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Domingo 24 de mayo de 2015

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Cultural El Duende

La rebelión de los cuerpos entre el feminismo clásico y el chacha-warmi actual

24 may 2015

Erika J. Rivera

Segunda y última parte

En la primera parte nos referimos a la problemática de la mujer mostrando un panorama del pensamiento feminista. Sin embargo, también existen otras organizaciones de mujeres de tipo oficialista en el seno de los partidos políticos o bien derivadas de ellos. La Asociación de Mujeres Parlamentarias y la Asociación de Concejalas de Bolivia son organizaciones que presentan profundas divisiones étnicas y de clase en su seno. La Federación de Mujeres de El Alto y las juntas vecinales son instituciones mixtas que jugaron un papel importante en la coyuntura de octubre de 2003. En el otro extremo se encuentra el movimiento anarco-feminista Mujeres Creando, que puede ubicarse dentro de la corriente del feminismo autónomo latinoamericano. Autónomo en relación con el Estado y los partidos políticos. Dice, entre muchas otras cosas, "no a la cooptación". En relación con las ONGs se decanta por una estrategia de lucha basada en la deconstrucción de los símbolos y lenguajes de la dominación patriarcal en un contexto de colonización interna. Asimismo postula la restitución de la unidad original entre lo público y lo privado, esferas separadas por el capitalismo con distintas asignaciones valorativas. Para Monasterios, el movimiento Mujeres Creando se ha mantenido alejado de toda estructura organizativa estable y de las alianzas permanentes con otros grupos o sectores. Esto muestra las limitaciones de esta agrupación, exhibiendo matices de incoherencia con respecto a sus propios objetivos políticos y a sus relaciones con otros movimientos. A pesar de su crítica a las formas vigentes de ejercicio de poder, Mujeres Creando no ha estado exenta de reproducir el estilo caudillista de liderazgo político que es lo habitual en el ejercicio de las dirigencias en el país.

Finalmente Karin Monasterios propone que: "Necesitamos buscar nuestra propia inserción orgánica en el proceso, ya no desde las posiciones flojas de la tecnocracia ni desde el oportunismo de las mujeres de los partidos oficialistas, sino desde un revigorizado espíritu militante inspirado en la creatividad desplegada por las mujeres de octubre, como símbolo de lo que puede lograrse cuando los subalternos consiguen resignificar la política como asunto del quehacer comunitario de la calle, la casa y la cocina; es decir, cuando la existencia cotidiana se torna en acción política".

Teorías del chacha-warmi y afines

Para comprender el feminismo en el presente y en nuestro contexto, nos remitimos a las teorías del chacha-warmi, la despatriarcalización y la descolonización. Así por ejemplo Rafael Bautista en su libro: Reflexiones Des-Coloniales (Rincón Ediciones 2014) nos explica que la desvalorización de la mujer es una consecuencia de la asimilación sistemática a una forma de vida, la moderna, que ya no respeta el contenido espiritual que portamos los seres humanos, lo sagrado de la vida, lo que hace posible la vida a toda comunidad. Cuanto más se destruye las formas de vida comunitarias, más expuestas están las mujeres a una dominación que devalúa todas sus facultades, prioridades y derechos, haciéndonos olvidar que, como madres, son ellas el conducto pedagógico de transmisión cultural a las generaciones futuras, ellas son la personificación humana de la PachaMama como dadora y criadora de vida y que, como criadoras, son la imagen de nuestra vida PachaMama, de nuestras huacas y apus, quienes nos enseñan que la vida se cría continuamente. [?] La lucha por la mujer se convierte entonces en la lucha por la vida. Reivindicar a la mujer es reivindicar a la PachaMama, porque son la referencia de lo que significa ser madre: lo que es criar, es crear, cuidar y proteger a la vida. [?] Esta es una mirada crítica que especifica la dominación naturalizada que sufren las mujeres, pero, especialmente, la mujer indígena (cuyo grado de exclusión y negación es triple: por mujer, por pobre y por india). [?] Nuestra identidad concibe una paridad originaria; por eso la PachaMama necesita de Alaxpacha o Pachatata. La lluvia de los cielos es lo que fecunda la tierra para hacerla fértil. Todo es par: la luna necesita del sol, el día se corresponde con la noche, el frío pide el calor, el macho busca a la hembra y la hembra espera por el macho; los que son pares, al complementarse recíprocamente, crean la vida".

Para Rosario Aquím, en su obra Patriarcado y género (Rincón Ediciones 2014), el patriarcado es un orden social, caracterizado por relaciones de dominación y opresión que subordina y oprime no solo a las mujeres, sino también a otros hombres. El capitalismo se ha beneficiado del patriarcado, a través de la división sexual del trabajo. De ahí que el capitalismo no pueda funcionar sin el patriarcado. La mujer es un ser mimetizado, simbiotizado en los otros, al servicio del cuidado vital. Entonces la colonialidad del poder es una estructura de relaciones de dominación, explotación y conflicto que controla el sexo, el trabajo, la autoridad colectiva, la subjetividad e intersubjetividad. La colonización significó para las mujeres un doble proceso de inferiorización racial y subordinación de género. De ahí que pensar la colonialidad de género y la descolonización del mismo implique desmontar la imposición de la noción dicotómica, jerárquica, dimórfica entre macho-hembra, hombre-mujer como eje de organización de las sociedades coloniales. Según esta autora, las sociedades precoloniales no estaban organizadas en términos de género.

