Miercoles 20 de mayo de 2015
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La semana pasada vimos que en el trámite de la demanda boliviana en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya los fundamentos, argumentos y pruebas propuestas y presentadas desarrollaron en un nivel muy alto de quienes actuaron profesionalmente en las diferentes audiencias.
Es obvio que una de las partes introduzca argumentos o elementos inesperados tratando de sorprender a la otra, porque se trata de un verdadero proceso judicial, que es internacional y de alta jerarquía, es cierto, pero que no deja de ser un juicio.
Lo que sorprendió fue la pregunta inesperada introducida por un juez de los 15 que conforman el tribunal de la CIJ, que debió anteladamente ser excusado porque fue abogado de una de las partes (Chile) en otro proceso, no lejano, en esa misma Corte. Ese juez está descalificado de entrada, y si no tuvo la honestidad profesional, como lo hizo otro juez designado que se excusó por haber intervenido en un proceso donde estuvo Chile, la delegación boliviana debió haberlo hecho antes de que se sentara en el estrado judicial. Al no haberse excusado, aprovechó su posición de juez con una malicia propia de un abogado retorcido al introducir una pregunta con toda la intención de dañar a una parte (Bolivia) y favorecer de alguna manera a la otra (Chile).