Asequible a la entrevista personal, Daniel Rodrigo me contó que nació en Oruro el 14 de junio de 1978, de la unión de Nitza Siles y Ricardo Rodrigo. El kínder, la escuela y el colegio los aprobó en el Anglo Americano, donde ahora estudian sus hijos. Está casado hace ocho años con Daniela Rodríguez, de la que se enamoró no por su cuasi homonimia coincidente, sino por su tenaz fuerza de voluntad en el amor.
Tiene la profesión de Administrador de Empresas y confesó que mientras estudiaba le interesaban más el marketing y la publicidad. Su primer trabajo fue de gerente de un ingenio minero, donde se daba tiempo para las fotos, que era una pasión añeja guardada en el corazón. Cuenta que había sido una decisión radical dejarlo todo por la fotografía, que era lo que en verdad amaba, y se dio cuenta que ese gusto lo había adquirido a sus cinco años, cuando su padre le llevaba por las calles para admirar las luces de navidad en las casas y los parques. Ese gusto precoz por las imágenes le acompañó hasta el día de su promo donde tuvo más retratos que sus compañeros porque andaba todo el tiempo con su camarita de rollos, que los guardaba hasta conseguir el ahorro para su revelado.
Cuando iba con los amigos a los partidos de San José, además de fotografiar a los jugadores, observaba a los fotógrafos de cancha con sus pertrechados chalecos membretados y los lentes blancos de las cámaras carísimas que usaban para trabajar. Cuando tomó la decisión de vivir como fotógrafo, sorprendió a su familia y se sorprendió a sí mismo porque este trabajo no estaba categorizado en Oruro, y lo asumió como un reto, con el temor de la falta de apoyo, la envidia y el egoísmo de las personas. Fue expulsado de varios eventos de moda y de elecciones de belleza, porque era exclusividad de los "fotógrafos oficiales". Sin embargo, cuando algunos años después le tocó desempeñar el mismo cargo prestigioso, lo primero que hizo en una pasarela de las Magníficas en época de carnaval fue llamar a sus amigos de oficio para que juntos hicieran un coro de destellos como parte de la función de moda.
Su primera cámara fue una Zenit de fabricación rusa que le regaló su papá a los veintidós años. Los procesos de revelado los aprendió con un vecino que sabía más de bandejas y líquidos que de diafragmas y objetivos de su cámara mecánica semi profesional. Ahora aprende con el internet, porque la fotografía le ha parecido siempre un asunto apasionante y no una gran ciencia. Tiene seis cámaras, su última adquisición la hizo justamente de la red, una Canon 5D Mark III, que le costó 3.500 dólares. Aprendió que los megapíxeles son unidades de información que guardan el tamaño de la fotografía, pero la calidad de la imagen la consiguen los lentes de la cámara y la destreza del fotógrafo. Su profesionalismo y su pericia los aprendió no de cursos facultativos, sino de la sabia enseñanza de la prueba y el error. A través del Facebook, ha logrado contactarse con fotógrafos famosos como Karl Tylor de Inglaterra y el cubano Alaín Perdomo que vive en España, quienes comparten sus saberes muy animosamente.
Entiende que la fotografía no lo hace el equipo, la cámara solo es un aparato que registra imágenes. Importa mucho el criterio de qué es lo que se va capturar y cómo realizarlo, a través del juego de luces y sombras. Recientemente el cineasta Ángel Araníbar le enseñó cómo dar iluminación y tridimensionalidad para lograr la expresión de la imagen, y que depende de los esquemas y potencias de luz para conseguir determinados efectos.
Dice que el trabajo previo a la producción condiciona el manejo de la luz, la composición del fondo y la psicología del color. Le gusta fotografiar personas, paisajes naturales y arquitectura nocturna. El ocaso es su momento preferido por la hora azul que es ideal para retratar, así como la hora dorada que es cuando sale el sol, y nunca trabaja al medio día porque la sombra del cénit es dura para las fotos, prefiere hacer sus tomas hasta las diez de la mañana y desde las tres de la tarde.
En su currículum de comunicador visual tiene tres exposiciones grupales y una individual sobre la Anata Andina. Trabaja con Monika Alta Moda, Tu espacio de LA PATRIA, Marilizzi, Víctor peinador de reinas, y apoya con varias revistas nacionales, con lo que su nombre adquirió una merecida marca registrada. Fue fotógrafo oficial del Dakar y envía sus fotos a Reuters, International Press, Alka photos, e irá a la Copa América en Chile; todo esto para aprender y enseñar una teoría, que la fotografía no es más que la magia de la luz.
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