Parece que se nos va de la mano...

La ilusión de hace cerca de un siglo de construir una red ferroviaria que pase por Cochabamba y atraviese el país de oeste a este o viceversa, interconectando puertos marítimos de Brasil (en el Oriente), Chile y Perú (en el Occidente) parece que se nos va de las manos, o de los sueños. Un ingeniero alemán Hans Gretel por el año 1925 por encargo del entonces presidente de república, Bautista Saavedra Mallea, había diseñado dicho proyecto en la esperanza de conectar Santos en el Brasil con Arica (Perú) y Antofagasta (Chile), que desde entonces, sigue durmiendo junto a la modorra de quienes sucesivamente tuvieron en sus manos la decisión y voluntad de llevar adelante este megaproyecto.

No hay duda de que el anuncio resulta desalentador para los propósitos bolivianos, particularmente para cochabambinos, que desde hace cien años venimos alentando un corredor ferroviario de esa naturaleza. La magnitud de este corredor siempre ha sido interpretado en términos superlativos como lo ha dicho el funcionario chino en su discurso, "un megaproyecto", por la magnitud y sus millonarias significaciones. Será la línea ferroviaria de mayor e intenso tráfico, ya que abreviará en tiempo y espacio el transporte de cargamento (mercaderías de toda naturaleza) procedentes de países orientales hacia países occidentales y viceversa, evitando las vueltas marítimas, permitiendo a la vez la exportación de productos como la soya brasileña y otras manufacturas.

Es en toda la palabra un "megaproyecto", no solo por la millonaria inversión que necesita, sino por la significación económica y el retorno de los capitales de inversión y la generación de un amplio marco económico y empleo para la región latinoamericana. Una interconexión de esa naturaleza, convertiría a Bolivia en país estrella de la región y a Cochabamba, en paso central de esta proyectada ferrovía, con lo que podría sellar uno de sus anhelos desarrollistas.

No todo debe estar perdido. Hace un par de años cuando el Presidente Evo Morales viajó a China, dijo que en la entrevista que sostuvo con el presidente de ese país, abordó el tema de la construcción ferroviaria y que éste había exigido un anteproyecto. Hay varios proyectos que esperan definir el trazo de una ruta definitiva. Una que se tomaba como definitiva y que proponía construir Aiquile-Santa Cruz con extensión de casi 360 kilómetros y una inversión de mil millones de dólares, que seguramente requiere de un inversión ampliada por la reconstrucción del ramal Cochabamba-Oruro, Cochabamba-Aiquile.

La iniciativa de apoyar este tramo tomó impulso durante una reunión de los presidentes Geisel del Brasil y Banzer de Bolivia en 1972 durante la inauguración de la estación ferroviaria de nuestra ciudad, convertida hoy en un mercado, para lo que establecieron una comisión con financiamiento brasileño que tuvo a su cargo dichos estudios conocida como Geipot, que planteó además un ramal hacia Mataral, Santa Cruz.

El Presidente Morales también sugirió que el tramo sea construido atravesando la zona del Chapare, para lo que dijo se necesitaría unos 10 mil millones de dólares de inversión. Así, incluso con esa millonaria inversión, parece resultar más atractivo construir un ramal de interconexión cruzando de este a oeste o viceversa nuestro país, una tercera parte de lo que se piensa invertir. De los cerca de 2.000 kilómetros que se requieren para este propósito, en territorio boliviano, ya existen construidos 600 entre la frontera con el Brasil, Corumbá y Santa Cruz de la Sierra, con un ramal hacia Yacuiba. En la parte occidental, se cuenta con la ferrovía Oruro-Antofagasta. Se trata de construir unos 360 kilómetros entre Aiquile (Cochabamba) y Santa Cruz de la Sierra y mejorar los tramos ya construidos.

También Oruro es la directa beneficiada con este megaproyecto, ya que tendría la oportunidad de retomar su vocación ferroviaria, hoy en manos de empresas privadas chilenas que no aportan en mucho al desarrollo de esa región. Los nuevos gobernadores tanto de Cochabamba como de Oruro que están a poco de tomar funciones, deberían de priorizar y darle un nuevo dinamismo, si es posible con la movilización de los movimientos sociales, para crear conciencia sobre la envergadura de este proyecto.

Brasil, no hay duda de ello, está interesado en desarrollar su rica zona amazónica, despoblada en gran parte, sin infraestructura de ninguna naturaleza y territorio que guarda en su naturaleza tesoros todavía no descubiertos, como petróleo, gas, minerales y extensas zonas para el desarrollo agrícola, lo mismo que el Perú.

(*) Periodista