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Domingo 10 de mayo de 2015

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Cultural El Duende

Jhon Banville: “Ser dos escritores a la vez para mí es fácil”

10 may 2015

Entrevista realizada por Paula Corroto a Jhon Banville, novelista irlandés (Wexford, 1945), una de las mayores expresiones literarias del habla inglesa, quien también aparece bajo el seudónimo de Benjamin Black

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Usted ha dicho en alguna ocasión que la literatura es más importante que la vida, pero todo lo que me ha contado tiene que ver con la vida

Sí, porque no tenemos otro material para escribir. Si pudiesen, los novelistas no hablarían de nada. Un inglés dijo que la única inspiración que se podía conseguir se limitaba a la música, pero la vida es la vida y es el material que tenemos. Es un caos y puede incluso ser fea, pero es lo que tenemos.

Y aun así usted también ha señalado que el novelista es la persona que menos sabe sobre el ser humano y que al escribir se pasa la vida indagando sobre nuestra naturaleza. ¿Qué pretende encontrar en el ser humano cuando escribe?

Hablando solo por mí, yo sé poco de la vida. Puedo escribir sobre la vida, pero, cuando se trata de vivir, no tengo ni idea de cómo se hace, porque esto de vivir es un fenómeno muy extraño. Si eres un novelista la gente espera que seas más sabio. Tengo una amiga cuya vida amorosa ha sido un verdadero desastre y siempre me pregunta qué es lo que hay que hacer. Yo siempre le respondo que le está preguntado a la persona equivocada. Es decir, puedo escribir sobre ello, pero no sé de ello. Es un fenómeno extraño.

¿Y desde que empezó a escribir como Banville o Black ha cambiado su visión del ser humano?

Es más bien mi trato hacia los seres humanos lo que ha cambiado, ya que Benjamin Black escribe sobre las personas de una manera totalmente distinta a como lo hace John Banville. Las novelas de Black tienen un diálogo muy realista, pero las de Banville no. En las historias de Banville la gente hablan, pero a través de los demás. Además, en Banville hay muy poco diálogo. Mi visión de las personas no ha cambiado, el trato sí. La realidad es que a Banville no le interesa lo que hace la gente sino lo que la gente es y a Black le sucede lo contrario.

¿Cómo puede conciliar esa ambivalencia? ¿De quién se siente más próximo, de Banville o de Black?

Son dos maneras de trabajar completamente distintas. No son dos personalidades distintas, simplemente soy yo. Bueno, sí que hay dos personalidades, pero esto se debe al hecho de que todos tenemos múltiples personalidades. Nos imaginamos que somos una unidad, pero no lo somos. Somos simplemente una serie de poses. Interpretamos el papel que nos toca en cada momento. Por lo tanto, ser dos escritores a la vez para mí es fácil. Durante 35 años trabajé como periodista y durante el día escribía y por la noche iba a la redacción, y seguía siendo la misma persona, pero con dos roles distintos. Y eso, ser dos tipos de escritores tan diferentes, como periodista y como escritor, sí que era complicado, porque cuando trabajas en una redacción con gente tienes que fingir ser normal, mientras que en la soledad de tu casa no necesitas fingir nada.

Dice que escribe de forma diferente como Black y como Banville. ¿Cómo son dos estas dos formas distintas de trabajar?

Tengo dos mesas que hacen un ángulo y tengo una silla en medio. Cuando soy Banville escribo con pluma en cuadernos que me hace un amigo y después esos textos los paso a la computadora. Cuando soy Black escribo directamente en computadora. Banville no puede escribir de este modo, porque la computadora es demasiado rápida. Escribir a pluma le permite a Banville tener la velocidad que necesita, pero Black necesita la pantalla. Por supuesto, eso significa que Black está mucho más cerca del siglo XXI que Banville. Y ocurre también que al final sigo siendo yo, es decir, un hombre chapado a la antigua.

¿Pero no es Black su manera de acercarse a la contemporaneidad?

No, es solamente un trabajo. La cuestión es que si escribes libros como Banville no vas a poder vivir de ello. Tienes que hacer algo más, es lo que nos piden estos tiempos. Yo no podía soportar la idea de ingresar en el mundo académico, la idea de enseñar no me gusta. Por tanto, el periodismo fue una forma de ganarme la vida durante mucho tiempo y cuando dejé el trabajo periodístico tenía que ganar dinero de alguna manera y fue así como empecé con Black. No obstante, estoy muy orgulloso de los libros de Black. Están muy bien editados y están escritos de una manera honesta. Y, cuando digo que los escribo para vivir, eso no significa que los escriba por dinero, porque los escribo para que sean tan buenos como sea posible; si no, la vida sería horrorosa.

¿Dónde radica la honestidad?

La dificultad de escribir una novela negra es que está obligado a tener un crimen. Lo verdaderamente complicado es escribir una novela negra sin crimen, como hice en mi libro “En busca de April”. No había cuerpo. Pero tengo una ambición: escribir un libro en el que April se encuentra con el protagonista de “Venganza”, el gemelo que desaparece. Se encuentran en África, donde ella está trabajando como médico; no se conocen y ninguno sabe que ha aparecido en libros anteriores.

