Loading...
Invitado


Domingo 24 de mayo de 2015

Portada Principal
Revista Dominical

¿Por qué escribo microrrelatos?

24 may 2015

Víctor Montoya - Escritor y pedagogo

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Hace no mucho, una acuciosa lectora de mi obra breve, pero sustancial, me disparó, con sonrisa irónica y mirada de pícaro animal, la pregunta del porqué escribía microrrelatos. La pregunta me atravesó de lado a lado, hasta que me repuse del impacto y, armado con lo mejor de mis argumentos, le contesté, simple y llanamente, que si escribía microrrelatos era porque se me pegaba la santísima gana. Luego, en un intento por ser más explícito, le dije que mis microrrelatos son una apuesta por la literatura futurista cuyas innovadoras técnicas responden a las exigencias de un mundo moderno, donde el tiempo es plata y la prosa breve es oro.

El desafío del creador de relatos breves no solo va contra el reloj, sino también contra las corrientes literarias tradicionales, donde un mamotreto era necesario para conciliar el sueño de un empresario insomne y ocupar las horas de ocio de una damita encumbrada, quien tenía por diversión comadrear con las amigas o leer un libro de largo aliento en la mecedora de su alcoba.

Ahora que la sociedad impone celeridad sobre la marcha, y las mujeres disponen de menos tiempo que en el pasado, es necesario crear una literatura que esté a la altura de las exigencias que demanda el acelerado ritmo de vida. Por eso mismo, los mamotretos de antaño son reemplazados cada vez más por las obras que, tanto por su extensión como por su precisión, son verdaderas piezas de orfebrería; comienzan en la condensación semántica y culminan en el instante de la revelación.

La estructura del microrrelato, a diferencia de la novela, exige que se narre una historia completa, con principio, desarrollo y desenlace, en pocos párrafos y con una gran economía en el lenguaje. "El cuento no admite falla", sentenció Mario Benedetti. "Se construye palabra por palabra, cada una tiene que tener su rol, y los finales son muy importantes"; a lo que se debe añadir que los finales son tan importantes como los principios. No en vano Horacio Quiroga, en el "Decálogo del perfecto cuentista", escribió: "En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas".

El microrrelato, que puede ser leído de un vuelo y mantener la atención del lector de principio a fin, es el género literario que mejor se adapta a las necesidades del hombre contemporáneo, que vive aquejado por el estrés y las obligaciones sociales; es más, algunos aprovechan los momentos de viaje, entre la casa y el trabajo, para zambullirse en un microrrelato que, al ser tiempo condensado, satisface con mayor rapidez el interés y la curiosidad de los lectores.

En los libros de prosa breve, que se acomodan mejor a las posibilidades del lector y a las técnicas de la informática, el escritor pone a prueba su capacidad de síntesis, re-creando, con pasmosa naturalidad, situaciones diversas por medio de personajes arrancados de la realidad y la fantasía.

El microrrelato, gracias a los nuevos medios de comunicación, puede leerse también como un mensaje de texto en el teléfono celular, correo electrónico, blog o Twitter, así es como se leen los cuentos de Augusto Monterroso y Ana María Shua, quienes no dejan de fascinar con su ingeniosa creatividad y la fulgurante belleza de sus textos, que parecen dinosaurios reducidos al tamaño de los insectos.

Los requisitos de cómo se debe escribir un cuento se han hecho cada vez más exigentes. Los maestros del género, como Edgar Allan Poe, Henry Guy de Maupassant, Antón Chejov, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y otros, estaban convencidos de que en la prosa breve cada palabra tiene un significado concreto y que ésta debe estar en armonía con la totalidad; una concepción que, además de ponderar el manejo de una sintaxis libre de circunloquios, hace hincapié en el dominio de los complejos recursos del arte narrativo, conforme el hilo argumental tenga coherencia, los personajes sean verosímiles y, como en todo cuento bien contado, tenga un principio que atrape el interés del lector y un desenlace inesperado que lo deje sorprendido.

Como comprenderás, le dije a mi lectora, correspondo a esa categoría de narradores que, acostumbrados a valorar lo efímero en la literatura, cultivan una prosa breve, mientras más breve mejor. Se trata de una literatura que está muy cerca de la prosa poética y que, al mejor estilo de los haikus, se parece a un felino veloz y cimbreante, constituido más por músculos que por grasa.

Mi lectora, al advertir que mi explicación se me iba haciendo larga, larguísima, se tragó su pregunta, me regaló una sonrisa más amable y, antes de despedirse, dijo: No dudo que al paso que avanzas, sin prisa pero sin pausa, un día me sorprendas con otros microrrelatos más "micros" todavía, como un mago de la palabra escrita, que siempre tiene más sorpresas escondidas en las mangas de la camisa.

Para tus amigos: