La recordación de la declaratoria del Carnaval de Oruro, hace 14 años, como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, por la Unesco, tiene un significado especial, pues en ese tiempo se esperaba el inicio y cumplimiento de importantes proyectos para mejorar esta fabulosa e inigualable demostración devocional, folklórica y tradicional que ofrece anualmente al mundo, Oruro, la Capital del Folklore de Bolivia.
Hay muchas opiniones, reclamos y sugerencias sobre el particular, no están exentas algunas denuncias sobre actitudes irresponsables de autoridades y dirigentes del entorno carnavalero que en casi una década y media, no han podido estructurar un verdadero proyecto de desarrollo de la "Obra Maestra".
Cada año se cumplen los mismos trabajos, desde la fase de organización, con el consiguiente arreglo de calles que son el escenario urbano de la gran fiesta, más luminarias, más servicios sanitarios, mejores graderías, aunque no más seguras y algunas otras tareas complementarias para adornar el recorrido, pero estructuralmente no hay avances de ninguna clase, salvo los teóricamente expuestos en ciertos niveles y hasta se habló de una maqueta con la muestra de lo que podría ser el escenario mejorado del Carnaval de Oruro.
La promoción del evento sigue siendo motivo de quejas pues comienza muy tarde y en el último tiempo hasta dependió del interés y voluntad de autoridades de un ministerio que tiene responsabilidad directa en la promoción de los eventos socio culturales del país y el de motivar el interés turístico de la gente que quiere ver directamente una maravilla en su lugar de origen y con sus miles de actores.
Cuando la Unesco concretó la declaratoria de Obra Maestra al Carnaval de Oruro, el impulsor de esa medida Yves de Menorval, recomendó que tan significativo patrimonio merecía la atención generalizada de los orureños y sus autoridades para mejorar la estructura en la que tiene efecto el maravilloso espectáculo, sin que esa llamada de atención signifique hacer cambios en la esencia y sentido tradicional del hecho, sino más bien en el entorno que permite su realización.
Diablódromo, folklodromo, u otros "dromos" parecidos no han avanzado, sólo se trata de ideas sueltas lanzadas entusiastamente pero todavía sin respaldo técnico, legal y financiero, por tanto nada más que un intercambio "de sugerencias", algunas más interesantes que otras, pero todas en una lista que merece ser analizada, cuantificada, debatida y aprobada para su ejecución.
Lo que se pudo hacer en casi quince años, pensando ya en el próximo Carnaval del 2016, merece una atención específica a través de un organismo que dedique el cien por ciento de su atención a este evento, su defensa y la concreción de un proyecto mayor que cumpla las recomendaciones de mejorar la Obra Maestra sin quitar en lo más mínimo el sentido de su origen y tradición, evitando distorsiones y dándole mayor valor a su desarrollo, definiendo por ejemplo su principal escenario y estableciendo como señalaba un proyecto inicial toda una infraestructura que no sea sólo un sitio de danza sino el gran centro patrimonial, devocional, folklórico y cultural en el que se incluyan museos, bibliotecas, salas de conferencia, teatro, exposiciones, sección artesanal especializada, convirtiéndose en una motivación extraordinaria para la presencia prolongada de miles de visitantes.
No es oportuno hacer referencia a los proyectos que "dan vueltas en muchas cabezas", lo urgente es crear un organismo multidisciplinario único y con responsabilidad exclusiva y a tiempo completo para mejorar la Obra Maestra en su conjunto y que esté encabezado por representantes de quienes hacen el Carnaval y no de más teóricos ilusionistas.
Fuente: LA PATRIA
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