Muchos países del mundo que están bajo el manto de la economía capitalista, hoy se encuentran en crisis, tienen problemas de desocupación, desempleo, pobreza, campea la violencia, paralización de la jubilación, congelamiento de los salarios, austeridad. Producto de esta crisis se manifiesta el ascenso de la izquierda, según autores políticos, con nuevas concepciones democráticas, con diferentes matices, estimulando la participación de la sociedad, siendo fundamental la democracia y el respeto a los derechos humanos.
Frente a la crisis económica que atraviesan países de Europa, sacrificando a los trabajadores, falta fuentes de trabajo, pobreza, están ascendiendo gobiernos populares, contrarios a la política de austeridad, como el partido Syriza del líder Alexis Tsipras, en Grecia, país histórico. Muchas naciones están observando los pasos que va a dar el nuevo gobierno griego, y la nueva imagen de la izquierda, si tiene programa de carácter social para resolver los problemas económicos que tiene este país, cualquier negociación que intente hacer, estará bajo las reglas de la economía liberal.
La demanda de los trabajadores, de los pueblos indígena originario, sus necesidades, sus intereses, sus problemas, están siendo impulsados por los partidos tradicionales utilizando lenguaje del pueblo, para solucionar la pobreza, el desempleo, la violencia social, el respeto de la diversidad cultural y social, lucha contra toda forma de discriminación, el cuidado del medio ambiente climático, buscando el equilibrio social.
Muchos gobiernos populares han surgido en América Latina y el Caribe, pretendiendo cambiar radicalmente, las condiciones sociales y económicas en la que vive cada país, están haciendo reformas económicas en el marco de la economía de libre mercado. No se puede cambiar con un decreto la política económica neoliberal, todo cambio es un proceso a largo plazo, hay muchas cosas que ya están establecidas por costumbre, hábitos, los discursos dicen que están cambiando, cuando sus actitudes son las mismas de anteriores gobiernos tradicionales.
Los gobiernos populares se han dedicado a dar beneficios sociales de corto alcance como las subvenciones, el prebendalismo clientelar, el rentismo, descuidando el aparato productivo, que con la caída de los precios del petróleo y de los minerales, tiende a afectar la crisis económica aún más. Han asumido el poder político con diferentes apoyos de la sociedad, con movimientos de sectores sociales, con mezcla de ideologías, con tendencias de la social democracia, con el rótulo de transformación social, actualmente impera el oportunismo político.
Estos gobiernos no tienen un programa económico alternativo, frente a la política de la economía neoliberal, y eso está obligando a continuar con la misma política económica liberal, y el clientelismo se está apoderando de los ministerios, del parlamento, con mentalidad egoísta, sin importarles los intereses del pueblo trabajador.
Se manifiesta la corrupción en las grandes empresas estratégicos estatales, la corrupción campea en todos los niveles, que puede acabar con los gobiernos populares si no toman decisiones en su debida oportunidad, contra la burocracia de la dirigencia.
Para los gobiernos populares no es fácil cumplir con las promesas electorales, además sin ninguna ideología política, con tendencia hacia la corrupción. Como está ocurriendo en Venezuela, Brasil, Chile, la corrupción en el entorno gubernamental estatal, pidiendo la renuncia de los presidentes, esta forma de hacer política está dañando las expectativas de los trabajadores, del pueblo en general, que con su voto han dado cierta confianza, para luego ser defraudados, por la élite de los dirigentes políticos.
Los gobiernos populares han propuesto en su campaña electoral, una reducción significativa de la deuda, crecimiento económico, reestructuración de la deuda, crear fuentes de trabajo con estabilidad laboral y beneficios sociales, solucionar la miseria, la pobreza, cuando están generando desocupación despido de trabajadores activos de las empresas estatales, jubilarles a la fuerza para engrosar la fila de los desocupados.
En el siglo XXI se está observando la convivencia democrática de todas las concepciones filosóficas, de las élites gobernantes, con el pensamiento de los trabajadores obreros, respetar los credos religiosos, la convivencia armónica de las diferentes nacionalidades, buscando mejores condiciones de vida, individual y colectiva, respetando los derechos humanos, la libertad de expresión, parte de la vida democrática de los países.
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