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Domingo 24 de mayo de 2015

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Cultural El Duende

El prisionero N° 7

24 may 2015

Vicente González Aramayo

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Con este mismo título el 21 de septiembre de l960 publiqué en el diario Hoy "El enigma de Rudolf Hess" (o Hoess), basado en uno de los denominados "Grandes reportajes", siendo uno de ellos el de Thomas Hugh. En dicho artículo expongo algunos aspectos referentes a la guerra mundial de 1939-1945. En esta ocasión me parece necesario adicionar un comentario más.

La vida de Hitler se halla rodeada de misterios que no han aflorado nunca aun cuando se escribió mucho sobre él(1). Para comprender tales aspectos hay que leer también a Angebert en su libro "Hilter y la tradición cátara", y otros muchos más que parecen no haber llegado a los autores e historiadores. Quizá también porque rodea la vida del fuëher asuntos de tipo esotérico, con lo que muchos no quieren meterse.

A sus trece años, Hitler asistió a una representación teatral lírica con dos boletos que les regalaron a su amigo y a él. El gran Teatro la Ópera de Berlín puso en escena la ópera "Parsifal" de Richard Wagner que es realmente una obra esotérica(2) como La Flauta Mágica de Mozart. En ella representa la subida del denominado "medio simio (que se considera a los llamados humanos) en Hombres o, lo que es lo mismo, convertir en oro lo que es plomo dentro de la alquimia sexual.

Hitler salió impresionadísimo de la función de la ópera del gran maestro, aunque no comprendió totalmnte el sentido filosófico de los simbolismos. Su amigo se durmió. Fue a partir de entonces que se decidió por conocer a otra gente supiera más del caso, y así fue cómo primero conoció a madame Blavatsky, luego a Klum Heller y, a través de ellos, cayó en poder de una logia tenebrosa que dicen era satánica, a "Logia Tule" que lo usó como a médium. Entre sus componentes estaban Eckardt, Rossenberg y Rudolf Hess, ante quienes el fuëher era un falderillo, pero la logia le proporcionó los secretos del poder, imbuyéndole de los conocimientos de la cultura de los cátaros considerados los primeros y puros cristianos, lo mismo que los Templarios, setas a las que la Iglesia persiguió y ejecutó.

Llegado el momento en que Hitler quiso practicar algunos rituales arcanos, solo consiguió que su sobrina se suicidara. Aconteció lo mismo con una segunda mujer que también lo abandonó considerándole maniático sexual. Pero parece que Eva Braun llegó a comprender lo que Hitler quería.(3).

Ya con un grado subido de iniciación, Hitler puso de rodillas a Alemania y luego quiso hacerlo con el mundo. Además, al conocer el Parsifal comprendió que Wagner había vertido allí el conocimiento del universo, y fue de ese modo que lo tomó como la musa de las acciones bélicas En adelante, la música del gran compositor alemán sería también su himno. Así, las legiones nazis desfilaban al son de Wagner.

Pero vayamos al caso de Rudolf Hess. Al terminar la guerra en 1945, los capitostes nazis fueron juzgados y condenados como criminales de guerra (lamentablemente no todos) en el juicio llevado a cabo en Nüremberg en 1947. Muchos lograron escapar y fueron recibidos y protegidos en países sudamericanos, incluso en los Estados Unidos. Muchos fueron ahorcados, otros se suicidaron y algunos recibieron penas de prisión. Alemania y Berlín fueron divididos entre las cuatro potencias aliadas, Inglaterra, Francia, Rusia y los Estados Unidos. Los condenados a prisión fueron reducidos al presidio de Spandau, en Berlín, entre ellos Hess que fue asignado a la celda N° 7.

Durante el período más crudo de la guerra, hubo alemanes, aun en el ejército, que la repudiaban secretamente, pero resultaba peligroso siquiera cuestionar al fuëher. Considerando a Hitler un criminal monstruoso por haber desatado la furia del Infierno, la población del mundo entero vivía desesperada. Existía entre los propios militares del ejército secreta condenación a la guerra, solo la policía especializada llamada SS y las legiones del poder, estaban imbuidas de un fanatismo exacerbado y no conocían murallas que las detuvieran.

