Domingo 24 de mayo de 2015
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Quien vive completamente inmerso en nuestro orgulloso mundo de titanes, en sus goces, sus ritmos, sus peligros, podrá llegar a realizar grandes cosas en él, pero lo que no podrá será enjuiciarlo. En el mejor de los casos le pasará lo mismo que le pasó a Napoleón: logró conquistar todo un mundo, pero fue realmente ciego en lo relativo a su propia persona y a su propia situación. Tolstoi toca brevemente ese asunto en el prólogo que puso a su obra Guerra y Paz; en él dice que quizás a quienes menos libertad les es dada es a los grandes hombres de acción. Cuanto más inmersos en nuestro tiempo estemos y más dentro de él vivamos, tanto más supeditados estaremos a sus prejuicios.
Ernst Jünger en: El libro del reloj de arena.