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Domingo 10 de mayo de 2015

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Cultural El Duende

Consideraciones sobre la interjección

10 may 2015

Jaime Martínez-Salguero

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La palabra es tan compleja como complejo es el ser humano, porque en su misteriosa realidad recoge la vida misma del hablante; ahí está lo sentimental, lo intelectual y lo espiritual de la persona, por eso expresa la situación existencial del hombre en el momento que habla o escribe. La interjección da paso a la súbita emoción producida por el choque de lo subjetivo con lo objetivo problemático; en tanto que el sustantivo o verbo acogen al conocimiento e interpretación del mundo circundante.

El boliviano es altamente sentimental, de ahí que el uso de las interjecciones esté muy difundido. Entre ellas están: ¡Ya! ¡Wa!¡Carajo!

El término ya es de origen aimara, expresado como ¡ja! Y al pasar al castellano se con vierte en ¡ya! Y expresa sorpresa, asombro, burla, sorna, etc. como cuando el hablante dice: ¡ya! ¡Hemos desviado el río! Mostrando su asombro burlesco al haber logrado vencer con su ingenio a la naturaleza, desviando ese caudal de agua; cuando en general son las fuerzas naturales las que normalmente se imponen al hombre. También se la usa para festejar un chiste, ya que en él se tuercen las reglas del razonamiento para lograr el efecto cómico. Este término es especialmente usado en ámbito paceño, aunque se está extendiendo su uso a otros lugares.

La preposición ¡Wa! Es empleada en los valles, como Cochabamba, etc. Da a conocer sorpresa y disgusto porque alguien se ha querido pasar de listo. Por ej. una señora que está comprando tomates le dice a la vendedora ¿Cómo, pues, vas a cobrar tanto, wa! Oración que comienza en tono de pregunta y termina con la inflexión de quien está reconviniendo al otro; y lo hace porque el vendedor ha perdido el sentido de las proporciones, ha roto el código del ama swa, ama qhella, ama llulla.

La palabra ¡carajo! Es origen español, y está ampliamente difundida en hispanoamérica en general. Parece que se generó en el habla náutica de los marineros andaluces, como los sevillanos. El carajo es el receptáculo redondo, parecido a un barril, que se encuentra en lo alto del palo mayor de una embarcación a vela; ahí se sitúa el vigía para otear el horizonte, donde está sujeto al bamboleo del barco, al frío y a la oscilación de un mástil tan alto, motivo por el cual los vigías solían amarrarse al palo mayor para no caer al mar, o sobre cubierta, con riesgo de su propia vida. Sitio de peligro que hizo decir a los marineros: ¡carajo! El carajo es peligroso y detestable; y, el término carajo muestra toda la ira, o el sentimiento de impotencia que el hablante siente al mencionar a ese lugar. De ahí sale la expresión mandar a alguien al carajo, pues, es probable que el capitán dijera al tripulante díscolo: Por esa falta ¡se me va al carajo! También ha dado origen al término: carajillo, para referirse a la bebida alcohólica que solían dar a beber a quien bajaba del carajo, aterido, mareado por el continuo bamboleo del barco, y, probablemente, asustado. Se trataba de una bebida fuerte y reconfortante para devolverle el ánimo

* Jaime Martínez-Salguero.

Sucre, 1936. Académico de la lengua.

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