Hace unos momentos afirmaba que ser periodista le había servido para la doble personalidad literaria. Acerca del lenguaje, ¿considera el lenguaje periodístico de menos calidad que el literario?

Eso depende del periodista. Creo que Martin Amis es un periodista magnífico. Y hay muchos otros ejemplos que ahora no recuerdo. Una buena escritura puede darse en cualquier medio. El primer lavaplatos que compré tenía un manual de instrucciones que estaba maravillosamente bien escrito. Era muy claro, muy directo, y tenía una prosa muy limpia, con lo que es evidente que se puede escribir bien en cualquier medio.

¿Qué opinión le merece el periodismo

de hoy en día?

Los periodistas son todos buena gente y tienden a insistir en sus libertades. Hay un periodismo que es bueno y también un periodismo no tan bueno. Lo que me preocupa es que en la escuela no se enseña gramática y la gramática es la base. Sin la gramática no puedes tener un idioma. Cuando trabajaba de editor en un periódico teníamos 27 subeditores. Es posible que ahora ni siquiera haya un corrector. Eso sí que es un problema. En nuestro periódico no se publicaba nada que no estuviese reescrito o revisado, pero ahora ya no se acostumbra a trabajar de ese modo.

¿Esa disminución en la calidad podría explicar la pérdida de lectores más allá de un cambio de paradigma?

No creo que la calidad haya caído. Lo que ocurre es que la gente está fascinada con las máquinas. Somos todos unos niños. ¿Quién no se maravillaría con un juguete como este? [saca un Smartphone] hay que recordar que Umberto Eco dijo que desde los setenta en adelante parecía que los países occidentales se iban a basar en imágenes: el cine, la pantalla de televisión, y ahora estos dispositivos. Recuerdo que estaba en un autobús la primera vez que vi a alguien toquetear el teléfono móvil y le pregunté a mi mujer qué estaba haciendo ese hombre, y ella me contestó: “está leyendo”.

Todo el mundo lee ahora. Todo el mundo escribe. El idioma ha vuelto. Y por supuesto, como todo el mundo lee y todo el mundo escribe, los estándares han bajado. Ahora bien, la gente critica que se lea Cincuenta sombras de Grey, pero qué más da, ¡la gente está leyendo! De acuerdo, es una prosa mala, pero hasta la prosa mala te obliga a ejercitar la imaginación. Tienen que traducir las marcas negras de una página para convertirlas en imágenes y eso es una actividad maravillosa. A mí me da igual lo que lea la gente siempre y cuando sea de su agrado. No todo el mundo va a leer a John Banville, y además, casi nadie lo lee, pero es algo que tampoco espero. Pero la gente sí que lee, y ¿no es maravilloso? Mientras la gente utilice su imaginación está leyendo, está traduciendo las palabras en imágenes y eso, es cierto modo, es un milagro.

¿Y eso no nos aleja de la barbarie?

No, siempre hemos hecho lo mismo. No hemos cambiado mucho desde que salimos de las cavernas. Y no existe eso que llamamos progreso. Quizá la anestesia u otros avances científicos sí son un progreso, pero en cuanto al progreso moral o espiritual…. Somos igual de bárbaros que antes. Emerson dice que “Un hombre es un dios en ruinas”, y para mí esa es una frase maravillosa.

¿Destruido o en construcción?

El ser humano siempre tiene la sensación de haber caído desde cierto estado de gracia. Tenemos el mito religioso de la caída y el mito de los dioses caídos es muy fuerte. Nosotros siempre intentamos ser mejores, aunque nunca lo vamos a conseguir. Pero si no tuviésemos este tipo de mitos, quizá seríamos peores.

Un mito importante es el del amor. Sin embargo, en sus libros, principalmente en los que firma como Benjamin Black, la idea del enamoramiento de encuentra muy desacralizada.

Idealizamos el amor. Tenemos que hacerlo porque, de lo contrario, la persona de la que nos enamoramos sería una persona como todas las demás. Y estamos programados para sobrellevar el horror de que otros se enamoren. Tenemos que hacer del objeto de nuestro amor un dios o una diosa. Además, el amor ha producido algunas de las mejores obras de arte. Los dos grandes mitos de nuestra era son la religión y el amor. ¿Y cómo podemos vivir sin ellos?

¿Son o eran?

La religión no parece estar tan presente y el amor idealizado tampoco. Yo soy mayor que usted y soy un romántico empedernido, estilo siglo XIX. Supongo que vivimos en una era más laica, pero, si uno va hacia el aeropuerto, ve todos esos anuncios de mujeres maravillosas, todos esos sueños de belleza, de estilo y elegancia, de trascendencia del ser humano. Son imágenes de dioses y diosas, y eso es también un tipo de religión. Si quiere llámelo culto a la celebridad, a la fama.

Un artificio

Sí, pero también es artificial creer en Dios.

Tomado de “Letras libres” 177

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