Miercoles 06 de mayo de 2015

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La presentación de los argumentos de Chile y Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya llegó en un momento providencial para el Gobierno boliviano, aquejado por desastres electorales y una crisis económica que resulta difícil seguir ocultando.
Algo parecido le ocurre al gobierno de la señora Michelle Bachelet, que sufre las consecuencias de denuncias de corrupción, ha padecido los efectos del “veranito boliviano”, como llaman en Chile a los turbiones que embisten el desierto de Atacama, y hay más de un volcán activo en la cordillera, por razones solamente geológicas.
El Gobierno boliviano quisiera usar las aguas del Pacífico para enfriar los ánimos políticos, sobre todo de la oposición, que ha levantado cabeza después de los resultados de las elecciones para gobernadores y alcaldes, y las dos segundas vueltas.
El equipo enviado a La Haya fue con mucho entusiasmo luego de haber sido enriquecido con la presencia de otros tres excancilleres, con lo cual la delegación parece la representación de los gobiernos neoliberales del pasado, a los que se condena en otro tipo de temáticas y menesteres.