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Sábado 09 de mayo de 2015

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Revista Tu Espacio

Displasia de cadera en los bebés

09 may 2015

Dr. Reynaldo Tupa Lima – Exclusivo para Tu espacio

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La displasia de cadera es una de las anomalías de los miembros inferiores más frecuentes en los recién nacidos. Aparece en 3 de cada 1.000 niños, es más común en niñas que en niños y se da más frecuentemente en la cadera izquierda que en la derecha. La displasia de cadera se produce cuando la cabeza del hueso del fémur y la cavidad de la pelvis donde éste se aloja no encajan de una forma correcta.

Las causas que originan la displasia de cadera en el bebé no están claras. Se consideran factores predisponentes un peso elevado del bebé, la posición de nalgas, que sea el primer hijo, un embarazo múltiple, hipertensión arterial materna y la macrosomía del bebé. Algunos autores sostienen que se debe a la mala postura del feto en el útero materno, a un bajo nivel de líquido amniótico, a los antecedentes familiares, a un embarazo postérmino, a la cesárea o a que se haya producido una dislocación durante el parto.

Para el diagnóstico el pediatra también puede observar que la forma de los pliegues de la pierna del bebé es asimétrica. Es un signo menos preciso, pero que puede hacer sospechar de una displasia de cadera. La maniobra de Ortolani permite comprobar si hay luxación realizando rotaciones de la articulación, mientras que la maniobra de Barlow permite comprobar si hay posibilidad de que se pueda producir una luxación. Pero recuerde que se debe solicitar los rayos X de pelvis a los 3 meses para control de su bebé.

Los tratamientos varían en función de la gravedad del caso y de la edad del niño. Para mantener el fémur dentro la cavidad del hueso de la cadera se suele poner un doble pañal cruzado al bebé para que mantenga las piernas abiertas, cuando la displasia es leve. Si la displasia es media o grave, se suelen utilizar prótesis blandas o rígidas u otros tratamientos como el arnés de Pavlik, que consiste en unas correas que mantienen las caderas en flexión de cien grados para reducir la luxación. Antes de los seis meses, no es necesario que se traten ortopédicamente todos los casos. Los recién nacidos pueden recuperarse con maniobras positivas. Si los tratamientos ortopédicos no corrigen la luxación, la cirugía puede ser la última solución, tras la valoración de un traumatólogo.

El diagnóstico precoz es fundamental para comenzar con el tratamiento antes de que el bebé comience a gatear y a ponerse de pie, así evitamos sus complicaciones.

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