La situación global

El contexto mundial nos señala la distancia entre uno y otro país. La diferencia legislativa es contundente. Por ejemplo: en Corea del Sur el adulterio ya no es causal de divorcio. Sin embargo, en Irán las nuevas leyes ya no permiten el control de la natalidad. Como bien lo expresa en El País (Madrid) la periodista Ángeles Espinosa, en aquella sociedad islámica se vuelve ahora a la noción de que las mujeres son una maquinaria de hacer bebés.

A nivel planetario el presente nos muestra la violencia sobre la mujer a pesar de ser el motor económico de la casa y la activa partícipe en la política. Por ejemplo la publicación del Viceministerio de Descolonización: "Apuntes investigativos sobre sectores vulnerables". Mujeres: "Diagnóstico y avances en sus derechos", señala que las mujeres representan el 66 por ciento de las 796 millones de personas analfabetas en el mundo. Cada año 14 millones de adolescentes se convierten en madres; más del 90 por ciento viven en países en desarrollo. El 44 por ciento de las mujeres de 15 años y más han sido víctimas de violencia por parte de su pareja. Más de 2.600 millones de mujeres viven en países donde no está penado que el esposo las viole. En Bolivia los sistemas arraigados del machismo y patriarcado no permiten avanzar en la eliminación de prácticas de violencia contra las mujeres. 8 de cada 10 mujeres sufren algún tipo de violencia y solo el 17% de ellas denuncian la agresión.

Conclusiones

Finalmente, después de haber realizado toda esta vista panorámica sobre el feminismo me es imposible no realizar la siguiente pregunta: ¿Es un retroceso o un progreso la libertad del cuerpo femenino? Considero que las transformaciones cualitativas en la mujer atraviesan por la consciencia de la libertad del útero. Me expresaré con mayor claridad: ¿Por qué hasta el día de hoy en pleno siglo XXI las mujeres tenemos una gran necesidad de reproducirnos y aún no nos hemos liberado de la condición biológica? ¿Es que nuestro aparato reproductivo es más importante que nosotras mismas? ¿Cuándo empezará la verdadera revolución de nuestros cuerpos, revolución que podría significar la liberación de ser concebidas como meras reproductoras de la especie y como tales siempre ligadas a los otros sin ser pensadas de forma autónoma?

Este intento de reflexión me remite a Santo Tomás de Aquino y a su teoría de la razón femenina (contenida en la Summa theologica y en sus comentarios a Aristóteles). El ya fallecido filósofo venezolano Antonio Pérez Estévez sintetiza que "para Tomás de Aquino, varón y mujer manifiestan distintamente la racionalidad humana. La hembra-madre, razón material e incorporada, se identifica con la naturaleza y semeja la materia prima. El macho-varón semeja la forma, encierra la plenitud del ser, e intenta ser una razón pura y desincorporada separada de la naturaleza, y necesaria para completar a la mujer. Axiológicamente la mujer es lo indecente, lo sucio moralmente; es el instrumento para hacer caer al varón en el mal, mientras que el varón es el bien, lo apetecible, pues fue creado antes que la mujer para significar su superioridad en dignidad y gobierno".

Menciono a Tomas de Aquino, quien sigue en este punto a los clásicos grecolatinos, porque esta doctrina sigue siendo muy popular en muy diferentes latitudes y sociedades. Detectamos como corolario una relación subordinada de la mujer al varón, es decir la praxis cotidiana de la inferioridad óntica, axiológica y moral de los sujetos femeninos. Pero ¿cómo refutar esta construcción argumentativa? No basta la contra-argumentación de que se trata de una simple renovación de las concepciones tenidas por naturales de la cultura grecolatina, del pensamiento aristotélico y de toda la Edad Medieval, debido a que esta naturalización de la mujer es renovada por la sociedad actual a través de las prácticas masculinas e institucionales del orden socio-político, normativo y cultural. Lo peor de todo es que esta teoría tomística es reiterada constantemente por las prácticas de nosotras las mujeres. Este argumento es imposible de ser defenestrado mientras no exista la transformación cualitativa de nuestra condición como mujeres. Es decir que no basta toda la construcción teórica del feminismo y la condición de género, ni el avance en la legislación. Porque a pesar de todas las concepciones progresistas y de las innovaciones legales, si no existe la práctica de liberación cotidiana en la vida de cada una de nosotras, estas teorías que naturalizan la subordinación de la mujer se regeneran y se regenerarán constantemente. He aquí el gran dilema entre teoría y práctica. No servirá ser activista feminista ni tecnócrata exitosa si es que una mujer, a pesar de toda la teoría y su emancipación económica, no se transforma cualitativamente y decide de forma libre y consciente no servir de reproductora para la propagación del sistema y así deja de facilitarle la vida ya sea al varón o a los hijos. Pese al avance legislativo, la condición actual de la mujer, sin importar su estrato social, continúa sirviendo a los demás en el ámbito doméstico antes que a su propio proyecto como sujeto autónomo. Aún no estamos libres de esa naturalización que se consolida constantemente por la falta de una autoconciencia crítica y una genuina revolución de los cuerpos femeninos para lograr una transformación cualitativa de nuestras vidas. De alguna manera, difícil de explicar mediante palabras sencillas, diría que el problema fundamental está en nosotras mismas. Llevándole la contra al gran Santo Tomás de Aquino, me atrevo a afirmar que no hay una racionalidad femenina específica, pero existe una mentalidad profunda que los hombres y la sociedad nos han metido dentro de la cabeza. Esa concepción de la servidumbre voluntaria de la mujer es lo que tenemos que eliminar de nuestro espíritu.

Fin

* Erika Rivera.

Guayaramerín, 1977.

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