Loading...
Invitado


Domingo 24 de mayo de 2015

Portada Principal
Revista Dominical

Intolerancia y muerte

24 may 2015

Marlene Durán Zuleta - Poeta, escritora, compositora e investigadora de la cultura orureña

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Ha bullido por mi mente durante largos días, las emociones ilimitadas de algunos hombres que andan en Medio Oriente, dispersos, difusos, faltos de afecto, pregonando la palabra del Señor, incomprensible para mi espíritu. Existe un adagio: "A Dios rezando y con el mazo dando", ¿podremos hablar del Supremo cuando están turbios los corazones?, anunciar que Dios es grande y ser capaces de usar químicos, esas reacciones no habitan en el prodigio llamado Dios, todo él, es amor, dulzura y bondad.

He pensado hasta que se apoderó el insomnio y en la noche oscura y tenebrosa fui hilando de antes y después, siendo que desde la creación ya se perfilaba la maldad. Cuando llegó a la tierra Jesús, los reyes magos del Oriente al enterarse que el "Rey de los judíos acababa de nacer", guiados por una estrella llegaron a Belén, se desató una persecución de Herodes y según la Biblia se exterminó un 28 de diciembre, a todos los niños nacidos días antes, infantes que nunca supieron porque se los opacó y mutiló sus vidas. Fue el temor por la llegada del Salvador, cuando su familia tuvo que huir hacia Egipto hasta el deceso del monarca, torvo y cruel.

¿Será posible tener en la boca el nombre de Dios y exterminar la vida de sus semejantes? Inmolarse con un sinfín de armas, y el fuego, las explosiones, terminan con la vida de inocentes? ¡No es en nombre de Dios!

Siento el dolor de los padres por la pérdida física de sus ángeles que estuvieron en esta esfera, con y sin protesta aumenta la presión. ¿Probablemente se haya apoderado la ira de estos malvados que sin piedad mostraron y demostraron sus armas? Así no se ven justos para comentar en nombre de Dios.

Escudarse en otras personas que nada tienen que ver con sus nervios, con su ateneo, con sus oraciones fingidas y lapidan, ¡no debe ser en nombre de Dios!, ¡Dios es gloria y luz!

Impotente, con lianas en los pies y manos, cerrada la boca, los ojos, la mente un laberinto interrogando al vacío, al silencio, ¿aniquilan pensando que es justo?, ¡no es en nombre de Dios!

Me quedaría hasta que termine de caer una y mil veces el reloj de arena, interrogándome, dando vueltas por esos desniveles, viendo de lejos un pozo tenebroso que acumula nombres, armas, manos. Ese malestar me deja sollozando y no tengo respuesta alguna. En el libro sagrado, uno de los mandamientos reza: "No matarás" y aparece Ernesto Sábato al dejar escrito: "No debe matarse en nombre del socialismo, del comunismo ni del cristianismo". No puede cortarse el árbol de la vida para castigar al que está lleno de energía, esa señal no es justa.

Levantan la voz que Dios es grande. Dios es mucho más, es infinito y eterno. Matar con esos argumentos, ¡no es en nombre de Dios!

Estos hombres, de malas actitudes, son agravios, ofensas ilimitadas hacia Dios, cómo habrá se sentirse el Creador, si se lo nombra para seguir un ritmo rápido y malo, sin considerar que el redentor es una albura. Disfrutan de lo lóbrego, destruyen sin piedad, sombras que se mueven pueden ser luceros y se opacan, entonces no debe decirse en nombre de Dios.

Si a título de que Dios es grande, disfrutan de los disparos, tanto ruido, lo mortuorio es gozo, venganza, curiosamente al lapidar vuelven los espacios abiertos en un camposanto, ¡no es en nombre de Dios!

A quién gusta tener difuntos. En estos trances de espuma, de prisa, secretos que se ciernen, alguien provoca el deceso de inocentes, ¿es por la transformación del mundo?

No somos inmortales, nuestros cuerpos en algún instante tendrán que descansar, por longevos, alguna enfermedad, no sea por azar, por rasgos de alguien que está alterado y acorte nuestros pasos.

