Sur; el rescate del conocimiento y prácticas ancestrales de los pueblos que han conservado la naturaleza por milenios; no generar deuda externa para los pueblos del Sur; sostenibilidad del planeta; y no transferir la responsabilidad al Sur, entro otros. Es decir, la respuesta que exige la magnitud de la crisis nos enfrenta a la necesidad ineludible de un cambio de paradigma de desarrollo.

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