Según todos los análisis en las últimas elecciones al Senado colombiano el gran ganador ha sido el Partido de la U (Uribe) porque viene acercándose a los 3 millones de votos. Sin embargo, en segundo lugar le siguen los votos en blanco o nulos que bordearán los 2,5 millones. Más fuerte aún es la cantidad de inscritos que no fueron a votar: 16,649,537 (una cifra que es un cuarto de veces mayor que la de los 13,203,762 de votantes).
Tan alto es el ´voto por nadie´ en la idiosincrasia colombiana que en este país las papeletas han considerado un espacio para que la gente marque ´voto en blanco´ (el cual se contabiliza como voto válido). Además de esa categoría hay el voto nulo o el ´no marcado´ (es decir lo que en otros países se conoce como el verdadero voto en blanco pero que en este caso no es contabilizado como voto válido). La suma de los que votaron pero por ningún candidato al Senado se acerca al 20% de los sufragios escrutados. El Partido de la U quedó primero pero sólo con el respaldo de un 10% del electorado.
Para el Parlamento Andino el voto por nadie fue tan alto que estas elecciones podrían quedar invalidadas. Sólo 5,5 millones votaron a favor de algún partido en estos comicios (es decir, casi la misma cantidad de gente que votó allí en blanco o nulo, menos de la mitad de los que acudieron a sufragar y un sexto de los inscritos). En el Parlamento Andino la primera lista (la de la U) bordea el 1,3 millón de votos, por debajo de los 1,5 millones de votos marcados como en blanco o de los más de 2,3 millones de votos ´no marcados´.
Algunos le echarán la culpa a un sistema tan complicado, aunque el de la papeleta de la India es mucho más complejo (además de que allí hay 20 veces más electores, los mismos que tienen decenas de lenguas oficiales y un alto analfabetismo), pero allí no hay tanto ´voto por nadie´.
Otro factor es el grado de militarización y de ilegalidad que campea en muchas partes del país donde la gente es obligada a votar por determinadas fuerzas (o a no sufragar) dependiendo de quien posea el control militar de la zona. Tan alta es la tradición de fraude que los dos candidatos del mismo partido conservador se acusan mutuamente de ello y que hay muchas plazas que, a media semana de las elecciones, no se puede uno explicar por qué hay tanta demora en dar los resultados.
El alto índice de votantes por nadie, que supera al de cualquier otro país americano, evidencia un sector de la población disconforme que puede ser susceptible a creer en ´caudillos´, a ser abono de una posible explosión social o a ser influida por grupos armados.
(*) Investigador y profesor y especialista en Bolivia en la LSE
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