Todos de aquí y de allá, prediquemos la palabra recta y correcta, cuando llegue el día habremos de responder por nuestros hechos, por las señales que a diario vemos y oímos, sea solo en nombre de Dios, testimonio transparente y puro. Todos somos hermanos, algunos se multiplican como lotos, confundidos, provocan episodios que marcan cicatrices de miseria, todo lo negativo nos hunde. Nunca compartiré con nadie el sueño provocado de la muerte, tengo sentimientos y siento duelo interno cuando llega la noticia de decesos por atentados.

El destino de cada humano es un proceso, una ceremonia, un túmulo de memorias. Debemos conservar que en nuestro tránsito dejemos improntas, inconfundibles. Los espectros no relaten nuestros miedos, evoquemos la existencia para labrar que el diamante de la verdad sea lámpara de reflexión e ilumine el universo.

Dios grande, vital, esencia en nuestros latidos y suspiros, en este tiempo de meditación labremos en el hilo poético de Homero, cantos de amor para la Providencia. -Extendamos nuestros versos para compartir la flama y lo prolijo de la lectura bíblica- Recobremos la palabra profunda del respeto por la vida, protejamos lo verde del ecosistema, el tiempo continúa cambiando, en algunos países llueve copiosamente, precisamente está semejanza del Creador no razona, causa porfías. Estas reyertas motivan a repetir este adagio que rememoro del viernes santo en el Sermón de las tres horas en la catedral de Lima, el pasado año: "Dios siempre perdona, el hombre a veces perdona, la naturaleza nunca perdona".

Reconozcamos, esta esfera de tanto desvelo por el hombre, nuestra existencia por rasgos de inseguridad, se acumula excesiva intolerancia y muerte. Las dimensiones de desasosiego abren buzones, van anegando el horizonte, un desorden de sentidos, de sangre y confusión. El velo del estío envuelve a todos, sobrecarga para muchos, languidecen de hambre, cansancio, pena y soledad.

El amor debe enternecer, la voz de la conciencia ahondarse y ser espejo donde podamos vernos libres de malos pensamientos, considerémonos afortunados de ser hijos de Dios bendito y su nombre brille en el cielo y en la tierra por las eternidades.

Jesús maestro, las procesiones remozan aliento y fe, no olvidamos que estás vivo. Si intentáramos fundir las murallas de todo lo lento y apagado existente en alguna reserva natural de nuestro ser, probablemente algo cambiaría en este fulgor terrenal, selláramos los maleficios, en la casa del Creador siempre abierta y finita para sus hijos que somos todos, ratificáramos otra vez el diálogo-comunicación doblegados, desde la humildad, para mostrar perdón por los miserables de raciocinio.

En mi morada existe un macetero con abrojos que compré, se llenan de diminutas flores color sangre y caen en otoño, rememorando día antes de tu ascenso al cielo. Nunca lo he podado, no crece y tiene la misma altura, parecen aguijones cuando punzan, capaces de descubrir la piel, posiblemente sean de la rama cuando ciñeron la frente de Jesús. Si en un arranque de ira lograra pincharme, ¿qué conseguiría dañar o dañarme? El libre albedrío genera libertad entonces cómo pretender imponer un adagio, ¿en la lid?, ¿con fuerza bruta? Cada humano sabe cómo aproximarse a la providencia.

Desde el surco de mis escritos, Dios de mi silencio y alegría, prisma, alba de mi vida, estás no solo en mi mente y corazón, vives en mis ojos que cada día contemplan la obra de tu creación, mi incomparable familia comparte tu nombre sagrado. No tengo la menor pizca de indagar como es tu rostro, cada día queda en el libro abierto de la vida, amor de mis amores, crisantemo, balada de ternura, alborada grata, ébano, la tierra deteriorada se ufana de saberte vivo. Señor, desde esta fontana mueves lo tangible de mis huesos, me invades de dulzura, mi memoria acumula poesía mística, me hundo, me aturdo en la casa de los signos, emocionada por el emblema de tu nombre, perdona a esos hombres que enceguecidos no tienen pesadumbre.

Señor, remoza otra vez mi algarabía, acude como siempre sigiloso, otra vez confesaré que consciente te entregué mi hálito, a ti inconfundible en la vida y en la muerte.

Para tus amigos: