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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Los atajos no son sostenibles - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
En 1956, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) ganó las elecciones con más del 90%; era previsible porque firmó el derecho al Voto Universal y repartió tierras entre pongos y mitayos. Fue la mayor victoria en la intermitente democracia boliviana. Sin embargo, las huestes de choque movimientistas no pudieron evadir la tentación del fraude y robaron papeletas de su principal adversario, Falange Socialista Boliviana (FSB), sobre todo en los barrios residenciales.
Cuatro años más tarde, ya dividido, el MNR oficialista intentó ocultar las derrotas en regiones apartadas del país para evitar una bancada opositora fortalecida. La brutalidad del Control Político impidió las protestas. El Poder Judicial, obediente al partido gobernante, no dio curso a reclamos legales. El Poder Electoral era un simple cascarón, sin voz independiente, de gente ordinaria y no notable.
El MNR intentó mostrar, sobre todo a través de su poderoso aparato de prensa y propaganda, el diario “La Nación” y noticieros en los cines, que mantenía la legalidad que consiguió en 1951 y la legitimidad del 9 de abril. Continuó con la arremetida contra la Iglesia Católica, el periódico “Presencia”, Radio “Fides”, y otros medios a los que acusó de servir a la oposición.
Agredir al otro le impidió enfrentar la realidad, el descontento popular, la creciente crisis económica después del entusiasmo inicial, la pérdida de mercados por la nacionalización de las minas, la decadente producción agraria. Sus principales aliados proletarios, los mineros, se alejaron del MNR hasta la ruptura definitiva a fines de 1963. Su máximo representante, entonces vicepresidente de la República, fue nombrado embajador para disfrazar el exilio.
En 1964, el MNR participó por tercera vez en elecciones generales, más dividido y cuestionado por sus propios ideólogos y antiguos militantes. El fraude no se dio únicamente en regiones opositoras, también necesitó preparar trampas en las minas y en el campo, frente al sindicalismo clasista y al nuevo bloque campesino independiente.
El candidato a la vicepresidencia no fue un obrero, ni siquiera un intelectual, sino un militar de botas y sable, ligado a poderes económicos terratenientes y relacionado con la Doctrina de Seguridad Nacional. Él único mérito revolucionario suyo había sido la casualidad de pilotear un avión para traer al exilado Jefe en 1952.
Vicepresidente que no dudó en traicionar “el proceso revolucionario” cuando vio oportuno, cuatro meses después de su posesión, apoyándose en los disidentes, en los antiguos enemigos de la oligarquía antinacional, las bayonetas ensangrentadas y el pacto militar campesino.
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