Veamos nuevamente a Engebert: dice que uno de los que cifraba su esperanza en un posible armisticio o la paz por separado, era precisamente Rudolf Hess. Un día, y bajo la protección de unos pocos oficiales, abordó un avión Messersmith y se lanzó a Inglaterra para tratar la paz con Churchill, pero Hitler se enteró casi al instante, estalló en cólera y exclamó: "¡Cómo es posible que vaya a arrodillarse ante ese viejo borracho medio judío, de pies planos llamado Churchill! ¡Bájenlo!"(4)

El reportaje dice que un Messersmith aterrizó en Escocia y el piloto fue hecho prisionero hasta el final de la guerra y desde ahí fue juzgado y condenado a prisión hasta hace poco, cuando murió como el último de los prisioneros de Spandau. Entonces, he aquí el enigma de Rudolf Hess.

Veamos: Investigaciones profundas han sido la fuente del gran reportaje, ni el piloto ni el avión Messersmith que bajó en Escocia eran los mismos que salieron de Alemania, o sea el Hess auténtico; el piloto de aquel avión era un doble. Los alemanes contaban con dobles perfectos, incluso de Hitler, Pero, ¿en qué momento se produjo el cambio? Hugh supone (si se atiende a las investigaciones) que el primer Messersmith fue abatido en el Canal de La Mancha y, probablemente de inmediato fue sustituido por otro avión Messersmith, con el sosia a bordo. De modo que hay que entender que el doble fue quien acabó en Spandau.(5)

Pero, surgen preguntas y se exige pruebas: ¿Por qué calló para siempre el doble, y prefirió la muerte lenta en Spandau? La respuesta puede ser porque se hallaba imbuido de ese fanatismo religioso común en los nazis. No obstante las pruebas confirman lo siguiente: 1) Rudolf Hess tenía el atributo del carisma, amplia sonrisa y simpatía personal; sus dos dientes incisivos superiores delanteros estaban un poco separados. 2) Tenía una cicatriz profunda en el lado derecho de su espalda, producto de la primera guerra, y el de la celda N° 7 no tenía ninguno de esos dos caracteres ni la cicatriz. 3) Hess era vegetariano, deportista entusiasta y jamás comía cerdo, mientras que el sosia no sabía si la pelota era cuadrada o redonda y devoraba con avidez la carne porcina. 4) El avión en que despegó de Alemania no tenía tanques de combustible bajo las alas, mientras que el avión tomado en Escocia las tenía, eran ostensiblemente visibles por lo que muestra una fotografía tomada en contraluz por el fotógrafo Printisch. 5) Quizá otra prueba fuerte sea cuando lo visitó su esposa, lo encontró distinto, lerdo, de ojos lánguidos, voz grave y gruñona, y no sintió esa vibración que puede sentir una esposa con su esposo. Frau Hess se retiró de Spandau amargada ante un personaje de aspecto taciturno y no volvió más.

En Spandau, el oficial inglés Bird sometió al presunto Hess a frecuentes interrogatorios; se empeñaba en descubrir la verdad y pudo advertir que el prisionero N° 7 no tenía la facilidad de palabra ni la expresión amplia ni la personalidad agradable y simpática que tuvo Hess, aun en momentos difíciles.(6). Lo que no se puede saber, al menos Hugh Thomas no lo dice, es si los ingleses o aliados en general creían en la pantomima o tuvieron que aceptarla y hacer el tonto por muchos años. Sería imposible que el servicio de inteligencia de las potencias aliadas no haya sabido si el prisionero N° 7 de Spandau era o no Hess. No hace mucho tiempo cuando la prensa anunció que había fallecido el último prisionero en Spandau. Era obvio que se referia a Hoess. Internet proporciona otros datos al respecto de la muerte de este nazi, de modo que todo gira en torno a un misterio casi desentrañable.

THOMAS, Hugh: El enigma de Rudolf Hess. Editorial Emecé, Buenos Aires, 1076.

2) y 3) ANGEBERT, Jean: Hitler y la Tradición Cátara. Editorial Plaza & Janes. Barcelona, 1976.

y 5) THOMAS, Hugh. El enigma de Rudolf Hess.

(*) Vicente Gonzáles Aramayo Zuleta.

Escritor, investigador y cineasta

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