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Trigo en Bolivia: Historia de dependencia exterior
17 may 2015
Fuente: La Paz, (ANF).-
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La dependencia histórica de Bolivia respecto a la importación del trigo de otros países –principalmente Estados Unidos y Argentina– derivó en una producción nacional escasa y desarticulada que ha intentado salir a flote en los últimos años a través del aumento de la producción nacional para alcanzar la deseada soberanía alimentaria.
CUANDO DEJAMOS
DE SER SOBERANOS
El antropólogo Tristán Platt afirma que la Bolivia colonial y después republicana abastecía totalmente su demanda interna de cereales y harina, con sus principales focos de producción en Cochabamba y Chayanta. Hasta finales del siglo XIX, el 70 por ciento de la harina de trigo que se consumía en La Paz se producía en Cochabamba.
Según el historiador Jorge Dandler, a partir de los años 1880 la construcción de una red de ferrocarriles que conectaban con Argentina y los puertos del Pacífico, las exenciones arancelarias y los bajos impuestos convirtieron a Bolivia en dependiente del trigo exterior. Los grandes productores de Cochabamba, Tarija, Norte de Potosí y Chuquisaca no eran capaces de competir con las importaciones de Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Estados Unidos y Alemania.
Según el documento “El estado de situación del trigo en Bolivia” publicado por el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA), en 1954 la producción total de trigo del país no alcanzaba ni para un mes de consumo nacional. El 90% del trigo era extranjero.
DONACIONES Y
PERIODO NEOLIBERAL
El dominio de las grandes corporaciones alimenticias mundiales –el 80% de las exportaciones de trigo a nivel mundial provienen de seis países– se alcanzó con el apoyo de gobiernos neoliberales y perjudicó a los mercados regionales de países como Bolivia, que se vieron obligados a inundar sus mercados con alimentos subvencionados.
El programa de “ayuda alimentaria” y donaciones de alimentos de Estados Unidos a partir de 1954 contribuyó a la disminución de la producción local y generó dependencia con ese país, con las Naciones Unidas y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
De las dos millones de toneladas de trigo que se importaron entre 1998 y el 2007, el 70,5% provino de Argentina y el restante 29,5 % de los Estados Unidos.
En palabras del economista Hernán Zeballos, en los últimos 20 años solo entre el 10 y el 30 por ciento del trigo que Bolivia consume es nacional y menciona la larga lista de intentos frustrados por producir y consumir nuestro propio trigo que acabaron en respuestas coyunturales y no en políticas a largo plazo.
EL INTENTO CRUCEÑO
Desde finales de los años 80 del siglo pasado, Santa Cruz comenzó a asumir el desafío de incrementar la producción nacional de trigo. Sin embargo, diversos analistas critican que el interés real era potenciar la producción agroindustrial sin tener en cuenta en el proceso a los productores de los Valles de Bolivia.
Según el Plan de Implementación del Programa Nacional del Trigo, en el área andina alrededor de 100.000 familias se dedican al cultivo de trigo con casi 90.000 hectáreas de producción, la mayor parte para autoconsumo. Por el contrario, en Santa Cruz 14.000 familias distribuidas entre colonizadores, menonitas, japoneses, brasileños y rusos se dedican al cultivo de trigo con una superficie promedio de algo más de 100.000 hectáreas en el último trienio, en su mayor parte dedicadas al comercio.
La Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo) vaticinó a inicios de los 90 que en diez años Bolivia ya no sería dependiente de trigo extranjero. Según Zeballos, ni las superficies de cultivo ni la producción han alcanzado esas previsiones. La fiebre por el cultivo de soya en el oriente del país además de condiciones climáticas y los precios de cultivos alternativos al trigo como el fréjol, girasol, sorgo y algodón, son algunos factores que incidirían.
¿CÓMO ESTAMOS
AHORA?
Según Cipca, en 2008 cuatro de cada cinco panes consumidos en Bolivia tenían su origen en trigo importado.
Si bien en los últimos años la producción nacional se ha incrementado, sumando 1,8 millones de toneladas entre 2002 y 2013 según datos del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), la importación de trigo en grano en ese mismo lapso fue de 1,6 millones de toneladas, por un valor de 332 millones de dólares.
José Luis Landivar, expresidente del IBCE apunta que en los últimos diez años el país invirtió cerca de 1.000 millones de dólares en importar trigo y harina por un volumen de casi 3 millones de toneladas que bien se pudieron producir en Bolivia “¿Cuántas familias habrían mejorado de haberse quedado ese dinero aquí?”, se pregunta.
De las 600 mil toneladas que Bolivia necesita anualmente para abastecer al mercado interno, al día de hoy solo se producen en el país el 30 por ciento, importando más de la mitad de Argentina.
El país todavía se enfrenta al reto de incentivar la agricultura comunitaria para articularla con la industrial, pero en el presente las formas industriales suponen casi el 80% de la producción.
Fuente: La Paz, (ANF).-
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